-¿Qué haces por delante,
solitario y cabizbajo?- me decían mis amigos esta mañana en medio del paseo,
ladera arriba, a la sombra de los castaños y al arrullo de los regatos que
todavía refrescan en las vaguadas.
-Medito sobre mi voto para mañana-
les respondía.
Y era verdad, aunque lo era a
medias. Era mentira porque mi voto está decidido desde hace mucho tiempo, y
verdad porque consideraba en silencio las causas, la realidad y las posibles
consecuencias del mismo.
Se terminó ayer otra campaña
electoral que no sé qué posible sentido tiene, sobre todo cuando no se
actualizan programas y apenas se habla de ideas. Y, sobre todo, porque, si se
habla de ideas, ya se encargan los medios de comunicación de desviar la
atención hacia elementos más morbosos. Ya no he visto casi carteles por las
calles, tampoco reparto de propaganda en mano, tengo para mí que la presencia de interventores de
partidos en las mesas electorales es gratuita y no tiene sentido en estos
tiempos, creo que las campañas apenas modifican el sentido del voto… O sea, que
casi toda la parafernalia se torna casi inútil.
Y a mí me parece bien que así
sea. Por dos razones sobre todo. La primera es de tipo técnico: hoy son los
medios y no el boca a boca el que llega al gran público y a los mítines van
solo los que ya están convencidos o ese segmento de población que me abstengo
de señalar y de calificar y que ¡oh gilipollez! se puede sacar una foto con el
líder de turno y tal vez darle un par de besos; el resto es plana mayor que está
obligada a acudir a todos los sitios. La segunda es de más enjundia y apunta al
campo ideológico: ¿es que no ha habido años enteros para meditar acerca de las
ideas (si es que las hay, las hubiera, las hubiere o las hubiese) que sustentan
las ideologías respectivas (si es que las hay, las hubiera, las hubiere o las
hubiese)? Socialismo se hace en las lecturas, en las conferencias, en los
diálogos, en las mesas redondas, en los escritos, en los paseos, en las
tertulias y hasta en la forma de cortar el pan de cada día. Y ese socialismo es
el que ahonda y queda, germina y da frutos, arraiga y crece. Aquel que no dé
señales de vida en actividad cultural, por ejemplo, no sé qué fondo de armario
puede tener para apoyar al partido que las defienda. Y el mismo esquema para
los que se llaman liberales, o conservadores, o qué sé yo.
Las campañas electorales, si
acaso, son picos de una trayectoria que tiene que ser larga y continua; si no
es así, solo puede responder a algún impulso inmediato de rechazo más que de afirmación,
cuando no de conveniencias y de egoísmo personales.
Después parece que el voto
individual se diluye en el colectivo, volvemos a la queja o al aplauso de las
acciones concretas y no siempre reconocemos que cuando se siembran truenos se
recogen tempestades o que una buena sementera favorece una buena cosecha. Y en
la siembra, como en la cosecha, participamos todos.
A estas alturas de mi vida y con
algún bagaje reflexivo a cuestas, mi voto sigue siendo decididamente de
izquierdas. Otros tendrán otra dirección. Ojalá todos los votos tengan buena
voluntad y, sobre todo, buen sentido.
Por cierto, el Camino de los
Galindos, hacia La Francesa, brillaba en sus verdes luminosos; el regato de Los
Horquitos cantaba en sus aguas una canción indefinida y continua, y el prado de
La Francesa se quedó de piedra viéndonos dar cuenta de las viandas y asistiendo
asombrado a la manera en la que embaulábamos todo lo que se ponía en la mesa.
2 comentarios:
Mañana puede ser un día importante si hay sorpresa,pero si no,está claro que el día a día lo podemos hacer importante las personas con lo que podemos aportar o recibir de los demás.Hoy ha sido un bonito día.
Mañana puede ser un día importante si hay sorpresa,pero si no,está claro que el día a día lo podemos hacer importante las personas con lo que podemos aportar o recibir de los demás.Hoy ha sido un bonito día.
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