martes, 21 de febrero de 2017

LA FILA Y LA FOTO


Leo y veo imágenes que muestran la nueva situación de Podemos en el Congreso. Por delante, Iglesias, y, a su lado, Irene Montero. Por detrás aparece la figura de Errejón, precisamente detrás de Irene Montero.
Siempre se dice que una imagen vale más que mil palabras. Es afirmación que no comparto pues sin la palabra no se elaboran ni el concepto ni la imagen, pero sea, porque sí resulta claro que identifica con un solo vistazo la nueva situación real en el reparto de poder. En el ejemplo creo que se suman otras variables personales que es mejor dejarlas donde el pudor domina. Sea solo un ejemplo que nos lleve a la categoría.
La imagen se repetirá hasta la saciedad en los medios de comunicación y la figura de los que aparecen en primera línea quedará a su manera favorecida y hasta santificada para el común de los mortales. Ese plus lo tendrán ganado ya para cualquier situación y para cualquier contienda, sea de ideas o sea de cargos.
No sucede solo en este partido, por supuesto, sino en todos los demás. Pero es que lo grave es que se repite en cualquier otra situación. Cuando veamos a un grupo de diputados de un partido, siempre irá delante aquel que ostente un cargo superior; los demás irán ordenados según su categoría formal y nadie se saltará el orden ni por casualidad. Lo mismo ocurrirá si esas personas acuden a cualquier ciudad o simplemente se reúnen para comer.
Qué barbaridad, qué muestra de sumisión, que degradación, qué falta de personalidad, qué borregismo, qué manera de pastar y de seguir al guía, qué animalización, qué… ¡Pero qué tendrán que ver los cargos con una fila india y graduada siempre!
Conozco a una representante femenina de mi ciudad que termina por resultarme antipática y rechazable (seamos compasivos) ya casi de manera instintiva precisamente por esa lucha por ponerse siempre en primer plano y en el foco de la foto. Cada vez que hay una reunión o una comunicación aparece indefectiblemente en la cabecera y en el primer plano. Y buen rendimiento personal que le sabe sacar la susodicha, aunque para ello tenga a un montón de gente de uñas cada vez que la ve, que es siempre, con las consecuencias que eso ha tenido y tiene. No necesito dar más detalles.

Con estos gestos, la política de partido termina por ser una secta y se convierte casi en un rito en el que cada oficiante tiene un puesto determinado y la procesión siempre cumple el rito de la misma forma. Por desgracia, las formas suelen luego indicar la misma sumisión a las ideas y a las prácticas de cada día. Y esto, si cabe, es más grave todavía. Pero lo otro también porque es la forma, lo que se enseña, lo que sirve de presentación ante los demás, lo que se vende en esta vida de mercaderes y de imágenes. Cachis.  

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