viernes, 16 de febrero de 2018

EDADES


EDADES

Las puertas del jardín están abiertas,
con la cancela gris y algo de herrumbre;
ya no guardan la luz de aquellas tardes,
en las que te asomabas, sonriente,
respondiendo a la voz de mi llamada.
Han crecido los tilos y los plátanos
tienen el tronco ancho, la mimosa
sigue dando perfume en el entorno...
Recuerdo que su olor nos cobijaba
y guiaba nuestros pasos, temblorosos,
que buscaban la sombra y la espesura…

La tarde, los deseos, el paisaje,
la luz y mi mirada en tu mirada.

Hoy vuelvo hasta el jardín y ya no suena
el ruido en la cancela, ni los tilos
me mandan un mensaje en su enramada.

Será que no estás tú y es todo ausencia,
todo se ha vuelto extraño y silencioso.

Estoy donde la luz me hizo feliz
hace ahora veinte años.
Y descubro, a la vera de la tarde,
que soy un cuerpo extraño
en esta excelsa alquimia del tiempo y del espacio:
Nada me reconoce ni contesta
cuando llamo a las cosas por su nombre:
¡Soy un siglo más viejo

y han pasado tan solo veinte años! 

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