He visto esta mañana, a través de
la televisión, algunas imágenes de la constitución de las nuevas Cortes y tengo
que confesar que me he quedado estupefacto. Nunca hubiera imaginado tantas
variantes en casi todas las facetas: vestimentas, forma de llegada al Congreso,
distribución, primeros pactos, fórmulas de acatamiento a la Constitución,
declaraciones varias… Hasta un niño recién nacido en los brazos de su madre,
imagen que me parecía mezcla de ternura, reivindicación, postureo y esnobismo.
Nadie sabe si la legislatura será
breve, muy breve o extremadamente breve; pero supongo que su desarrollo va a
ser variado y hasta pintoresco. No todos las imágenes tienen la misma
importancia real ni simbólica, claro que no; pero de todas puedo deducir al
menos un par de consideraciones. La primera es que todos tienen derecho a sus
expresiones, siempre que no conculquen la ley. La segunda es que a mí no me
produce toda esta variedad ningún asomo de satisfacción. Lo mismo que yo tengo
que respetar sus formas deberían ellos respetar la expresión de mi parecer.
Eso de que el Congreso tiene que
parecerse a la España real creo que hay que interpretarlo correctamente para no
caer en la nimiedad y en la trivialidad. A mí me parece que la España real debe
representarse guardando las formas que cada contexto sugiere. Ir en bicicleta, con
banda de música popular, con niños de pecho… me parece que tiene una cara de
jovialidad y hasta de simpatía; pero, si lo tomamos todo al pie de la letra,
tal vez mañana se nos presente un diputado con su túper y su merienda, y,
campechanamente, se nos ponga a tirar de navaja y bocadillo en medio del
hemiciclo. También sería España real. Yo mismo llevo al campo los sábados una
sartén en la que freír una panceta deliciosa. No sé… Confieso que no acabo de
verlo, a pesar de entender que no es eso lo más importante.
Espero que, desde mañana, y a la
hora de fraguar acuerdos o de proponer y aprobar o rechazar leyes, sean todos
un poco más previsibles y concienzudos. Seguro que lo serán. Siempre he dicho
que innovar por innovar es la misma tontería que no renovar por no renovar. Se
alcanza en ambos casos el mismo grado de estulticia.
Pues eso…, que casi que no.
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