lunes, 11 de abril de 2016

"!QUIEN TE CUBRE TE DESCUBRE!"


En estas andaban Sancho y su mujer, Teresa, cuando, de la boca de esta, se empezaron a caer los refranes como gotas de lluvia en un rato de tormenta. Buena escuela para Sancho, tan dado a ensartarlos en cualquier descuido de su lengua, en las andanzas con su señor don Quijote. Era su interés soñar con la conveniencia o no de casar a su hija, Mari Sancha, con algún noble, en cuanto Sancho se hiciera cargo de la gobernación de cualquier ínsula de aquellas que en un quítame allá esas pajas debía ganar su señor, el caballero don Quijote. Y, en medio del delirio, soltó Teresa esta perla: “!Quien te cubre, te descubre!”. Venía a significar con ello, en la forma más popular, que, quien te alaba demasiado termina por dejarte al descubierto tus deficiencias, esas que todo ser humano posee, por más que atesore virtudes por doquier. La expresión tiene origen en algún uso cortesano que permitía cubrirse o descubrirse ante los reyes según la categoría social, pero esto aquí no importa.
Me pregunto si esta consideración posee vigencia en nuestros días y en qué campos se podría aplicar. Y concluyo que conserva toda su importancia y frescura, y que se puede ver reflejada en casi cualquier ámbito de la vida. No necesito repasar el arte y la creación para convencerme de que esto es así y hasta aumentado, de que hay medios en los que la reflexión brilla por su ausencia y la adulación (o, en su caso, el desprecio) se han hecho costumbre hasta el punto de restar credibilidad a cualquier expresión y anular el valor de la opinión. Miro a los medios de comunicación y no me sale nada diferente. Abro los ojos y, cualquier lugar al que mire está lleno de mercancía para ser vendida en el mundo de las vanidades y en el rastrillo de las petulancias y de las pedanterías. En la escala de valores de este mundo, poco o nada vales si no tienes algo para exponer, para ser visto y ser vendido.
Si oriento el foco hacia el mundo político, no me sale fotografía diferente. Después de fracasado el intento de sumar votos parlamentarios para formar gobierno, ahora todo se nos va a ir, durante las dos o tres semanas que vienen, en dar a conocer a las gentes, las excesivas bondades personales y las deficiencias del adversario, con la mirada puesta en las más que probables nuevas elecciones. Y sería bueno no ensalzarse demasiado ni despreciar del todo  a los demás, pues las verdades y las mentiras andan siempre algo distribuidas por ahí entre todos. Y, sobre todo, será bueno estar atentos a las alabanzas exageradas que procedan del exterior, pues pueden dejarnos con el trasero al aire por poco creíbles y por ser pura ilusión.
Como ilusión, y solo ilusión, era aquella de Teresa Panza, y mucho más de Sancho,  de casar a su hija con algún muchacho perteneciente a alguno de los más afamados linajes.

Actúese con serenidad, con algo de sentido común y de buena voluntad, y dejemos que el tiempo vaya diciendo lo que tenga que decir; pero que las exageraciones nos pillen a todos con la cabeza serena y el ánimo templado. Más que nada, para que no nos quedemos demasiado al descubierto y al capricho del viento.

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