miércoles, 13 de enero de 2016

!SEÑORES DIPUTADOS!


He visto esta mañana, a través de la televisión, algunas imágenes de la constitución de las nuevas Cortes y tengo que confesar que me he quedado estupefacto. Nunca hubiera imaginado tantas variantes en casi todas las facetas: vestimentas, forma de llegada al Congreso, distribución, primeros pactos, fórmulas de acatamiento a la Constitución, declaraciones varias… Hasta un niño recién nacido en los brazos de su madre, imagen que me parecía mezcla de ternura, reivindicación, postureo y esnobismo.
Nadie sabe si la legislatura será breve, muy breve o extremadamente breve; pero supongo que su desarrollo va a ser variado y hasta pintoresco. No todos las imágenes tienen la misma importancia real ni simbólica, claro que no; pero de todas puedo deducir al menos un par de consideraciones. La primera es que todos tienen derecho a sus expresiones, siempre que no conculquen la ley. La segunda es que a mí no me produce toda esta variedad ningún asomo de satisfacción. Lo mismo que yo tengo que respetar sus formas deberían ellos respetar la expresión de mi parecer.
Eso de que el Congreso tiene que parecerse a la España real creo que hay que interpretarlo correctamente para no caer en la nimiedad y en la trivialidad. A mí me parece que la España real debe representarse guardando las formas que cada contexto sugiere. Ir en bicicleta, con banda de música popular, con niños de pecho… me parece que tiene una cara de jovialidad y hasta de simpatía; pero, si lo tomamos todo al pie de la letra, tal vez mañana se nos presente un diputado con su túper y su merienda, y, campechanamente, se nos ponga a tirar de navaja y bocadillo en medio del hemiciclo. También sería España real. Yo mismo llevo al campo los sábados una sartén en la que freír una panceta deliciosa. No sé… Confieso que no acabo de verlo, a pesar de entender que no es eso lo más importante.
Espero que, desde mañana, y a la hora de fraguar acuerdos o de proponer y aprobar o rechazar leyes, sean todos un poco más previsibles y concienzudos. Seguro que lo serán. Siempre he dicho que innovar por innovar es la misma tontería que no renovar por no renovar. Se alcanza en ambos casos el mismo grado de estulticia.

Pues eso…, que casi que no. 

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