En
el decenio de los 80 hubo en España un intento de aplicación de los estudios
gramaticales según los principios de la llamada Gramática Generativa. Hasta ese
momento y durante casi todo el siglo veinte, la corriente dominante en la que
se formaron todos los profesores y estudiosos de la lengua fue el estructuralismo,
de base europea. La Gramática Generativa venía del otro lado del Atlántico, y
por estos pagos se atribuía buena parte de su paternidad a Noam Chomsky. Por
diversas razones, esta nueva corriente de explicación no alcanzó el éxito que
podría haber conseguido, aunque un buen ramillete de sus principios ha quedado,
según me parece, incrustado en cualquier explicación gramatical posterior.
Esta
ventana no es apropiada, como siempre, salvo para ver el campo que se abre y
para observarlo en un solo golpe de vista, pero no para describirlo.
A
mí el sistema me pilló en pleno estructuralismo y en dependencia del maestro
ginebrino Saussure. Está bien y no me quejo. Pero ya entonces atisbé la
necesidad de hacer implicaciones entre la gramática y la semántica, entre las
apariencias externas y sus estructuras y las estructuras significativas. Veía
yo, desde mi corto alcance, las deficiencias que la gramática visible (la
estructura superficial) presentaba ante las entrevistas estructuras
significativas (estructura profunda).
Hoy
leo “Reflexiones sobre el lenguaje”, de Chomsky y vuelvo al recuerdo de asuntos
como el que apunto más arriba. Y, sobre todo, me complace comprobar y detallar
cómo la Gramática Generativa, como expresión de las capacidades innatas del
conocimiento, implica un número sobresaliente de consecuencias que tienen que
ver con todo acto creativo, con el desarrollo de las estructuras cognitivas,
con la conciencia moral y con la participación social de todos los seres desde
una capacidad inicial similar en potencia.
Si
es real la capacidad innata del ser humano en la posesión de estructuras que
soportan en su desarrollo la realización de ideas a través del lenguaje -según
la base de la Gramática Generativa-, el salto cualitativo es espectacular en la
concepción de la vida humana en todas sus facetas. El empirismo y el
racionalismo tienen de nuevo un campo de batalla intelectual en esta concepción.
Todo lo que huela a imposición histórica y a superestructura de aprendizaje
puede llamarse a diálogo con las capacidades del intelecto humano desde el
mismo comienzo.
Nosotros,
aunque sea de una manera pasiva y hasta indolente o ignorante, seremos testigos
de lo que el futuro nos vaya deparando.
De
momento -vaya por dios- hoy tocan elecciones, y debates, y ganadores frente a
perdedores, y…
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