Un nuevo día del trabajo en esta
fecha emblemática del primero de mayo. Manifestación. Este año con algún
desacuerdo entre CCOO y no sé si UGT o CGT. Consecuencia: falta de megafonía,
menor asistencia (siempre es escasa) y ambiente un poco más desangelado.
Tengo la impresión de que este
acto se sucede en Béjar durante los últimos años como un hecho más al que poca
gente le concede simbolismo y ante el que casi nadie ni siquiera se para para
mirar o hacer un pequeño comentario cuando pasan los manifestantes.
Mientras tanto, en Béjar siguen
existiendo más de dos mil parados, con una tasa que ronda o supera el cuarenta
por ciento, la población envejece y su curva es un hongo nuclear, los jóvenes
se marchan en busca de un futuro mejor y sin saber realmente a qué…, y la
conciencia social anda dormida y yo diría que roncando. Por si fuera poco, el
ayuntamiento del PP promociona una llamada “fiesta de los limones” con el claro
fin -me parece algo evidente- de quitar cualquier protagonismo a los
trabajadores y evitar la más mínima crítica acerca de la situación local. Y la
gente se suma a los limones, que son gratis y en el campo. Allá cada cual. No
sé muy bien tampoco si la labor de los sindicatos es la mejor; posiblemente sea
manifiestamente mejorable.
En fin, son algunos trazos
gruesos del día y de la situación en
Béjar. No estoy seguro de que en otros lugares el panorama sea más positivo.
Pero el asunto sigue estando ahí,
con gente y sin gente, con buen tiempo y con tiempo lluvioso, incluso con
trabajo y sin trabajo. Ahí siguen las desigualdades, la pobreza de tantas
familias, el desinterés, el acaparamiento, la pérdida de derechos individuales
y sociales, el desconcierto del personal acerca de cualquier futuro, el
desánimo y el egoísmo que se aceleran, y toda esta maldita crisis, que no es
pasajera sino muestra de que el sistema que la provoca y la sustenta está lleno
de mal olor hasta en sus más escondidas rendijas.
No soy economista, pero siempre digo
que aspiro al sentido común, que no es poco. Asistimos al desarrollo de una
tercera revolución industrial en la que se mezclan elementos que, si no se
examinan con atención y se hace partícipe de ellos a toda la población,
corremos otra vez el riesgo de dejar fuera de juego, marginados y hasta
olvidados, a los más necesitados. Esta tercera revolución industrial, basada
sobre todo en las potencialidades de internet, nos ha situado en una aldea
global en la que todos los valores añadidos en los que se basaba y se basa el
sistema capitalista están en peligro de desaparecer. Existen multitud de
productos y de servicios que están al alcance de la mano de casi todos, tanto
en su creación como en su distribución y con un coste añadido casi de cero. Por
el camino de la intermediación se están quedando orillados muchos seres
indefensos. Cualquier ejemplo puede ilustrar esta afirmación. Una tienda
cualquiera, por ejemplo, que no es más que un eslabón de una larga cadena y que
está al capricho de las grandes superficies o de una distribución que prescinda
de ella. O una editorial, o una discográfica, o una institución educativa con
los programas on line.
La nueva sociedad se está
transformando en un mundo al alcance de todos si lo sabemos estructurar con ese
fin. Si no lo hacemos así, el peligro de los monopolios y de los oligopolios nos
hará la vida casi imposible. Todo nos obliga a un sistema más participativo, a
un sistema de productores y consumidores, o, como se llama ahora, a un mundo de
prosumidores.
La fiesta del primero de mayo
sigue siendo fundamentalmente un símbolo. Pero hay que pasar de la generalidad
a la explicación racional de las cosas. Doctores tiene la iglesia para ello.
Luchar para conseguir una subida digna en el convenio laboral es muy
importante, pero analizar cuáles son las coordenadas en las que se mueve el
mundo del trabajo es mucho más importante y de mayor alcance. Este sistema hace
aguas por muchas partes. Tal vez se ahogue de éxito en sí mismo. Otro más
participativo nos espera. Ojalá nazca pronto y crezca sano y vigoroso. En él
tenemos que tener cabida todos, los que nos hemos manifestado y los que por las
razones que sean se han quedado en casa.
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