PESADILLA NOCTURNA
Saliste, como Venus surgiendo de
las aguas,
de aquel cuarto de baño. La
toalla
sumió tus humedades. De tu pelo
apenas ya llovía. Te tendiste
a mi lado en la cama.
Tu piel toda luciente, tus
mejillas
sonrosadas y dulces como fresas,
tus senos desafiantes contra el
cielo
y tus piernas en forma de compás,
con su punto de apoyo en color
negro.
¿Por qué, si yo moría de impaciencia,
te rendiste del sueño entre los
brazos?
Yo, mientras tanto, en vela
simplemente,
mirándote y mirándote,
cada vez más diáfana y desnuda,
recorriendo con mimo con mis
manos
los restos de la lluvia por tu
cuerpo.
Y tú tan entregada al dulce
sueño.
Qué noche de tormento y de
fracaso.
Y qué gran desengaño
cuando vino la luz de la mañana
y tú te despertaste preguntando
por una pesadilla que, dijiste,
te había contrariado aquella
noche.
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