miércoles, 31 de agosto de 2016

PUENTES DE BÉJAR


Hablar sobre puentes implica muchas variables: cronología, estilos arquitectónicos, vías de comunicación, separación de lugares, estructuras económicas, espacios que se unen, avances tecnológicos…
He asistido hoy a una conferencia pronunciada por Nacho Díaz Elcuaz que versaba sobre los puentes en Béjar. Ha sido un repaso cronológico, ágil y preciso, de la gran cantidad de puentes que han servido para saltar el río Cuerpo de Hombre a lo largo de su curso y de otras vaguadas que complicaban las comunicaciones entre la ciudad y el resto del territorio.
El repaso cronológico da buena muestra de las variantes que la Historia ha ido demandando a los ciudadanos de estos lugares. Desde el Puente de la Malena (¿romano?) hasta el último de la autovía reciente, pasando por otros muchos, sobre todo del siglo diecinueve, siglo de desarrollo industrial.
Me interesan de los puentes sobre todo las implicaciones que tiene su construcción: la economía, el estilo, las zonas que pone en contacto, las industrias que impulsan, la facilitación de comunicaciones, el cambio en la geografía… Todo aquello que afecta al común de los ciudadanos, mucho más que lo que tenga que ver con un estilo arquitectónico o con el ingeniero que los ideó.
Béjar, como cualquiera otra comarca de sus características, está llena de puentes, unos olvidados o perdidos, otros en uso y alguno más en constante expansión. Representan un tributo necesario al río que se desploma desde lo alto de la sierra buscando la llanura y el mar.

Además de su descripción, necesitan una vuelta en la imaginación para comprender todo lo que implican y todas las connotaciones que sugieren. Y para no quedarse solo en la anécdota de la localización y de la foto nostálgica. Tal vez necesiten de alguna evocación poética también.

lunes, 29 de agosto de 2016

SOY VOLUNTAD, ¿Y TÚ?



SOY VOLUNTAD, ¿Y TÚ?

Se desploman los bloques de granito
desde las atalayas de los cerros
y en el estruendo gritan y se agrietan
hasta quedar en bloques más pequeños.
Responden a otras fuerzas que los llaman
a  obedecer las leyes con justeza:
autómatas que incuban voluntades
sin conciencia trabada de las mismas:
lo exterior es incierto e impreciso.

Los girasoles vuelven su cabeza
altiva hacia la luz y hacia los soles;
son ellos los que marcan la respuesta
a un impulso llegado de muy lejos
que acucia torpemente su conciencia.
Responden al estímulo y avivan
la voluntad que en su interior habita:
la voluntad de vida se ha sentido
respuesta organizada ante el estímulo.

Un ser humano, bípedo e implume,
camina cabizbajo por la acera;
ha contemplado el mundo y ha pensado.
Su voluntad primaria se ha elevado
hasta el grado mayor, y a su servicio
vive el entendimiento,
cual servidor paciente y abnegado
del empuje incansable de la voluntad.

Al final silencioso del paseo,
se marcha hacia un jardín de girasoles
bordeado de paredes de granito,
corta una planta y a pensar se sienta
sobre la lentitud esquiva de la piedra;
abraza en su sentir las voluntades
y quiere que el sol gire en la montaña,
que las piedras  desciendan hasta el valle
a observar cómo van los girasoles
en busca de la luz y cómo el hombre
es voluntad también,
cual otro girasol, como otra piedra,

con ansias de vivir sencillamente.

jueves, 25 de agosto de 2016

HOBBES Y LAS LEYES


Desde que el ser humano ha podido razonar -y no ha sido  humano hasta que, con la palabra, ha podido cifrar su comprensión de la realidad-, se ha empeñado en describir y en razonar sobre cuáles son las mejores condiciones que explican su estancia en eso que llamamos vida. En ese empeño constante -se entiende que de los pocos sabios que en el mundo han sido-, cada uno ha centrado sus curiosidades en aquello que consideraba clave para la explicación de todo lo demás.
Así, buena parte de ellos ha gastado sus esfuerzos en ajustar el desarrollo de la vida a leyes provenientes de algún elemento superior. Otros se han partido la cara en el enfrentamiento directo con las ideas, asumiendo con ello cualquier posibilidad en las consecuencias de sus indagaciones. Unos han sido más acomodaticios; otros, más atrevidos. Las posibilidades, en fin, son muchas. Y todas loables si se desarrollan con buena intención. El casi eterno período medieval se fue en disquisiciones formalistas, sujetas a verdades externas a la razón: escolasticismo. Fue a partir de la llamada Edad Moderna cuando el desarrollo volvió memoria a los tiempos clásicos en los que la razón sobrevolaba las mentes de los filósofos.
Hobbes es un filósofo moralista, o filósofo político, que intenta conformar una teoría del Estado, es decir, que intenta organizar racionalmente la convivencia de las comunidades en un compendio filosófico general. Su punto de partida es la constatación negativa de que “el hombre es un lobo para el hombre” (homo homini lupus). Por eso la necesidad ineludible y beneficiosa de organizarse, de dotarse de leyes y de conformar todo un código de convivencia. Todavía el  lector del siglo veintiuno lo puede ver deudor de estructuras eclesiales y reales muy fuertes, pero eso ahora no interesa. Me importa destacar que conforma su visión del mundo desde un punto de vista negativo, desde la necesidad de organizarse para no perecer en el intento individual.
Hay otros intentos que ponen su acento en elementos no racionales basados en la compasión, en el amor, en la ayuda…; en otros elementos positivos o de añadido personal y no tanto de exigencia externa.
Qué hermoso sería dialogar acerca de cuál de los dos métodos es más productivo y reconfortante. Intuyo y hasta defendería que ambos son complementarios, con sus peligros y con sus virtudes. Y ambos se muestran necesarios en la vida real. ¿En qué grado?
¿Cómo se puede convivir sin un código acordado para todos? ¿Puede ese código abarcar la pluralidad de la vida?  ¿Lo que no está en ley es bueno o malo? ¿Es posible vivir tan solo un día sin una pequeña acción amorosa?

Hobbes escribe todo un largo tratado (Leviatán) acerca del primer método. Me parece una buena aportación. Me deja, sin embargo, un poco vacío su lectura y el hecho de imaginarme solo ese código sin gotas de elementos menos racionalizados.  

lunes, 22 de agosto de 2016

JUEGOS OLÍMPICOS Y OLIMPIADAS


Hoy ya no hay horarios cambiados, ni cinco horas menos, ni sentadas nocturnas. Como mucho, se notan las resacas y la dificultad para enderezar la columna después de tantas horas doblada y ensillonada frente al televisor. Recuperar la vertical y no parecer jorobado es un buen ejercicio para los próximos días, esos en los que todo nos va a volver a la calma y a la rutina.
Quiero decir que se han terminado los Juegos Olímpicos y ya comienza el período de nueva Olimpiada, esa que nos llevará a Japón dentro de cuatro años. He visto algunas pruebas, pero no he rendido tributo al sueño: no ha sido par tanto.
Durante quince días todo ha sido fulgor, perfección, superación, aclamaciones, reconocimientos…, y bastantes decepciones, las de todos aquellos que no alcanzaron la gloria. Loa Juegos Olímpicos son algo así como una lluvia de estrellas, un período de fuegos artificiales, una rueda continua de flashes que deslumbran a todos en todos los lugares. Porque esos Juegos se juegan ya en todos los hogares del mundo y los atletas se exhiben en el cuarto de estar de cualquier habitante del planeta.
Pero ese fulgor deslumbra y vela mucha noche, acota la gloria mientras aleja por momentos la miseria, valla la luz y niega lo que existe detrás del muro. Y detrás del muro y de las carreras, al lado mismo de los hermosos recintos deportivos, acampan la miseria y la ignorancia, se cultiva la desigualdad y dormita la sed de mejor vida. A las favelas han llegado los Juegos a través de la televisión; estaban ahí al lado, pero han tenido que saltar el muro de la invisibilidad para que la realidad virtual fuera la única porción de realidad que llegaba al mundo.
No tengo ninguna seguridad de que los pueblos adelanten por su capacidad para organizar magnos acontecimientos; más bien estoy convencido de que es más duradero y provechoso aquello que ayuda a superarse a la comunidad, aquello que la invita a participar activamente y aquello que alcanza en sus beneficios a todos y no solo a unos pocos. Aunque sea menos aparatoso. Es verdad que los atletas deben ser ejemplos de superación, y muchos lo son; es verdad también que los Juegos deberían dejar detrás de ellos (nunca *detrás suyo) todo un reguero de instalaciones y de edificios utilizables para mucho tiempo; también es cierto que la inercia ayuda en la estima hacia los países que organizan con solvencia. Todo es verdad, como es verdad que el deporte, sin exageraciones, es saludable e implica muchas variantes positivas.
No estoy seguro de que las proporciones entre gastos y beneficios hayan sido equilibradas. Y mucho menos de que los beneficios hayan alcanzado a la mayoría de la comunidad, es decir, a los más favorecidos, esos que solo tenían que mirar hacia abajo desde la favela para quedar alucinados con ese mundo de colores que solo les llegaba a través de la televisión, como fruto prohibido allí mismo, al alcance de la mano. Y se trata siempre de proporciones, no de negaciones absolutas, al menos por mi parte, pues eso de los conceptos absolutos cada día anda más lejos de mi cabeza y de mi entendimiento.

Se apaga la llama olímpica y terminan los Juegos. Empieza ahora una nueva Olimpiada. Otro trozo de camino más que podíamos recorrer en compañía y con desigualdades menos sangrantes.

viernes, 19 de agosto de 2016

REFRESCOS DE VERANO

                   REFRESCOS DE VERANO
.- Las cúpulas son senos de una mujer en tierra. Las demás partes del templo son igualmente sagradas. Algunas albergan el sancta sanctorum del misterio.

.- Un efecto viagra: haz el amor con calma y piensa en las facturas que tienes encima de la mesa.

.- El árbol es suma de contrastes: en la raíz guarda la soledad, en el tronco manifiesta su fortaleza, y sus ramas comparten la alegría con la luz y los pájaros.

.- Todo amor es eterno: si un amor termina, siempre dejará huella aquel tiempo en el que se amó.

.- Lo mismo le sucede al tiempo: la eternidad tiene sus ecos que se dejan sentir como las gotas de lluvia cuando anuncian la tormenta.

.- Quizás el viento llama como lento susurro. Mejor es no enfadarlo para que no nos vuelva locos con sus gritos.

.- El contraste del árbol me ha llevado hasta mí mismo: mis pies, casi raíces; mi tronco, con la huella de los años; mis brazos y mis ojos, pendientes del abrazo de los otros.

.-  Anda Dios distraído: se olvidó de eliminar el dolor y sigue en el olvido. ¿No le dolerá también a Él al verlo?

.- Esto no es una errata, decía un buen amante: “Cualquier tiempo pasado fue mujer”.


.- Se había olvidado de lo que era la imaginación: llevaba varios años dedicado solo al estudio de Aristóteles.

jueves, 18 de agosto de 2016

¿NOVELA HISTÓRICA?


He asistido esta tarde-noche a la presentación de la novela  “Y conoceréis la verdad”, de la que es autor Reynaldo Lugo. No hago reseña porque aún no la he leído. Pero el autor, que maneja bien la pluma, la ha presentado como una novela histórica, segunda  parte de una trilogía que repasa de forma crítica los años de la revolución cubana.
¿Existe realmente la novela histórica? Parece una contradicción en sus términos pues o es novela o es historia. Le formulaba esta misma objeción al autor y me la negaba rotundamente. He leído muchas novelas clasificadas como históricas. En realidad, lo que existe son historias noveladas, con un grado mayor o menor de elementos reales o inventados. Todo es una cuestión de grados y del poder del novelista para no dejarse apabullar por los acontecimientos.
Es verdad que toda historia hay que situarla en un espacio y en un tiempo, pasado, presente o futuro. En tal sentido, todas son históricas, o lo serán. La clave se halla en la formulación y en la concreción en la escritura. El novelista actúa con un fondo estructural que no puede tergiversar la Historia, pero sí la puede camuflar, agrandar o empequeñecer según le pida la trama literaria. Reynaldo conoce esto perfectamente, pero hoy, en sus explicaciones, parecía que solo tenía interés en dar a conocer los datos históricos de su Cuba natal en los primeros años de la revolución. Tal vez por ello me parecía a mí que ejercía más de historiador que de novelista. Y lo peor es que, incluso cuando se actúa como historiador, la visión que se vierte es inevitablemente parcial, o al menos incompleta.
Por eso a mí me gustará más comentar la novela con Reynaldo cuando la haya podido leer. Es el proceso creador, son las fuentes, es la documentación, es el ritmo de escritura, es la intención pretendida, es el estilo…, es todo eso lo que realmente me interesa más. Los hechos concretos sucedidos en Cuba en esos cruciales años me dejan un poco más frío. Salvo que aporten algo desconocido y muy importante.

El subgénero de la novela histórica sigue de moda. Reynaldo maneja bien la pluma y los tiempos. Que la denominación técnica sea más o menos ajustada es asunto que importa menos.

martes, 16 de agosto de 2016

PODERES


En las conversaciones de cada día, cuando utilizamos la palabra “poder”, generalmente estamos pensando en el poder político: hasta tal punto ha adquirido relevancia esta actividad. Y, para nuestra desgracia, pensamos casi todos que con la delegación del voto cedemos nuestro poder para concentrarlo en esas pocas personas que dirigen la actividad ejecutiva. Es verdad que en ellos delegamos poder, pero no deberíamos olvidar que tendría que ser el menor posible, que nuestra participación tendría que ser activa y continua y que no tendríamos que esperar a que nos den todo resuelto. El poder lo debo tener yo, en igualdad de condiciones con mis conciudadanos, para decidir  entre todos y en igualdad.
Dice Thomas Hobbes, en su obra Leviatan, I, Cap. X, que “el poder de un hombre lo constituyen los medios que tiene a la mano para obtener un bien futuro, que se le presenta como bueno”. Enseguida divide este en original e instrumental. Creo que el concepto de poder en Hobbes es demasiado incluyente, pero eso ahora no me interesa.
También para el filósofo inglés, el poder más grande “es el que está compuesto  de los poderes de la mayoría, unidos, por consentimiento, en una sola persona natural o civil (…) como es el caso en el poder de una república”.
Pero de ese poder participan pocas personas. Hay otros poderes, muy diversos, que se ejercen a diario sin que pongamos mucha cuenta en ello, y que convienen a los que los ejercitan. Cualquiera puede intentar una lista que le resulte familiar y próxima. Hobbes habla “del poder de atracción, del poder de la razón, de la capacidad de ser amado u odiado por los demás, del éxito, de la afabilidad, de la fama, de la prudencia, de los títulos nobiliarios, de la elocuencia, de la buena presencia, de la ciencia, de las artes…” Y añadimos: la posesión de medios económicos, la juventud, la popularidad, la atracción sexual, la situación laboral…
Ejercer con más o menos empeño unos u otros, dejarse llevar con más o menos docilidad por cualquiera de ellos, ordenarlos de una forma o de otra nos da como resultado una escala de valores y unos comportamientos bien distintos, una conciencia social u otra y una manera específica de ver el mundo.

Porque las ansias de poder parecen condición innata del ser humano. Algo bien distinto es el grado de doma y de esfuerzo que pongamos para adquirirlo, para ordenarlo o para sencillamente mandarlo al reino del olvido.

sábado, 13 de agosto de 2016

PARÁBOLAS. TENGO OTRA DIFICULTAD


Y no escribo problema porque no es matemática la dificultad. Una más pero que me visita con frecuencia y cada ´día me duele un poco más.
Leo repetidas veces libros que tienen que ver con el mundo de la educación. Ha sido mi profesión y mi vocación; por ello me sigue atrayendo este mundo. Además, estoy convencido de que el mayor avance personal y de las comunidades, en todos los sentidos, incluido el económico, tiene que ver con el éxito o el fracaso del mundo de la educación y de cómo se plantee. Hoy ando en ello.
Los más brillantes pedagogos y aquellos educadores que han dejado mayor y más duradera huella son los que abogan por una educación en la que el protagonista activo es el alumno y nunca el profesor. El profesor debe centrar su actividad en abrir caminos, en proponer posibilidades, en acompañar al alumno, en servirle de referente, en extraer las posibilidades que todo educando posee, aunque no sean las mismas en todos. Pero el que tiene que ejercer de descubridor, el que tiene que andar el camino, el que debe forjar su propia educación es el alumno, el que debe desarrollar sus capacidades y posibilidades es el alumno. Hoy leo ejemplos en forma de “Parábolas para una pedagogía popular”. Me las regala, en formato de libro, el educador francés del siglo pasado Célestin Freinet. Son numerosas y todas poseen el mismo esquema y de ellas se extrae la misma consecuencia.
¿Dónde está, pues, la dificultad? En que yo ya no puedo aplicarlas. Mi trabajo terminó y ahora lo veo como algo bastante lejano, por más que me siga llamando en el recuerdo. Me sucede con otras materias, no solo con el mundo de la educación. Y me queda la nostalgia de pensar en qué medida apliqué yo en mi trabajo estos o parecidos esquemas pedagógicos. Siempre me queda una mezcla de duda y casi de certeza de que pude hacer mucho más de lo que realmente hice, y esto me crea algo de mala conciencia. No me consuela demasiado el pensamiento de que a mi alrededor no creo que se hiciera mejor: es un consuelo un poco endeble. Repaso los contextos y me reafirmo en que no favorecían demasiado estas prácticas: programas, papeleos, costumbres sociales, escalas de valores exteriores, edades, ajustes entre iniciativas personales y posibilidades reales de llevarlas a cabo…
Sé bien que hay teorías pedagógicas para todos los gustos, y que, seguramente, todas tienen un poco de verdad. Pero me quedo con las más abiertas, con las menos impositivas, con las más sugeridoras, con las más diversas…, con aquellas que potencian, hasta donde pueden, los desarrollos de las posibilidades diversas de cada educando y que hacen de este el protagonista en primera persona… Es, creo, la mejor manera de hacer vida intensa y gozosa para cada uno.

Habrá que buscarles a estas parábolas otras aplicaciones más cercanas y distintas.

jueves, 11 de agosto de 2016

¿FRACASO O ÉXITO?


No es frecuente que yo abra un libro y lo cierre antes de haber dado buena cuenta del mismo. Pero toda regla tiene excepciones. Cuando esto sucede, me puede un sentimiento de fracaso. Vengo apuntando desde hace años los títulos de los libros que leo. En el presente de 2016 tengo apuntados 84 y no recuerdo haber abandonado la lectura de ninguno. Hoy anoto un caso  de este tipo.
Desde hace bastantes días anda por las mesas de mi casa el libro del filósofo Matin Heidegger titulado “El ser y el tiempo”. Es un texto muy importante en la historia del pensamiento. Me apetecía mucho hincarle el diente y saborearlo. Ha podido conmigo y hoy abandono sus páginas hasta mejor ocasión.
Supongo que en algo han influido los calores, el ritmo del verano, los horarios menos rígidos, los “ruidos” que contaminan, mi distensión…, qué sé yo, muchas cosas. El caso es que no avanzaba, que se me caía de las manos, que mi mente no dominaba las palabras y los párrafos. El otoño o el invierno me traerán mejores contextos. Ya veremos. De momento me he quedado casi en el esbozo de la obra, y, a pesar del abandono prematuro, no es poco.
Las culpas son casi todas mías. Pero vuelvo a llamar la atención acerca de la necesidad que los pensadores y filósofos tienen de mostrarse con toda la claridad y la sencillez posibles. Porque a veces lo ponen muy difícil. Aquí anoto como ejemplo un párrafo: “El mundo inmediato del “ser ahí” cotidiano es el mundo circundante. La investigación avanzará desde este carácter existenciario del “ser en el mundo” del término medio hasta la idea de la mundanidad en general. La mundanidad del mundo circundante (la “circunmundanidad”) la buscamos a través de una exégesis ontológica de los entes intracircunmundanos que hacen frente inmediatamente. La expresión “mundo circundante” contiene en el “circundante” una alusión a cierta espacialidad. La “circundancia” que es constitutiva del mundo circundante no tiene, empero, un sentido primariamente “espacial”. El carácter espacial indisputablemente inherente a un mundo circundante solo es, antes bien, aclarable partiendo de la estructura de la mundanidad. Partiendo de aquí será visible el fenómeno de la espacialidad del “ser ahí”. Ahora bien, la ontología ha intentado, justamente, hacer la exégesis del ser del “mundo” como res extensa partiendo de la espacialidad…” Pgs. 68-69.
Coño, la gallina.

Así es muy difícil enganchar a alguien en el intento, ya abstruso de por sí, de entender algo de la esencia del ser y del estar en el mundo. Por más que se trate de un esquinazo fundamental para tener algo de apoyo mental o para dejarse simplemente llevar por el aire que más sople.

miércoles, 10 de agosto de 2016

CANCIÓN DE ESPERA


CANCIÓN DE ESPERA

Si yo me alejo de mí
para llegar a tu lado
y tú te alejas de ti
para llegar a mi vera,
¿cuál será el sitio en el que ambos
cumpliremos la condena?

Ni yo seré yo, ni tú
serás la que siempre eras;
tú serás lo que te pida,

yo seré lo que tú quieras.

lunes, 8 de agosto de 2016

!!!SOCORRO!!!


Ser es estar siendo sin dejar de ser, pero entendiendo que el tiempo y el espacio nos marcan el camino y los límites en los que la existencia tiene sus propias normas para mostrar su esencia. El ser no es tal, por tanto, si no es en el estar, condicionado, o más bien definido, por las circunstancias en las que se manifiesta y se me hace posible para el conocimiento. Mi aprehensión del mismo no sé cómo puede ir más allá de esa comprensión de las circunstancias en las que se me manifiesta.
Como el ser de mí mismo se reconoce también en el espacio y en el tiempo, es decir, en las circunstancias del estar, las cosas me necesitan para su existencia y yo las necesito para reconocerme y tomar conciencia de mí mismo.

El ser y el estar de las cosas tal vez acaben siendo yo mismo y solo yo mismo. Qué abismo.

sábado, 6 de agosto de 2016

JUEGOS OLÍMPICOS


Ayer a media noche (hora española) comenzaron los juegos olímpicos en Río de Janeiro, Brasil. Siempre se hace con una ceremonia inaugural llena de colorido y de simbolismo; con ella se quiere encantar al mundo y dejar clara la fuerza del país que organiza el evento. En la misma se congregan los atletas más conocidos y admirados del mundo entero. Dicen que son la actividad más seguida de todas las que se celebran por ahí.
He visto un rato esta mañana, en una repetición de TVE, y, por encima de todo, me llaman la atención dos aspectos. El primero es el de la idiosincrasia del país que fluye en la ceremonia; en este caso mucho de aparente desorden y mucho de movimiento y de alegría desbordada del pueblo de Brasil. El segundo es el que se repite siempre: el de la alegría de los deportistas, que, en el fondo, son jóvenes que se juntan, se exhiben durante unos días, intercambian relaciones y viven una experiencia distinta y universal, solo reservada a los privilegiados.
Porque en unos juegos olímpicos se exhibe lo más evidente en el ser humano, aquello que es primero y principal, el cuerpo y sus capacidades, eso que primero descubre en sí mismo el ser humano y que le pertenece para conservarlo, mejorarlo y aguantarlo hasta la muerte. En esta cultura de la pasarela, desde el citius, altius fortius, todo lo que sea espectáculo e imagen se enaltece y se recompensa con el aplauso y con el reconocimiento general. Nada diferente a lo que ya sucedía en época griega. Los medios de comunicación se encargan de agrandarlo todo y de hacer de ello un espectáculo del que no es fácil escapar.
¿Alguien se imagina unos juegos olímpicos de las ciencias y de las letras? Causa risa casi hasta el imaginarlo. Pues no sería difícil organizarlo. Y no sé si no traería más beneficios para la comunidad. No interesa tanto la comunidad sino las excepciones y los extremos. Es lo que hay.
Al lado de los estadios olímpicos vive la pobreza, se hacinan las favelas y crecen a ojos vistas las desigualdades. La inseguridad que esa situación produce se persigue y se castiga, se oculta y se olvida. Los aplausos solo quedan para los estadios y para los privilegiados. Pero siguen estando ahí, y seguirán estando cuando los aplausos enmudezcan dentro de nada.
No obstante, para entonces ya nos habremos inventado otros teatros que nos escondan las aristas negativas del día a día. Por ejemplo, las ligas de fútbol.
Me gusta ver la superación de los deportistas, pero no puedo olvidar lo que sucede a pocos metros de los estadios. Todo conforma la vida, aunque es más abundante y doloroso lo de fuera que lo de dentro.

A ver si al menos los ratos de distracción me ayudan a sobrellevar el calor agosteño, porque, si no, yo también puedo terminar agostándome.

viernes, 5 de agosto de 2016

ESCORZO


ESCORZO

Soy un rumor de tiempo que se atreve
a regalar sus ecos un momento,
un reflejo del viento, peregrino,
que se pierde extraviado en el espacio;
soy el silencio humilde de las cosas,
el despertar de un sueño muy confuso;
soy una nota débil y sencilla
de un canto desigual del universo
que se siente perdido si no canta;
soy la muerte que aguarda sin complejos
el turno de llevarme y de tenerme;
soy un paisaje limpio, a la intemperie,
que aspira a ser semilla y fruto y alma.


Soy lo que soy, sin más, tan solo eso.

jueves, 4 de agosto de 2016

LADRÓN DE LAS PALABRAS

               
LADRÓN DE LAS PALABRAS

Yo tampoco nací
sabiendo las palabras.
Tan solo fui advirtiendo lentamente
el tacto y la existencia de las cosas:
los pechos de mi madre, aquellas manos
que le ofrecían caricias a mi cuerpo,
el aire respirado, algunos ruidos
lejanos y difusos…

¿Cuándo me sorprendí entre las palabras?
No guardo la conciencia del milagro.
Porque aquel fue el milagro de todos los milagros.
Tomar distancia plena de las cosas,
verlas en la distancia,
saber nombrar al mundo sin tocarlo,
inventar dimensiones de otras vidas,
comerme una manzana con tres sílabas,
hacer sonoro el silbo de las aves,
o poder decir madre ante mi madre.

Desde entonces ejerzo
de furtivo amador de las palabras.
En ellas guardo viva la memoria
de todo mi pasado; sin su amparo
yo no sería nada. Ellas me salvan

de morir en mí mismo sin poder contarlo.

miércoles, 3 de agosto de 2016

¿DE VUELTA?


Preámbulo conocido: ninguna cosa mejor que la presencia de mis nietos y todo lo que ellos significan para mí. Once días -los he contado uno a uno- conmigo y se me fueron de las manos cuando empezaba la segunda ronda-. Se me fueron y yo me quedé con las manos y el corazón vacíos. Tienen que acudir a otros lugares, lo sé, pero me dejan triste y encogido. Los quiero más todavía, si esto es posible. Vale.
Decía Marañón, en su ensayo Dos monólogos sobre la prensa y la cultura lo que sigue: “Cuando el hombre escapa de la presión de la vida cotidiana y se hace libre, es decir, cuando se encuentra a sí mismo, no encadenado a un ritmo, sino flotando en el Universo, como ocurre en los grandes viajes, en las largas enfermedades, en la prisión o en el destierro, entonces, se da cuenta de que el saber no es oír o leer cosas nuevas, sino trabajar profundamente unas pocas cosas fundamentales, amasándolas, como la harina del pan, con el específico fermento de la meditación. Y esta noble actividad exige, para problemas mínimos, semanas enteras”.
Es el caso que yo he pasado semana y media lejos del día a día y amasando con los míos ese mundo interno y duradero de lo familiar, y me he quedado casi a dos velas de lo que cada día sucede por ahí, o mejor, de lo que los medios de comunicación dicen que sucede por ahí. No pasa nada si yo no quiero que pase nada; lo que tenía que pasar sucedía en otro círculo mucho más auténtico.
Pero todo sigue manga por hombro en el asunto este de formar Gobierno y de que las fuerzas políticas se pongan de acuerdo. Anotaré mi opinión ahora que el tiempo anda revuelto y cuando es más fácil darse de bruces en la red.
1.- MI posición política es de izquierdas, por supuesto.
2.- Los partidos de izquierdas se han presentado a las elecciones con un programa para cambiar el rumbo de las políticas de derechas, ergo la lógica pide que se apueste por otro Gobierno distinto al que actualmente está en funciones.
3.- La suma de intereses de grupo, territoriales, etc. evidencia que no se puede producir una suma suficiente de votos de derechas. Recuérdese que la derecha (opino) no tiene ideales, sino solo intereses.
4.- La única posibilidad numérica que permitiría una salida de la crisis sería una abstención del PSOE.
5.- Dese, pues, esa abstención para la investidura.
6.- Hágase, por favor, a cambio de nada, solo como fórmula numérica para echar a andar y pensando en el conjunto de la comunidad.
7.- Peléese desde el primer día y desde la primera ley para defender las posiciones propias, aquellas que deben estar en la base de un partido de izquierdas.
8.- El objetivo último no es el poder sino la implantación de las ideas que mejoran la vida de la comunidad, por más que en este sistema el poder lo facilita.
9.- Siempre es preferible equivocarse por generoso y liberal (acepción etimológica, por favor) que por sacapechos, aunque aparentemente se dejen pelos en la gatera.
10.- A pesar de todo, entiendo a los que se oponen a facilitar nada a un partido que representa lo que representa el PP y que en los últimos años tantas desigualdades ha causado y tanta corrupción ha generado: están totalmente cargados de razones para defender su postura.

En fin, que vengo a desmentir un poco a Gregorio Marañón y me incorporo a la rutina diaria para observar los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa, o, ya se sabe, lo que pasa en la puta calle.