RECUERDOS
Me pueden esta noche los
recuerdos,
tal vez porque en la tele
no veo ningún programa que me
guste
y estoy envuelto en música
que me deja volar sin rumbo fijo.
Vienen solos, sin orden, y se
marchan
con el mismo sigilo, a cualquier
parte.
Me acuerdo de las calles de mi
pueblo,
interminables todas y ahora tan
estrechas;
recuerdo aquella estancia
prolongada
entre mundos de piedra y entre
rezos,
claustros de El Escorial.
Me acuerdo de los tikets de
comida,
comida estudiantil La Rafaela:
veinticinco pesetas, Salamanca.
Recuerdo los estudios, los
exámenes,
las muchas exigencias de la beca
salario.
Me acuerdo de los días de verano
en el alto calor de aquellos
cursos
de la Universidad de Salamanca,
yo joven profesor, con el futuro
mirándome envidioso…
Recuerdo tantas cosas de otros
tiempos
lejanos y recientes…
Pero, si he de ser franco,
con palabras sencillas os
confieso
que mucho más recuerdo a las
personas
que han vivido mis días y mis
penas,
todos los que, a pesar de mis
caprichos,
me han aguantado siempre y me han
nombrado
padre, hijo, compañero, amigo,
hermano.
Con ellos quiero estar en los
recuerdos
y no solo acordarme en los instantes
en los que necesito su recuerdo.
Ellos saben si son o simplemente
no traspasan las puertas si me
llaman.
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