LAS PALABRAS SE VISTEN PARA EL VERSO
Oigo un gorgeo impreciso de
palabras.
Juegan a colocarse en orden de
salida
porque han presentido la llamada
del músico que aspira a darle
forma
a la esencia inefable de lo
oscuro.
Cuando suena la flauta, corren
todas
hasta el lugar cercano de los filtros,
se asoman sin recato, baten
palmas,
se insinúan, se ofrecen cual vestales
que quieren consagrarse en
sacrificio.
Después, la ceremonia de la
consagración:
amor, dolor, placer, tiempo o
espacio…
con sus correspondientes
ayudantes.
Las demás, a esperar mejor
ventura
y de nuevo al silencio y al
olvido.
Las palabras suspiran y se
entregan
por vestirse de gala para el
verso,
por ceñirse de luz y dar certeza
a todo lo que esconden en su
seno.
La fiesta es el poema de la
celebración
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