lunes, 19 de enero de 2015

FÁBULA DE LAS HORMIGAS



FÁBULA DE LAS HORMIGAS
(También para Sara y Rubén)

Sara y Rubén observan las hormigas:
insectos himenópteros, de color negro o rojo,
alados y sin alma,
con dos estrechamientos en su cuerpo.
Son niños y es verano. Las hileras
perfectas bajo el sol, de piedra a piedra;
el mismo afán, la misma simetría;
y un empeño infinito por no romper el orden.
¿Quién las manda y dispone?
¿Por qué no se rebelan y se buscan
la vida cada una por su cuenta?
¿Es temor lo que impide su arrebato?
¿A quién?, ¿por qué?, ¿hasta cuándo?

Ahora Rubén y Sara juegan en el parque.
Hay niños a su lado y hay personas mayores.
(Hombre: ser animado, racional,
vertebrado, capaz, libre, sesudo).
Hay también toboganes, escaleras,
y tubos y columpios y areneros.
Pero todos se empeñan
en el juego imposible de pelota.
Sara y Rubén observan
que hay voces a destiempo y que los padres
no guardan las distancias
como vieron que hacían las hormigas.

Sara y Rubén ignoran
que esos seres que gritan y se enfadan
a veces se dan golpes, se exterminan,
y cuidan de su nido en solitario,
rompiendo filas y agitando puños.

Yo los miro y vacilo:
no sé si guardar cola  en otro juego
o llevarlos de nuevo a las hormigas,
y sentarme con ellos a mirarlas

cómo siguen alegres en su empeño.

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