QUEJA Y DESEO
Nadie puede impedir que con las
olas
el mar nos deposite sus bostezos
en la arena gastada de las
playas.
Cuando se acerca la estación que
duerme
en la escondida luz de su
memoria,
el cielo se proclama y se hace fiesta,
las aves se despiertan y se
afanan
en anunciar al cielo su llegada.
Todo es feliz comienzo y vida
plena
en la naturaleza.
¿Por qué tanto precepto, tanta
guía
que niega para el hombre
-más para la mujer-
que la vida se ensanche y se
propague
y que el miedo sea pasto de las
llamas
del reino del olvido?
Hoy es noche de luna y nos
sonríe.
Démonos, pues, la mano y
caminemos
por donde venga el eco de la
brisa,
sin otro mandamiento que ese
impulso
que nos lleva a la fuente de la
vida.
Que en ella nos perdamos
hasta romper el límite del gozo.
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