sábado, 19 de marzo de 2016

EVIDENCIAS


Otra vez bajo la sombra del árbol milenario, al amparo del sol que llega cada día sin que le hagamos caso, salvo cuando nos arrecimos de frío; al cuidado del sostén que no nos falla, por más que no atendamos sus explicaciones.
Quiero decir que andamos necesitados de recordarnos, como si de un mantra se tratara, alguna de las verdades del barquero que nos guían, o al menos que componen el índice de la dignidad humana; esas que siguen erre que erre dándonos bofetadas en la cara, contra nuestra costra de sinrazón y de olvido. Son tan elocuentes algunas… Y resultan ser la explicación de tantas otras cosas…
El ser humano, como ser biológico, nace, crece, se reproduce y muere. Para este recorrido necesita alimentos. Hoy se producen alimentos en cantidad como jamás se han producido: hay más que de sobra para alimentar a todos abundantemente.  ¿Cómo se producen, y, sobre todo, cómo se reparten esos alimentos? ¿Qué valores guían esa distribución?
Datos: a) El 1% de la población mundial acumula tanta riqueza como el resto de la humanidad; b) Entre 800 y 1000 millones de seres humanos pasan hambre y viven en situación de pobreza; c) Un tercio de los alimentos producidos se desperdicia; d) La exclusión social severa afecta a más de un 10% de la población….
Así que los seres humanos nacen, se reproducen y mueren, Pero, ¿en qué condiciones? Todas las penas de diario que vemos en los medios de comunicación o a nuestro alrededor, por muy aparatosas que sean, tienen su origen en hechos fundamentales como estos. Solucionar, o al menos paliar, estos supondría arreglar algo de todos esos otros que nos ocupan cada hora.
Seguro que hay gente muy inteligente y con buena voluntad intentándolo. No es sencillo, claro que no. Pero necesitamos también individualmente que refuercen nuestra voluntad y que con frecuencia nos repitan por dónde anda el norte, por si acaso andamos perdidos en minucias y en asuntos nimios.
La primera evidencia es la de que esto no puede seguir así. La segunda es que depende de la voluntad humana, no de los medios técnicos, porque estos existen de manera sobrada. La tercera es la de reafirmar el valor de la persona como fin último al que deben ir encaminados todos los esfuerzos. La cuarta es la de convertir la educación en el principal medio de revolución y de cambio definitivo para conseguir un mundo más justo y saludable. La quinta es la de defender y practicar un modelo de economía de crecimiento racional y sostenido, un crecimiento en el que se produzca lo realmente necesario y se distribuya con equidad y justicia, con todos los elementos en armonía: ¿quién puede negarse ya a reconocer, por ejemplo, que el medio ambiente es esencial y que pertenece su cuidado, gozo y disfrute a todos?

Con este sencillo pentálogo tal vez las cosas cambiarían algo. Un nuevo estilo cultural se hace necesario. El enfrentamiento sin control es puro darwinismo de eliminación. Y uno tiene derecho a pensar que nuestra evolución ya ha llegado hasta el nivel de embridar la lucha de la fuerza contra la fuerza bruta. Hasta los reptiles respetan ciertas normas. Entonces…

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