jueves, 12 de mayo de 2016

TIEMPO DE OCIO Y TIEMPO LIBRE (UNA PRECISIÓN)


Sabemos que es la reforma protestante la que da un nuevo sentido histórico al concepto de individuo. Según esa nueva concepción, el ser individual, el individuo, pasa a ser núcleo y centro de toda actividad tanto interna como externa. Y de toda esa actividad se hace responsable, tanto en el sentido religioso (la fe individual), como en el externo (dueño de su actividad, de su empresa y de su capital). Tirar de este hilo es tanto como entender un poco mejor el desarrollo histórico, en religión, en filosofía, en costumbres y en economía, de los países protestantes frente a los de raíz católica. No como única variable, pero sí como una de las más importantes.
Pero, sea cual sea el sistema social en el que el individuo se desarrolle y viva, se encuentra en nuestros días con una serie de aspiraciones y de condicionamientos comunes, que lo traen por la calle de la amargura y que lo conducen más o menos atado por los caminos de la imposición social..
Las estructuras económicas y laborales obligan al individuo, en ambos casos, a someter una buena parte de su tiempo a las imposiciones horarias de las estructuras comerciales capitalistas. Esto en el mejor de los casos, pues una buena parte de los individuos anda excluida de los circuitos laborales y mendiga el paro o anhela la vuelta al sometimiento en forma de contratos laborales, aunque sea en sus formas más precarias y lastimosas.
A partir de ahí, nuestras fórmulas sociales “liberan” tiempo, que debería ser para cumplir con los deseos personales de cada uno, esos que, en teoría, tendrían que ennoblecer a cada ser humano desde la cultura y desde el recreo en la belleza y el arte, en cualquiera de sus manifestaciones.
Porque no es fácil ennoblecerse en el tiempo dedicado al trabajo, salvo en las partes de sublimación, en las que el individuo trabaja y a la vez considera que realiza una actividad que lo hace más persona, un ser más cultivado y completo, un individuo que contribuye con sus esfuerzo a la mejora de la colectividad. No es este el caso más frecuente pues el trabajo reglado es contrato entre esfuerzo y recompensa económica en su mayor parte.
Nos queda el otro tiempo, el no laboral, para ejercer nuestras aficiones, para completar nuestra formación y para realizarnos personal y socialmente. ¿Es este tiempo de ocio o tiempo libre? ¿Son sinónimos ambos términos? Creo que, si miramos con atención, debemos deducir que no significan lo mismo. TIEMPO DE OCIO es lo que nos deja la sociedad para recuperarnos un poco antes de volver a someternos a los horarios y a las condiciones laborales que nos imponen desde fuera; es el rato de recreo que nos permiten para que no nos agotemos físicamente, pero que formalmente y en estructura sigue siendo dirigido por las mismas fuerzas del mercado laboral. Por eso, nuestro OCIO sigue dirigido desde la publicidad para que “disfrutemos” con el coche que seguimos pagando a plazos o para que nos desplacemos unos días de vacaciones para las que hemos estado ahorrando todo el año y guardando algún dinero en los bancos, esos que tal vez sean dueños de los hoteles a los que nos invitan a ir en vacaciones. Ocio, pero ocio dirigido; recreo vigilado.
El TIEMPO LIBRE debería ser otra cosa; tendría que ser aquel en el que la organización depende en exclusiva de nosotros, las reglas las imponemos cada uno de nosotros, y en nada o casi nada dependemos de las superestructuras que nos controlan el otro tiempo, el tiempo regulado en el trabajo. Es en este tiempo LIBRE en el que tendría que florecer la personalidad, en el que tendrían que multiplicarse los caminos, en el que habría que ver cómo se hacen infinitas las posibilidades, según la voluntad de cada uno y sus deseos de mejora personal.
Siempre que puedo recomiendo la compra de un producto que parece que no está en el mercado pero que resulta ser universal y muy productivo. Se trata del TIEMPO LIBRE. Desde él la persona se puede hacer de manera más libre y activa, pues de ella, y solo de ella, dependen el camino y la dirección. El otro, el tiempo de ocio, es necesario, pero está dirigido desde fuera y nos impone sus condiciones abusivas que solo nos mantienen hasta la vuelta al tajo de la imposición.

Sé que, en los tiempos que corren, muchas personas se conformarían con tener tiempo de ocio después de su jornada laboral, aunque no llegaran a aquello del tiempo libre, pues eso significaría que al menos estaban incluidas en el proceso laboral. Lo sé. Pero convendría no dejarse engañar y exigir lo que corresponde a la importancia de la persona como tal, que ha de hacerse a sí misma, sentirse dueña de su proceso vital y conductora de sus propios anhelos.

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