martes, 29 de agosto de 2017

METAMORFOSIS (XIV): CORONIS

CORONIS

En tierras de Focea fui engendrada
y princesa era hermosa ante los ojos
de ricos pretendientes.
Mas, cuando caminaba por la playa,
con mis trenzas al aire
y mi cuerpo desnudo junto al agua,
el dios del mar enciende
sus ansias de tenerme.
En vano me persigue
y en vano me fatigo
sobre la blanda arena que me acoge.
Tan sólo una doncella me proporciona ayuda,
Minerva, que portaba
virginidad perpetua.

De poco sirven súplicas
a dioses y mortales:
mis brazos comenzaron a tintarse
de ennegrecidas plumas,
por mi cuerpo crecían las raíces
de volanderas alas,
y ya ni manos ni desnudo pecho
sentía en mi desnudez.
La arena me lanzaba hacia las brisas
y en ave que volaba hasta Minerva
se tornaban mis muslos doloridos.

Una flecha mortal ha derribado
el vuelo de la dócil avecilla,
que baña con la sangre color púrpura
sus renegridos miembros.

Siente gran malestar su amante, Febo,
que pierde con la muerte de la caza
también a su hijo amado;
emite los gemidos muy cerca de la pira,
unge el pecho de aromas  y de abrazos
y rapta su semilla de las mismas cenizas,
del vientre de su madre.

Hasta la enorme cueva del centauro
llevó su descendencia.
Quirón, de doble cuerpo,
asume los cuidados
del divino linaje

que Febo le prestaba.

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