En
París, esa ciudad a la que llaman la ciudad de la luz, se inicia hoy una
llamada pomposamente “Conferencia sobre el cambio climático”. Quedar en buen
lugar en esta foto es importante en términos publicitarios y una buena parte de
los líderes políticos se apresuran a asistir a la misma. Otra cosa bien
distinta es estampar la firma en documentos que comprometan políticas
restrictivas en sus respectivos países; y otra, aún mucho más difícil, cumplir lo que los textos
reflejen.
Y,
sin embargo, nos enfrentamos todos con una de las mayores dificultades a medio
y a largo plazo, si no es con la mayor de todas. Yo no soy especialista en casi
nada, pero creo que algo tengo de observador, y conservo la cualidad de la curiosidad
y de la aspiración al sentido común, que no es poco. ¡Cuánto tiempo y cuántas
veces recordándome a mí mismo y a quien quiera escuchar que una de las dos
principales dificultades para el siglo presente es la del agua, como resumen y
síntesis del clima!
No
hace falta darle muchas vueltas a la cabeza; tan solo hay que abrir los ojos e
hilar algún silogismo con causa y consecuencia. O darse alguna vuelta por ahí
en invierno o en verano. La naturaleza nos da la respuesta a cada paso y en
cada momento. Vivo en un lugar privilegiado en el que la naturaleza no me da
tregua: me apabulla en todas las estaciones con sus contrastes, con su
exuberancia, con su colorido, con su clima, con su nitidez, con sus quebradas,
con sus ríos, con sus mantos vegetales, con… Desde mi terraza contemplo un
inmenso jardín natural que no tengo que cultivar con la azada ni con la hoz;
simplemente tengo que dejar abiertos los sentidos para que yo también me haga
jardín.
Pero
lo más importante no es eso sino las sensaciones que la naturaleza es capaz de
suscitar. Y, a partir de las sensaciones, los pensamientos y la escala de
valores que poco a poco va cimentando en quien se deja llevar por lo que
siente. Es en esos contrastes con la realidad más urbana, con las prisas, con la
impresión de la falta de tiempo, con el empujón figurado que la realidad te está
dando a cada momento, y con la fugacidad de todo, donde se asienta el atractivo
de la naturaleza. Porque en la naturaleza se compra tiempo, se pierde
gozosamente tiempo para ganarlo de verdad, se siente uno no vigilado sino acogido,
se anula lo absoluto de uno mismo para entender la pequeñez ante lo que te
acoge, se comparte palabra y se agranda todo, se suscitan ideas y se cargan las
buenas voluntades… Al fin de todo, se da uno cuenta de que forma parte de la
naturaleza y de que la naturaleza está condicionada por el clima como motor
regulador de todas sus potencias.
Por
eso creo que un caminante puede entender mejor las expectativas de una Conferencia
sobre el cambio climático. Y tal vez desee con un poquito más de fuerza que los
de la foto realmente articulen actividades que no dañen la esencia del ser
humano: la naturaleza en la que viven. Pero, si no se convencen de que es
necesario cambiar el modelo productivo y la escala de valores actuales, todo se
quedará en otro intento fallido y descorazonador.
Claro
que…, si el primo de Sevilla dice lo contrario…
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