miércoles, 28 de diciembre de 2016

PALOS DE CIEGO (V): SOLECISMOS


He pasado buena parte del día en Piquitos (Picos de Valdesangil), lugar mágico para mí por sus olores, por las figuras fantasmagóricas en sus piedras (La lenteja, Peña Unamuno, El Indio, El Jano, El Loro…) y por las vistas panorámicas desde lo alto. El día estaba totalmente despejado y estos días del último otoño y del invierno más niño, cuando salen claros, son, en la serranía bejarana, la antesala del paraíso por la nitidez de la luz y por las sensaciones que provocan. Después he bajado con mis compañeros por el vallecito que se abre y desemboca en Valdesangil, a los pies de Cabeza Gorda, entre zarzas y espinos. He llegado cansado pero muy satisfecho. Hasta tiempo nos ha dado para recordar algo de los presocráticos como filósofos de la naturaleza; y esto, allí arriba, por encima de la tierra, en contacto con el aire, sin agua pero con líquido, y con el fuego del sol, resulta una clase práctica extraordinaria. Vete a saber si todo es eterno (Parménides) o todo fluye (Heráclito, o las sensaciones propias). En mi casa, una ducha reparadora me ayudó a volver en mí.
Sí, sí, he dicho a volver en mí y no a “volver en sí”, porque yo no tengo que volver en nadie que no sea yo mismo.
Esta anécdota me recuerda cuán grande es la cantidad de solecismos que usamos en la comunicación diaria, poniendo dientes de sierra y dificultades a una relación limpia y precisa. Yo también, por supuesto: no se me caen los anillos por reconocerlo. Ya se sabed que la lengua es un organismo vivo, en continuo cambio. Se trata de cambiar con tino y sabiendo lo que se hace; y, sobre todo, procurando no abusar de los errores.
Si yo hubiera dicho unas líneas más arriba “volver en sí”, habría cometido lo que técnicamente se llama un solecismo, que no es otra cosa que un error de concordancia o de régimen en una oración. Si salvé esta ocasión, tal vez podría intentarlo con otras. Apunto algunas. Primero la forma correcta y después la incorrecta, o sea, el solecismo:
Grosso modo por *a grosso modo; motu proprio por *de motu prop(r)io; de reacción por *a reacción; por hora por *a la hora; con vistas a por *en vistas a; basándose en por *en base a; empatar con alguien por *empatar ante alguien; en el supuesto por *bajo el supuesto; gratis por *de gratis; con la condición por *bajo la condición; ganar a  por *ganar ante alguien; con vistas a por *en vistas a; de arriba abajo por *de arriba abajo… Y así hasta cansarnos.
De modo que, al menos cuando nos alteremos o nos cansemos demasiado, sepamos volver en nosotros, cada uno en sí mismo, que yo vuelva en mí, que tú vuelvas en ti y que cualquier otro vuelva en sí. Y lo mismo si se trata de más de una persona, que para eso están los pronombres en plural. Así completaremos el proceso correctamente, porque, si yo vuelvo en mí es porque antes me habré enmimismado, tú te habrás entimismado y él se habrá ensimismado.

Comprenderás, amable lector, que es difícil entender que yo me ensimisme o que tú te ensimismes. Por favor, respetemos la intimidad de las demás personas. Vale.

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