AYLAN EN LAS ARENAS
“Las manos
de mis niños se me escaparon de la mías”. Palabras del padre de Aylan, niño sirio que se ahogó en el mar, entre
Turquía y Grecia, junto a su madre y un hermano mayor de cinco años. Todos huían
de la guerra en su país.
Supe de tu
existencia desde el día
aquel que,
desde el mar de la Antillas,
surcaron
naves hacia el mar de oriente,
con la muerte
en sus vientres
y una
insaciable sed del oro negro.
Te adiviné en
los turbios pensamientos
llegados de la
tundra de Siberia,
envueltos en
la faz de la locura.
Estabas
incubando cuando Europa
jugaba a
repartirse Oriente Medio.
Naciste
cuando Alá andaba furioso
jugando a la
guerrilla con los niños,
descabezando bienes
y razones
en nombre
solamente del misterio.
Creciste con
el miedo a los caprichos
del sátrapa
de turno en tu contorno.
El hambre te
empujó, te empujó el viento
contra el último
engaño de occidente.
El mar se
volvió cómplice y al verte
tan solo, tan
pequeño, tan humilde,
se apiadó de
tu tierno sufrimiento.
Todo eso lo
había visto y no supe mirarlo.
Tú hoy le
pusiste cara y me increpaste
por no haberlo
gritado a grito limpio,
por no
cambiar la parte que me toca
y no gritar la
rabia y la impotencia:
por no
haberme manchado en mi palabra.
Hoy va mi
maldición contra esta historia,
que es
historia de todas las historias.
Porque hoy tú
eres el resto de un naufragio
que llega
desde el cielo y certifica
el despiadado
paso de los tiempos.
Que los
dioses respondan de sus culpas,
que los seres
se miren la conciencia,
que yo sepa
llorar lo intolerable
pidiendo tu
perdón,
y que la
tierra grite
un grito de
dolor en las arenas
donde tú te
rendiste
acunado en el
eco de las olas
del mar
Mediterráneo.
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