lunes, 29 de agosto de 2016

SOY VOLUNTAD, ¿Y TÚ?



SOY VOLUNTAD, ¿Y TÚ?

Se desploman los bloques de granito
desde las atalayas de los cerros
y en el estruendo gritan y se agrietan
hasta quedar en bloques más pequeños.
Responden a otras fuerzas que los llaman
a  obedecer las leyes con justeza:
autómatas que incuban voluntades
sin conciencia trabada de las mismas:
lo exterior es incierto e impreciso.

Los girasoles vuelven su cabeza
altiva hacia la luz y hacia los soles;
son ellos los que marcan la respuesta
a un impulso llegado de muy lejos
que acucia torpemente su conciencia.
Responden al estímulo y avivan
la voluntad que en su interior habita:
la voluntad de vida se ha sentido
respuesta organizada ante el estímulo.

Un ser humano, bípedo e implume,
camina cabizbajo por la acera;
ha contemplado el mundo y ha pensado.
Su voluntad primaria se ha elevado
hasta el grado mayor, y a su servicio
vive el entendimiento,
cual servidor paciente y abnegado
del empuje incansable de la voluntad.

Al final silencioso del paseo,
se marcha hacia un jardín de girasoles
bordeado de paredes de granito,
corta una planta y a pensar se sienta
sobre la lentitud esquiva de la piedra;
abraza en su sentir las voluntades
y quiere que el sol gire en la montaña,
que las piedras  desciendan hasta el valle
a observar cómo van los girasoles
en busca de la luz y cómo el hombre
es voluntad también,
cual otro girasol, como otra piedra,

con ansias de vivir sencillamente.

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