lunes, 25 de abril de 2016

ÁLBUM DE DUDAS


ÁLBUM DE DUDAS

Extiendo sobre el plano de mi mesa
el álbum secreto de mis fotografías.

La portada es un todo indefinido,
un esfuerzo por ser sin ser concreto,
lo neutro, lo impreciso, la antesala
del nombre de los nombres.
Solo caos, vacío, luces, sombras,
proyecto de embrión en la materia.

Viene luego el capítulo más claro
de las líneas precisas, personales:
el nombre, la existencia, lo acotado,
la presencia del yo frente a lo otro,
ese lento goteo de conciencia
en el reino del tiempo y del espacio.
Yo con mis personales circunstancias,
mis sencillos instintos, mi egoísmo
como única pauta de conducta.
Todo el mundo a mis pies, a mi servicio,
yo como único dios, como primera
 y exclusiva conciencia
en la que el mundo entero se hizo carne.


Dura poco el capítulo de reino personal.
Muy de mañana,
el mundo dividió sus dimensiones,
puso en marcha sus leyes, hizo partes,
ordenó a su placer las estaciones,
pidió que los sentidos ejercieran
de rápidos correos
para llevar noticias de las cosas.
Y mis ojos se abrieron sorprendidos
para ver los colores, y mi tacto
supo de la existencia de otros cuerpos,
y todos mis sentidos se llenaron
de una nueva certeza más segura:
mis deseos, mis ansias, mis instintos
se fueron modelando en los mensajes
del mundo por de dentro y por de fuera:
los padres, los amigos, los vecinos,
las leyes de las gentes, la cultura…,
todo lo que conforma cada día.

El último capítulo se escribe
con nombre de recelo y suspicacia.
¿Es mi felicidad lo que le ofrezco
al mundo natural de mis deseos,
o todo lo que embrida la cultura
reprime lo que piden mis impulsos?
¿La vida es represión o es un camino
donde miden sus fuerzas los instintos
y los múltiples códigos que impiden
la luz y la pasión a cada instante?

Aún hay hojas en blanco
que aguardan que la pluma las componga
con luces verdaderas.
Y Dios irá diciendo, que parece

que está siempre callado.

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