PARAÍSO TERRENAL
Se afanaba en la búsqueda
continua
de puertas que le abrieran el
camino
de paso hacia el futuro;
recobraba las huellas del pasado
para sembrar en ellas otras
huellas
que apuntaran más lejos y más
alto,
desde donde explicarse qué
sentido
dibujaba su ser en otros mundos.
Malgastaba entretanto todo el
tiempo
de vivir su vivir en el presente.
(No sabe que la luz es para
verse,
que las cosas se ofrecen a su
tacto
y que nada se esconde
de servirle de gozo a cada
instante).
Ha conocido siempre,
desde el primer sabor de su existencia,
prelados y preceptos que
exigieron
rechazar esa luz, esos momentos
de vida satisfecha, que apuntaron
con dirección directa hacia la
muerte,
hacia otro oscuro mundo, que
negaron
cualquier valor distinto al de la
culpa.
Y ha quedado cansado, derrotado
por tanta imposición, por tanto absurdo
dominio de la culpa y del pecado.
El mundo y el presente no son tristes:
tienen luz y calor, tienen comida
tres veces cada día;
en ellos la amistad se satisface
y hay rosas y canciones y las
fuentes
manan agua sonora y las palabras
concretan un milagro cada hora.
Es este el paraíso para el hombre,
hogar de su bondad y sus
maldades.
1 comentario:
Buenas tardes, profesor Gutiérrez Turrión:
Un poema precioso. Cuántos intereses en los engañadores e hipócritas, que arruinan las vidas, prometiendo tanto paraíso artificial e inexistente.
Saludos
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