jueves, 21 de mayo de 2015

UNA TRÍADA QUE FUNCIONA


Las páginas más hondas de Machado me siguen llegando de la mano de su heterónimo Juan de Mairena. Cada párrafo supone el resumen de un tratado y un puñal que me pincha y que me provoca reacción. Y tal vez ninguna página como aquellas en las que califica y explica la estética barroca con este quinteto de características: “Una gran pobreza de intuición”; “Culto a lo artificioso y desdeño de lo natural”; “Carencia de temporalidad”; “Culto a lo difícil artificial y su ignorancia de las dificultades reales”; “Culto a la expresión indirecta, perifrástica, como si ella tuviera por sí misma un valor estético”.
En estas cinco cualidades resume la base de la creación de aquel siglo de oro de las letras.
Como se ve, no siente Machado demasiado aprecio por esta época, sobre todo por lo que le falta de intuición y de palpitación; y por lo mucho que posee de definición, de abstracción y de representación. En el barroco, según Machado, se conceptualiza mucho y se vive poco, se filosofa mucho y se narra poco, el concepto no baja a personalizarse y a tomar vida en una imagen y en un acontecimiento, la emoción más que emoción es casi susto y sumisión… De este modo, dice también Mairena, “(crea el barroco) una lírica intelectual, tan absurda como una geometría sentimental o un álgebra emotiva”.
Todo es discutible por definición y nada hay absoluto. Creo, sin embargo, que las palabras de Juan de Mairena se acercan mucho a la realidad. Que eso signifique mayor o menor bondad es harina de otro costal. Además, todo debe ser interpretado desde su contexto pues en él se concibió y a él responde.

Esto explica, sin duda, que en cualquier composición de Machado aparezcan elementos naturales, historia, sentimiento y elementos humanos. Si hay que reducir más su esquema, dicho en términos populares, un poema de Machado es naturaleza con bicho y consecuencia emotiva. Leerlo así es un placer. Yo hoy he terminado de darle una vuelta más a sus obras completas.

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