viernes, 9 de marzo de 2018

DE HISTORIAS DE SANTOS



DE HISTORIAS DE SANTOS

Le rezaban novenas a aquel santo
de aspecto misterioso. Sus plegarias
eran siempre atendidas y la fama
de santo milagrero se extendía
por toda la provincia. Ningún año
faltó la procesión con la figura
subida en la peana y con los fieles
cantando a viva voz sus excelencias.

Era santo especial, de nuevo cuño,
emprendedor y osado en la apertura
de nuevas líneas para su negocio.
Se había especializado en los milagros
que acarrean destrucción y causan daño:
estropear cosechas, dar más fuerza
a cualquier mal de ojo o, en verano,
descargar aguaceros en las calles.
Tampoco despreciaba un accidente,
ni una pérdida extraña de dinero,
o incluso echar al suelo algún tejado
completamente nuevo: (Todo vale
si aporta beneficios al convento).

Era toda una máquina sin pausa
en la fabricación de los milagros.
Hasta los demás santos, desde el cielo,
venían a contemplar tales prodigios,
y se volvían coléricos, celosos
de ese poder mistérico del santo.

Menuda competencia, se decían,
así no hay quien prospere en el oficio
de dar gusto y placer al respetable.

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