martes, 14 de abril de 2015

TÓPICOS TÍPICOS

               
Movemos las acciones humanas con lemas y con tópicos; ellos nos salvan, desde su verdad o desde su mentira, de la explicación y la glosa, que nos harían la vida insoportable y no nos permitirían avanzar en la comunicación y en la acción. La república (hoy es su aniversario), la monarquía, el líder, la centralización, el nacionalismo… Todos son términos y palabras imprecisas que cuelgan en la cartelera como reclamo y como banderín de enganche.
Este es un año electoral desde principio a fin y en todos los niveles y ambientes se abusará de los tópicos y de las frases hechas. A los medios de comunicación se les facilita todo con estas imprecisiones para que así puedan llenar páginas tanto a favor como en contra, teniendo siempre verdad y pudiendo poner a caer de un burro al de un lado y al del otro. Es la vieja teoría, que tan bien funciona, de crear héroes, ponerles cara, y después usarlos y tirarlos cuando se han gastado. Hay medios que se han forrado con esta estrategia.
Algunos a mí me llaman especialmente la atención. Esbozaré tres ejemplos.
El primero es redundante en el ámbito en el que me muevo, el de esta ciudad estrecha llamada Béjar. La derecha ha repetido siempre, y lo seguirá haciendo, esta frase: “Hechos, no palabras”. Lo reitera de forma machacona por dos razones tan evidentes como engañosas: todo lo que se realiza cuando se gobierna tiene el sello del equipo que gobierna, lo haya hecho o impulsado, o no lo haya hecho; además, si no se cree en los conceptos y en las palabras que los explicitan, o sea, si no se tienen ideas sino intereses, ¿cómo se va a defender la palabra?
El segundo me lleva a Andalucía. El lema que lució el PSOE, partido en cuyo territorio yo me muevo con algo más de proximidad, fue el siguiente: “Andalucía con Susana”. Me pregunto ingenuamente si es que Susana, o Susanita, tiene algún ratón, un ratón chiquitín, que como chocolate y turrón y bolitas de anís. ¿Pero cómo se puede airear la sumisión de una región amplísima a lo que diga o piense una mujer? Eso no se lo ofrecieron ni a Jesucristo, ni a Buda, ni a Cristo que lo fundó. ¿Pero qué tiene esta mujer?, ¿resucita a los muertos?, ¿convierte el vino en agua?... ¿No será más bien Susana la que tiene que estar al servicio de Andalucía? Como todos los demás andaluces. Ni más ni menos. Claro, con estos humos, no me extraña que corra el peligro de considerarse salvadora de la patria y mesías de todos los mesías.
El último tiene ámbito nacional y se refiere a la forma de identificar partidos políticos en los medios de comunicación. Así, “el partido de Rosa Díez”, o “el partido de Albert Rivera”. En el primer caso, por desgracia, parece que terminará siendo real la igualdad numérica entre los militantes y su presidenta. Pero da igual. ¿Cómo se puede masticar eso del ¿partido de una persona?
Todo esto, repito, a los medios de comunicación les viene pintiparado; les evita el análisis, les sume en la simplificación y en el tópico, les supone unos lectores y oyentes más dóciles y menos críticos y les engorda los negocios con la personalización de todo en héroes y villanos y con el morbo añadido que eso supone.
Pero esto empobrece a la comunidad, por el aborregamiento que conlleva, por la falta de implicación, por la comodidad y el nivel mostrenco en el que nos hace mover y por la escala de valores que fomenta, escala en la que esperamos que unos líderes de pacotilla nos lo den todo hecho y nos resuelvan nuestras dificultades. La aparición de Podemos señalaba un cambio de rumbo en la participación. Ahora ya lo tengo menos claro: no sé si no empiezan a dejarse ver ribetes de personalismo. Cuidado.

Yo no conozco mejores líderes que aquellos que incitan al compromiso particular de todos los integrantes de la comunidad, a la suma de todos los esfuerzos para que la mejora sea de todos también. Lo demás me suena a salvadores. Y no quiero que me salve nadie. No siquiera quiero salvarme yo mismo.

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