En alguna ocasión me he
manifestado, en tono de queja, por la tendencia que creo observar en la ciudad
en la que vivo (y en todos los sitios tal vez), según la cual la asistencia a
actividades varias se produce no de acuerdo con el valor de lo que
previsiblemente allí se va a exponer sino por la proximidad afectiva con quien
va a exponer. Tal sucedería en casi cualquier manifestación: deportes, charlas,
conciertos, teatro, exposiciones, bailes, mercados…
Entiendo la importancia de
estar cerca de los que están cerca de nosotros biológica y afectivamente, pero
entiendo menos que esta variable ejerza como única y absoluta. Es cuestión,
como casi siempre, de grados en la actuación. Sinceramente, creo que esto
empobrece, empequeñece y hace más pobre casi todo. Las adhesiones
inquebrantables por la proximidad y el afecto personal producen un efecto
espuma que se deshace al momento y se convierte en vapor muy pronto. Yo creo
que sería mejor que, sin olvidar las “obligaciones” más próximas, pusiéramos en
el mismo paquete un poco de serenidad y de pensamiento.
Aquí es donde empezarían a
tener su acomodo y su peso las ideas, esos pensamientos que, equivocados o no,
deberían conducirnos en la vida y en nuestras actuaciones diarias. Pienso que,
si les diéramos espacio a las ideas, nuestras decisiones y nuestras
resoluciones serían un poco más trabadas y algo más duraderas, nos empujarían
en un sentido más positivo y general, nos alzarían la vista y traerían hasta
nosotros no solo lo del mismo día sino lo del futuro más apartado. Si así
fuera, lo preveríamos mejor y con más tino, seríamos más sólidos y no nos
dejaríamos llevar por los primeros impulsos y ocurrencias.
Me interesa la reflexión sobre
todo para el día a día, para lo que va sucediendo entre nosotros durante cada
mes del año, para nuestra actividad continua, para nuestro menudeo. Pero hoy
quiero aplicarla también para algo que se nos viene encima.
Durante el próximo mes de
mayo, se nos va a recordar a diario que celebraremos elecciones municipales.
Será, sin duda, un buen ejercicio colectivo de participación y debería ser
previamente un educado intercambio de ideas y de propuestas encaminadas a
mejorar la vida cotidiana de nuestra ciudad. La lógica supone que cada
formación se presenta porque posee una concepción de la vida algo distinta de
la que poseen las demás. Eso es lo que dice la lógica, la idea y la razón. Espero
que así la propongan y la manifiesten, con libertad y sin necesidad de herir a
los otros ni de buscar la humillación de nadie. La decisión final será de todos
nosotros, los votantes, que, en nuestras papeletas, diremos lo que mejor nos
parezca.
Me gustaría que en esas papeletas
se concretara el poso de las ideas y no de las adhesiones a cualquiera de
nuestros vecinos. Las personas, todas las personas, por el hecho de serlo, ya
tienen alcanzados nuestro respeto y nuestra consideración, pues, como dijo el
maestro, en el ser humano, ninguna cualidad puede ser alcanzada que sea superior a la de ser persona. No es la persona la que debe ser elegida sino
las ideas que incorpore, la ideología que atesore y la implicación social que
ello acarree. Son, en definitiva, las ideas lo que está en juego y todo lo que
de su aplicación se deriva para cada uno de nosotros y para la ciudad. Porque,
así como todas las personas han de ser respetadas, no debería suceder lo mismo
con todas las ideas, en contra de esa expresión disparatada y tan manida de que
“todas las opiniones han de ser respetadas”. No, en absoluto: aquellas que
promuevan la injusticia, la desigualdad y el mal no han de ser tenidas en
cuenta; como mucho, han de ser expuestas, pero para ser tiradas enseguida al
cubo de la basura mental. Con las ideas nos jugamos el pensamiento, la forma de
ver la vida, la actitud ante ella, la forma de convivir y el tipo de comunidad
que queremos. Y, después, esto es lo que se traduce en el día a día.
Es mucho. Es casi todo. Y
depende de cada uno de nosotros. Naturalmente, cada cual sabrá, después de
reflexionar y de razonar, cuáles son las ideas que mejor convienen a él y a su
comunidad. Pues, pensemos en ellas y actuemos en consecuencia. Y que haya
suerte.
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