jueves, 2 de julio de 2015

VOY A "POSICIONARME"



Mis relaciones con la Caja de Ahorros son muy peculiares. Acudo escasas veces a solucionar algún asunto administrativo, a pagar algún recibo o a retirar dinero. Los empleados se ríen conmigo porque me animan a negociar con algún ahorrilo y yo les respondo que no soy tan pobre como para dedicarme al dinero. Últimamente ya me dejan por imposible y por “irrecuperable” para la causa del negocio.
Esta mañana pasé a retirar dinero con mi cartilla (con la tarjeta lo tengo más complicado pues se me olvida casi siempre el número clave) y me encontré con un ritual nuevo. Introduje mi cartilla y tardó muchos segundos el cajero en anunciarme que la cartilla “se estaba posicionando”. Cuando vi tal frase en la pantalla, maldije todo lo que hay que maldecir y añadí una causa más para no hacer caso al asunto de los negocios y de los intereses. Después todo fueron ruidos, asientos contables y hasta pase automático de hojas hasta dejar todo aquello al día.
¿Qué podría ser eso de que la cartilla “se estaba posicionando”? Hasta ese momento yo entendía que posicionarse tenía en su origen el verbo “poner” o “ponerse”, verbo que originariamente posee el significado físico de colocarse físicamente en un lugar. A partir de ahí, tomar posición a favor o en contra, y ya la majadería de “posicionarse”. Pero es que la imbecilidad de alargar el verbo poner o ponerse al menos había buscado su acomodo en los contextos de definirse, tomar postura, decidirse en un sentido o en otro o apoyar una variable frente a otras. Cuando yo veía en la pantalla el anuncio de que mi cartilla se estaba posicionando, me eché a temblar. ¿Estará mi cartilla a mi favor, o me retirará el saludo y se quedará por ahí dentro y no la volverá a ver?, pensé. ¿Qué le habría yo hecho al resumen de mis ahorros para que me tratara bien o mal? ¿Y si se posicionara a mi favor y apuntara algún detalle que aumentara mi cuenta? Lo que digo: nerviosito y esperando la resolución de la cartilla y pidiendo su bendición.
Mientras esto sucedía, yo no dejaba de oír el ruido que siempre han producido los asientos contables automáticos. Y entonces mi confusión fue aún mayor. Porque si el famoso “posicionamiento” se refería solo a la colocación correcta (plana y en su hoja) de la libreta, ¿a qué coño venía aquello de que “se estaba posicionando”?
Salió la tarjeta, en ella había numerosos apuntes, casi todos de pagos, y no me dijo la pantalla que la cartilla hubiera tomado partido ni por mí ni contra mí. Yo quedé un poco mosqueado y pensando que algo sí que debía de tener en mí contra porque me había restado muchas cantidades. Pero me fui con la duda para casa.
Antes, sin embargo, ajusté un par de cosas. La primera fue la de que, si “posicionarse” significaba “colocarse”, “ponerse”, “situarse”, “ubicarse”, “instalarse”, “alojarse”, “orientarse”…, a otro con esos alargamientos que los más tontos del lugar proponen para tantas palabras pensando que así ganan en apariencia, cuando lo que hacen es poner al aire sus carencias y su falta de báculo. La segunda fue la de indicarle a J.M., empleado de la entidad y amigo, que recordara a los responsables de semejante estulticia, necedad, sandez, bobería o estupidez mi enfado y el deseo que me daba de cambiar mis ahorros a otra entidad algo menos ostentosa en palabras sin sentido. J.M. se reía. Yo también.
Pero me marché pensando en cómo se puede explicar la corrección en el idioma cuando existen enemigos tan potentes dentro de la propia casa, y por qué tienen que cambiar el idioma -algo inevitable, por otra parte- aquellos que menos conocen su estructura. Porque la lectura de ese cajero la hacen centenares de personas a diario y a un profesor le atienden solo los alumnos más espabilados y curiosos.

En fin… Me “pondré” en mi terraza a leer para olvidar, y me seguiré “posicionando” contra los cambios sin sentido de un sistema que ya es pobre de por sí, pero que es el menos malo para intentar sobrevivir y comunicarnos. 

No hay comentarios: