jueves, 31 de agosto de 2017

METAMORFOSIS (XV): OCÍRROE

OCÍRROE

Ocírroe, la ninfa,
de estirpe de Quirón y de Cariclo,
cantaba los secretos de los hados
al niño que crecía allí en la cueva:
“A ti se confiarán las peticiones
de los cuerpos mortales y tu cuerpo
alcanzará la vida de los dioses”.

A la otra parte mira y con sus lágrimas
vierte sobre su padre estas palabras:

“Tú, padre de mis carnes,
nacido para estirpe de los dioses,
desearás morir y hacerte humano
cuando el cruel veneno de la sierpe
se instale entre tus miembros;
así el número exacto de los dioses
no sufrirá rebaja”.

Vuelve a llorar la ninfa cuando advierte
que se retira su apariencia humana;
La apariencia de yegua se hace clara
en toda su figura:
sus sonidos se tornan en relinchos,
los dedos se transforman en pezuñas,
son crines sus guedejas y su manto
se vuelve larga cola
que ennoblece a la yegua.
El aspecto y la voz se sorprendieron
paciendo entre las hierbas,
mientras los animales, sorprendidos,
piafaban en su honor solemnes danzas.

Sola, la ninfa llora,
antes fatal cartera de los hados,
ahora yegua infeliz,

capricho del destino por los campos.

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