lunes, 27 de junio de 2016

LAMERSE LAS HERIDAS


Hoy sí que es día de tornabodas, de resaca o de reflexión. Supongo que todos guardarán algún minuto para considerar lo que ha pasado en las elecciones celebradas ayer. Y me gustaría que no lo echaran todo en el regodeo de la victoria ni en el llanto del fracaso. Al fin y al cabo, la democracia sigue siendo un sistema de participación, de aquella manera y con muchísimas limitaciones y campos de mejora, pero el menos malo que conocemos. Así que cada cosa en su sitio y las campanas en lo alto de la torre, que ese es el lugar que le corresponde.
Pero, aparte generalidades, también confío en que los más sesudos alarguen la mirada y consideren el antes y sobre todo el después, es decir, las consecuencias.
Por eso apunto algo sobre lo que seguramente volveré cuando pasen los días y los meses.
No sé si en este tipo de sociedad he de comenzar por arriba o por abajo; quiero decir desde el nivel estatal o desde el personal. Al fin y al cabo, la realidad la constituyen y la condicionan los medios cada día más. Supongo que, en este sentido, muchas personas se tienen que sentir desazonadas y muy desalentadas. Yo también lo estoy. Si en estas condiciones de desigualdad social, de recortes en los apartados más generales, de robos manifiestos, de cacicadas por todas partes, de vacío de las arcas de la seguridad social, de egoísmo por doquier, de… las derechas no solo no retroceden sino que avanzan en votos, qué podrá pasar en condiciones un poco más favorables… Y parece que ya peor no pueden manifestarse. Supongo que habrá muchas más variantes que yo no alcanzo a ver y que no sean el egoísmo y la estupidez. Supongo. Porque si la gente ha votado así, tendrá sus razones, por más que a mí me desazone su decisión. Calculo que, en términos parlamentarios, es ya hora de dejar gobernar a aquellos que han recibido mayor apoyo. Por supuesto, solo para la investidura: lo demás sería prostituir ideas, programas y engañar al electorado. Veremos.
La división de la izquierda no es nada nuevo y a alguien habrá que enseñarle, o sencillamente tendrá que aprender desde el sentido común, que no se puede uno apoderar de toda una historia de luchas y de conquistas sociales, y mucho menos con desplantes y con algún punto de soberbia.
Desde los niveles regional y local, el asunto se me ofrece mucho más claro y sencillo. En el centro de España (pueblos pequeños, agricultura, caciques, pirámide de población, funcionariado de medio pelo y esclavos agradecidos…) explican con nitidez lo que viene sucediendo desde hace decenios. Aquí la derecha presenta como candidato un palo pelado y saca mayoría absoluta. En el nivel local no tengo mucho más que añadir, si acaso que reafirmar.
Calculo, claro, que una mentalidad de derechas verá soles donde yo veo nubes. Por eso la necesidad de intercambiar opiniones en foros públicos, ese hecho al que ellos se niegan casi siempre y procuran evitarlo. ¿Por qué será?
Poco tengo que lamentar desde el nivel personal pues ni aspiraba a cargo ni me van a retirar ninguna prebenda. Pero el futuro lo veo aborrascado. No sé si mejor o peor en términos económicos (hasta en esto barrunto tormenta y fuerte), pero sí desde luego en sensaciones de egoísmo, de encogimiento mental, en sacapechos de mentes vacías, en desigualdades y en falta de proyectos de mejora para la comunidad.
Es hora de lamerse las heridas. Yo las tengo y mi ánimo anda hoy un poco más bajo. Pero seguirán los calores, y llegará el otoño, y después el invierno, y me haré un poco más mayor (ya debería escribir viejo), y caerán torres y se volverán a levantar, y el tiempo hará de las suyas y nosotros haremos de la nuestras con él.

Voy a darme un poco de hipérico por el cuerpo para que me sane las heridas. Después, el día a día, ese surco en el que se siembran las ideas que de verdad duran. Ay.

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