jueves, 18 de febrero de 2016

CONTEMPLO LAS RUINAS


CONTEMPLO LAS RUINAS

Terminado el fragor de la tormenta,
-orgasmos de la lluvia en los tejados-,
descubro en la vejez de algunas calles
el aroma que habita en sus ruinas.
Son humedades blandas, son escombros,
tumbas en las que duermen
la memoria del tiempo,
los restos del rumor y la ceniza.
 La paz y la memoria sueñan actos
que han desgastado el tiempo y la conciencia.
Hay una grieta azul en la que anida
la presencia olvidada  del olvido
y crecen sin rival el jaramago
y el musgo en el que viven los recuerdos 
de todo lo que, en brazos del pasado,
fue fuego, fueron brasas y fue vida.

Me siento a dialogar con las ruinas
y me arruino también en mis memorias.
Aquí estoy abolido, como ausente,
y pido que, de nuevo,
regrese la tormenta a rescatarme

de las manos del tiempo y del olvido.

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