Para
Higinio Mirón Fernández
(Con
motivo de su libro Compendio de un
pasado)
He
leído con gusto el libro “Compendio de un pasado. (República
convulsa, rebelión militar represiva, personaje valorado)”, que has
tenido a bien regalarme. Sabes que otras obligaciones me impidieron asistir a
su presentación en Béjar. Gracias por ello.
Te
he dicho varias veces que, en mis manos, los libros corren el “peligro” de ser
leídos rápidamente. Parece una broma, pero no sucede lo mismo en todas las
manos. Pues dicho y hecho. Fin de semana y lunes, y ya lo he terminado. La
jubilación da tiempo libre y en mí ha aumentado aún más las ganas de seguir
gastándome los ojos en las páginas.
Pero
lo que importa es su contenido, no que yo lea o no.
Tengo
que felicitarte por el trabajo realizado, por el esfuerzo puesto en el mismo y
por el resultado conseguido. Sé que supone para ti el fin de un anhelo, la meta
de una larga carrera y la satisfacción de una misión cumplida. El mandato de
honrar a los padres no es, por supuesto, privativo de la religión cristiana; lo
es de cualquier cultura, y del sentido común. Dedicarles todo el esfuerzo que
tú le has puesto cumple con nota muy alta este mandamiento. Sobre todo porque
de las páginas de este libro (como también de la “Antología de su legado
documental”) se desprende un cariño intenso y una admiración muy definida. Esto
te honra, y, sobre todo, horna la memoria de tu padre. De él seguro que has
aprendido el ejemplo de la honradez, del comportamiento, de la bondad de los
ideales, de la importancia de la justicia, de la igualdad y de la bondad como
líneas de comportamiento en la vida. Con la publicación de este libro has
conseguido que también sea ejemplo de todas esas virtudes para los lectores de
buena voluntad. ¿No te parece algo admirable?
Me
quedo con las palabras que copias en la página 298 acerca de las intenciones
con las que has escrito el libro, pero quiero añadirle la sensación que me deja
de ese amor de hijo, de esa presentación no en primera persona sino en tono
familiar, de la falta de cualquier tono de revancha y del entusiasmo por
recoger cualquier elemento que sirva para completar un retrato completo de lo
que puede simbolizar tu padre para vosotros sus familiares y para todos los
demás.
La
primera parte del libro a mí me interesa menos, aunque comprendo que le pone marco y contexto a la
vida concreta de Pedro. Son datos más generales y sabidos. Lo que me llega a la
fibra (no te imaginas lo llorón que soy y la cantidad de veces que me emociono)
es la intrahistoria, la presencia de personas que dejan su vida desde cualquier
puesto sencillo y normal al servicio de algunas ideas que las empujan en el
comportamiento de cada día. Hay muchas, más de las que imaginamos. Tu padre fue,
sin duda, una de ellas.
Siéntete
orgulloso de él y que él se sienta orgulloso de ti.
No
des ninguna importancia a las erratas (que las hay, claro que las hay, y
siempre me dices que no te riña por ellas): hay elementos mucho más importantes
que esos. Un día, tomando un café, te señalo algunas.
El
escrito de Belén es para enmarcar; también el de Felipe Comendador. El ejemplo
de Norman Bethune es estremecedor: conozco su vida porque un amigo malagueño le
ha dedicado muchas horas y muchas páginas.
Que
las encinas extremeñas sigan reproduciendo por sus campos los ecos de los
ejemplos de sus gentes de buena voluntad y que asciendan serenamente hasta
estas montañas bejaranas.
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