Las páginas más hondas de
Machado me siguen llegando de la mano de su heterónimo Juan de Mairena. Cada
párrafo supone el resumen de un tratado y un puñal que me pincha y que me
provoca reacción. Y tal vez ninguna página como aquellas en las que califica y
explica la estética barroca con este quinteto de características: “Una gran
pobreza de intuición”; “Culto a lo artificioso y desdeño de lo natural”;
“Carencia de temporalidad”; “Culto a lo difícil artificial y su ignorancia de
las dificultades reales”; “Culto a la expresión indirecta, perifrástica, como
si ella tuviera por sí misma un valor estético”.
En estas cinco cualidades
resume la base de la creación de aquel siglo de oro de las letras.
Como se ve, no siente Machado
demasiado aprecio por esta época, sobre todo por lo que le falta de intuición y
de palpitación; y por lo mucho que posee de definición, de abstracción y de
representación. En el barroco, según Machado, se conceptualiza mucho y se vive
poco, se filosofa mucho y se narra poco, el concepto no baja a personalizarse y
a tomar vida en una imagen y en un acontecimiento, la emoción más que emoción
es casi susto y sumisión… De este modo, dice también Mairena, “(crea el
barroco) una lírica intelectual, tan absurda como una geometría sentimental o
un álgebra emotiva”.
Todo es discutible por
definición y nada hay absoluto. Creo, sin embargo, que las palabras de Juan de
Mairena se acercan mucho a la realidad. Que eso signifique mayor o menor bondad
es harina de otro costal. Además, todo debe ser interpretado desde su contexto
pues en él se concibió y a él responde.
Esto explica, sin duda, que en
cualquier composición de Machado aparezcan elementos naturales, historia,
sentimiento y elementos humanos. Si hay que reducir más su esquema, dicho en términos
populares, un poema de Machado es naturaleza con bicho y consecuencia emotiva. Leerlo
así es un placer. Yo hoy he terminado de darle una vuelta más a sus obras
completas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario