Otra
carnicería en París con marchamo islamista. No es la primera ni, por desgracia,
será la última. Hay gente dispuesta a “inmolarse”; y a ver cómo se combate esto
si solo es necesaria la ignorancia del fanatismo encarnado en unos kilos de
bombas a la cintura para repetir el mal.
Por
duro que sea el momento, sigue siendo necesaria la calma para tratar de
entender la causa de los sucesos: solo así podrán ser combatidos y erradicados.
Uno
trata de imaginarse la radicalización de muchos de estos jóvenes, muchos
nacidos y educados en la cultura occidental, con preparación académica y, sin
embargo, en brazos de la barbarie y de la muerte. Ellos apuntan en gran medida
a dos elementos: su religión y la escala de valores de occidente. Si así fuera -es
lo que ellos mismos aducen-, a mí me dejan a buenas noches pues entiendo menos
todavía.
Yo
tampoco comparto muchos de los valores de la cultura occidental y no por ello
veo la salida en la barbarie ni en el asesinato, sino en la educación y en la
igualdad de oportunidades para todos. Y a ello hay que ir por el camino de la
razón y de las urnas, por difícil que se presente el proceso en la práctica. El
camino de la violencia engendra siempre más violencia y siempre termina por
darle justificación al más fuerte, que, entonces, hace lo que le viene en gana.
Por ahí, pues, aguardo a que alguno de ellos me ilustre un poco más, porque sus
actitudes, además de criminales, me parece que animalizan al ser humano y lo
esclavizan y someten mucho más a la fuerza bruta del que ya es poderoso.
Y
luego -o tal vez antes- está el camino de la religión. Aquí sigo pensando que
los equivocados somos todos, ellos y nosotros. Todos porque someterse al
criterio religioso supone anular la razón y desviar todo esfuerzo otra vez a la
esclavitud de un ser externo que nos anula. Cuando ese ser superior se hace único
entre los únicos, cualquier otra posibilidad, no solo queda anulada, sino que
está en peligro de ser perseguida. A los hechos me remito.
Muchos
siguen afirmando que estos son hechos provocados por musulmanes radicales. Dan
por hecho que existen otros musulmanes que no son radicales. A estos los llaman
moderados. ¿Cuál es su diferencia? La interpretación que de su libro sagrado,
el Corán, hacen, me dirán. Y yo les responderé: Pero el Corán existe para
todos, y dice lo que dice. Por ejemplo: “Combatid en la senda de Dios contra
los que os hagan la guerra. Pero no cometáis injusticia atacándolos primero,
pues Dios no ama a los injustos”. Sura II, 186. Y “Matadles doquiera que los
halléis y expulsadles de donde ellos os hayan expulsado. La tentación de la
idolatría es peor que la carnicería en la guerra…”. Sura II, 187. Y “Combatidles
hasta tanto que no tengáis que temer la tentación y hasta que todo culto sea
del Dios único”. Sura II, 189. Así, todo seguidito. En la misma Sura, 220 a 230,
se da buena cuenta del trato que hay que dispensar a las mujeres. Y en otros
lugares: “Si morís o sois matados luchando en la senda de Dios, os alcanzan la
indulgencia y la misericordia de Dios”. Sura III, 151. “Los hombres son
superiores a las mujeres a cusa de las cualidades por medio de las cuales Dios
ha elevado a estos por encima de aquellas”. Sura IV, 38. Y así por casi
cualquier página del libro. ¿Que luego vienen intérpretes más o menos
benevolentes del texto? ¿Y qué? El asunto es que todos tienen asidero al que
agarrarse. Salvo que, por encima del libro, de este y de cualquier otro, se
impongan la razón humana y el sentido común. ¿Pero para eso hace falta ser
musulmán? ¿O católico? Más bien… ¿Por qué al menos los dioses no nos han dejado
una normativa clarita que no se preste a interpretaciones tan diversas y a
consecuencias tan desastrosas? Con el poder que atesoran… Cachis… ¿No será que
la normativa la hemos inventado nosotros y hemos puesto a los dioses como
parapeto?
El
asunto es tan grave, que no permite mucha ironía, pero a mí me molesta mucho
que, casi automáticamente, se separe un islamismo malo de otro bueno. ¿No será
más bien que hay personas buenas y razonables, frente a otras que no controlan
la olla, pero por encima de ser o no ser musulmanes? El encuentro y la posible
solución tienen que venir desde la razón y desde la bondad humanas, no desde
las imposiciones religiosas exclusivas. Y ya estamos para pocos paños calientes
porque la olla está cociendo. Y conviene no engañarse porque nos podemos quemar
las manos. No sé qué porras hacen por Al(l)á ni por aquí.
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