viernes, 30 de enero de 2015

HOJA DE RUTA


Mañana vuelvo a ver a mis nietos y a pasar el día con ellos. ¿Qué puedo llevarles además del cuento de rigor? Mientras llega la hora pienso en ellos y en todos los niños del mundo; también en el niño que fui alguna vez, que no sé si soy todavía y que, desde luego, me gustaría seguir siendo siempre.
Por ejemplo, pienso si ellos intuyen o piensan. Porque el pensamiento se adquiere con el roce y con la práctica, con el cruce de sensaciones, con su orden y con sus alargamientos en las deducciones y en las consecuencias. Pero es que sé también que el proceso es el mismo en los adultos. Por eso se me crea la duda de si es antes la intuición que la razón; y, sobre todo, si la intuición es una fuente de conocimiento tan válida como la de la razón.
Pienso también en el inconsciente y en la conciencia, en la necesidad de que pase el tiempo para que se pueda recordar el pasado e imaginar el futuro. Sé que Sara está ya en edad de comenzar a saber, desde sus cinco añitos, algo de lo que fue. Me gustaría que, entre sus primeros recuerdos escondidos, se posara alguna imagen o alguna experiencia positiva en la que mi presencia con ella se mezclara. Y me gustaría que de vez en cuando la sacara a tomar el sol desde su memoria. Yo procuraré hacer lo mismo.
Pienso asimismo que nacemos casi programados para buscar cariño. Ellos, yo y todo el mundo. Sé que ellos lo tienen a diario. Yo tendría que acrecentar esa cantidad cada uno de los días que voy a verlos. Creo que ese examen sí lo apruebo. Me gustaría aprobarlo también con el resto de los que me rodean y que cada uno de ellos aprobara el suyo. “Al final de la tarde te examinarán del amor.” Y poco importa que el tribunal sea civil o eclesiástico.
Pienso también en la necesidad que todos tenemos de aprender a decir “no” ante algunas cosas que nos presenta la vida. También hay una edad temprana para ello. Sé que no somos los mejores profesores para nuestros nietos en esta asignatura. Habrá que hacer deberes y comerse el deseo de vez en cuando.
Y pienso en muchas otras cosas que guardan relación con ellos y conmigo. Sé, por ejemplo, que ellos son mi circunstancia más creadora y que cultivar la circunstancia es cultivarme a mí mismo. Y sé que su proyecto de vida implica en alguna medida mi proyecto de vida, y al revés.
Mañana se me olvidará todo y será territorio de los sentimientos, pero hoy pienso en ellos y en mí con estas cosas.
Es la luz lo que llena,
su luz y su contento,
sus ojos que me miran

con el fulgor del tiempo. 

jueves, 29 de enero de 2015

"EL FINAL DE SANCHO PANZA Y OTRAS SUERTES"


Las grandes obras las escriben sus autores, pero las completan -y de qué manera- los lectores. Se ha dicho muchas veces; se dirá una vez más: el Quijote es lo que escribió Cervantes, pero es sobre todo lo que todos los lectores hemos sobrescrito con las lecturas. Yo mismo, cada vez que vuelvo al libro inmortal, encuentro un jardín nuevo en el que sentarme a degustar y a pensar con el caballero y con el escudero, o sea, conmigo mismo.
A veces, este sobrescrito resulta que toma cuerpo y se hace literal; y así, algún atrevido toma la pluma en ristre y saca al personaje de su nicho para llevarlo a su antojo por el mundo, moviendo los hilos de acuerdo con sus intereses. Quizás ningún ejemplo tan conocido como el del propio Quijote en las manos del de Avellaneda, que tantos quebraderos de cabeza le dio al propio Cervantes y a los cervantistas y cervantinos que en el mundo son y han sido.
Pero es que no ha sido este su único ahijado. Andrés Trapiello, autor de aguzada pluma, de ingenio y de saberes, ya le ha dedicado dos libros a la continuación del Quijote. El primero fue aquel “Al morir don Quijote , en el que trazaba los hechos  que imaginaba sucedidos con tan luctuoso hecho. En aquel texto, Trapiello dejaba el camino libre para nuevas expediciones.
Y en otra se ha embarcado con la publicación de otra continuación de la historia cervantina, o más bien de los personajes cervantinos pues los hechos suceden un poco más tarde y de algunos ya no nos puede dar cuenta el autor del original don Quijote.
La obra se llama “El final de Sancho Panza y otras suertes” y la ha editado el Círculo de Lectores. Otras 437 páginas para dar vida a la sobrina de don Quijote, al ama, a Sancho, al bachiller y a otros allegados camino de América, a aquel lugar hasta el que en alguna ocasión habían mostrado deseos de ir. Desde la Mancha a Sevilla, y desde la ciudad andaluza hasta las Américas peruanas, pues es en Arequipa, Perú, donde terminan plantando sus reales en busca de una de aquellas fortunas adquiridas por algún colonizador familiar del bachiller.
El arte de la novela ocupa varios planos y solo indicaré alguno.
El primero es el del atrevimiento en seguir los pasos del genio, con el peligro que supone cualquier comparación, que, aunque no es querida por el autor, resulta inevitable para la mente del lector. Bravo por Trapiello y por su apuesta.
El segundo es el del trato de los personajes. El autor tiene que moverse entre la verosimilitud, el respeto a los originales y la libertad del novelista. Creo que lo supera por sus conocimientos acerca de Cervantes y por las obras que anteriormente le había dedicado.
El tercero se refiere a la ambientación. Volverse al siglo XVII y mantener acciones, costumbres, valores y leyes del momento no puede resultar sencillo y exige una muy buena documentación
y hasta asesoramiento.
El cuarto -y acaso para este contexto el principal- es el del dominio de la lengua propia de esa época. Son más de 400 páginas en castellano del siglo de oro con el esfuerzo que exige para el creador y aún más para el lector. Un buen diccionario al lado no viene mal. Aunque es bueno recordar, para no echar freno y marcha atrás, que los contextos siempre están echando una mano. Así en el léxico marinero, de vestimenta, de alimentos… El libro me parece, a falta de algunas precisiones, todo un alarde léxico y lingüístico.
Y sea el último el del contenido. Tengo la impresión de que quiere alzar al protagonismo a Sancho pero en realidad se lleva la palma el bachiller Sansón, que, en alguna medida, se transforma en un recuerdo de don Quijote y en un eco de Cervantes. Sin embargo, a mi pobre Sancho me lo convierte en el cojo de Arequipa, me le cercena una pierna y me lo hace morir como víctima de un terremoto en una iglesia. Así, como dice el propio autor: “Teníamos poco con el manco de Lepanto, y mira por dónde va a tener el mundo al cojo de Arequipa.” Desgraciado final para el escudero y fiel ayudante de don Quijote y del bachiller, oscuro y olvidado. Y para eso un viaje tan largo y tan accidentado… Pobrecito mío.
Pero lo importante termia siendo el camino, no la meta; los sucesos y los ambientes que se encuentran o que provocan en esos caminos y en la búsqueda de algo que se muestra casi siempre inaccesible y solo ejemplo de las injusticias de la vida. De manera que el lector -yo al menos- se queda con un sentimiento de nostalgia y sobre todo de compasión por los personajes y por los panoramas que se van dibujando. Esta es la palabra clave: compasión, padecimiento en común, sensación de ponerse en la piel del otro y escocerse de tantas injusticias y menudencias como va esparciendo la vida por doquier. La misma sensación que dejaba la obra inmortal.

Por eso me parece que no es mala continuación y que, si alguna otra se produce, pues el camino ha quedado abierto, a pesar de la desaparición de los dos personajes clave y complementarios: don Quijote y de Sancho, ha de seguir en la misma senda y en los mismos parámetros. No tiene malos imitadores Cervantes, aunque siempre haya que salvar las distancias.

miércoles, 28 de enero de 2015

PRIMER PASEO DEL DÍA


PRIMER PASEO DEL DÍA

Salgo a sentir la vida de la calle
y el aire me recibe en una brisa
que me deja la piel como en un beso
forjado en la ternura del placer.
Oigo luego un sonido que en el cielo
van tejiendo los vuelos de los pájaros.
Pienso que me saludan y me invitan
a dar comienzo al día
con mis puertas abiertas a la más pura luz.
Luego nos vamos juntos
con el aire y los pájaros a sitios
donde hablamos de cosas
o simplemente vemos correr el tiempo.
Están también los árboles y el agua.
A veces llueve o resplandece el sol.
Entonces hay coloquio y hay  sosiego.
Y yo no tengo ganas de volver
pues voy unido al aire de su vuelo
y noto un no sé qué que me señala

que es senda de verdad y de quietud.  

lunes, 26 de enero de 2015

ALGUNAS INTUICIONES



              ALGUNAS INTUICIONES
.- Como en cualquier familia, también en las de palabras hay “hermanas” que no se llevan del todo bien. Un ejemplo: libertad / liberto.

.- Para según qué tipo de vida, no sobran campesinos pero sí agricultores.

.- Tal vez el vicio y la felicidad no estén tan alejados: de hecho afirmamos que tal o cual cosa es un vicio, o está de vicio, precisamente porque nos proporciona algo parecido a la felicidad.

.- A andar se aprende andando, ergo nada prepara para la vida como vivirla.

.- En este tipo de vida y en esta escala de valores, cada vez se va más deprisa pero no se llega nunca.

.- Crear demasiadas posibilidades empobrece y, sobre todo, produce frustración al no poder gozar de ellas. El progreso debe ser controlado.

.- Esta mañana he visto llorar a un niño por haber sido eliminado de un programa. Mala educación la que se basa en el triunfo o el fracaso: solo algunos parecerá que han triunfado; todos los demás serán fracasados.

.- ¿Y si nos organizáramos para trabajar menos horas y reducir el consumo? Entonces habríamos comprado tiempo libre y, tal vez, hasta nos daría por pensar. Porque hay gente pa to.

.- ¿En qué porcentaje las condiciones sociales y económicas determinan la conciencia social y política: En el barrio de Salamanca de Madrid gana el PP por goleada.

.- No tendré más libertad porque todo me sea posible sino porque pueda elegir entre posibilidades concretas y realizables.

.- Qué paradójico: para crear arte es necesario que nada sea necesario ni obligado.

.- Atención, pregunta: ¿Qué resultará más difícil, cambiarse uno a sí mismo o cambiar a los demás?

.- Con frecuencia, eliminar tiempos que se llaman inútiles solo nos conduce a crear cosas inútiles e inalcanzables.

.- Solo existe la fuerza del amor: El odio no es más que la expresión negativa del amor.

.- El concepto de infinito nos lleva a Dios, a la unidad, a la posibilidad; el de número nos lleva a las cosas, a lo múltiple, a la realidad, al ser humano.

.- Sería bueno acertar en el orden y en el proceso: descubrir, conocer, querer (¿o querer – conocer?), amar.

.- La ética es el desarrollo de la voluntad en un comportamiento; pero, ¿y la voluntad de qué es desarrollo?

.- Un grupo de personas es un cruce misterioso de masa e individuo.                     


.- Es magnífico que el tiempo feliz ocupe una buena parte del mapa de la memoria.

domingo, 25 de enero de 2015

HAY CURSOS IMPOSIBLES




HAY CURSOS IMPOSIBLES

A veces me doy cita con las cosas
que el tiempo ha arrebatado de mis ojos.
Cual si hubiera pasado un vientecillo,
se despeja esa bruma que se posa
y deja en la pupila las imágenes
que, a deshora, ha de llevarse el tiempo.
Cualquier tiempo es otoño
para que se nos tiña la cara de nostalgia.

Me enseñaron que hay técnicas que apuntan
al cultivo feliz de la memoria
-cuánto echo de menos su fiel aprendizaje-.

Pero hoy busco esas otras que me ayuden
al penoso cultivo del olvido.
Del olvido de ti.

Juro que no he hallado ni un registro
que me diera noticias
de cómo dar de lado a tu recuerdo
y a esa huella serena que me invade
y que tiene tu nombre
por más que me proponga
tatuar en mi piel cualquier silencio.

Somos huesos besados por la lluvia,
que ya forman tal vez un mismo cuerpo

que supera las fuentes del olvido.

sábado, 24 de enero de 2015

PARA NO ENGAÑARNOS


Esa inútil idea de que las cosas se pueden renovar continuamente en una aspiración a que los hechos no nos dejen salir por mentirosos nos mantiene en la vida. Las ideas que manan al amparo de los mejores deseos nos mandan el aliento para seguir pensando que tal vez mañana todo irá un poco mejor, que aquello que hoy no nos complace acaso en la próxima ocasión tenga otros resultados y nos deje con una cara menos decepcionada. El día que perdemos esa ilusión, los ánimos decaen y algo se nos va viniendo abajo en el vigor necesario para seguir andando y levantándonos.
Lo malo es que no es seguro que las cosas mejoren ni que empeoren. Tal vez lo único que se produce es que sencillamente se repiten. Es verdad que en unos contextos un poco distintos según la vida va transcurriendo, pero con las esencias mantenidas y consistentes. En general, en occidente, en este espacio en el que vivimos, los elementos externos se han renovado muchas veces, pero las ideas básicas en las que nos apoyamos, las costumbres y los tropiezos en la misma piedra se repiten y se repiten machaconamente, y andamos de caída en caída y de levantada en levantada.
Puede que le pidamos a la vida algo que tal vez no nos pueda realmente dar. Quizá nos falte algo de ajuste con esos elementos repetidos para saber que nuestro sitio es el que es y no otro. Pero, ¿quién es el que se queda donde está, sin ímpetu y sin ansias de empujar hacia mejores cosas? Seguramente lo que buscamos casi siempre es aquello que no tenemos, la compensación de lo que intuimos pero no poseemos. En esa situación, me pregunto si realmente somos nuestra voluntad o nuestro destino. Me gustaría que, de acuerdo con la fábula clásica, fuéramos nuestra voluntad, nuestro esfuerzo, nuestro interés, nuestra  decisión de acertar y de equivocarnos, los protagonistas primeros y últimos de este camino que nos ha tocado andar o hacer en el tiempo. Pero hay tanto misterio y tanto sin saber, tanto suceso inesperado que te rompe por medio, tantos hechos externos que se nos escapan y que vemos sencillamente pasar sin poderles decir nada…, que uno no sabe qué parte de destino nos habita, si es que le queda sitio entre nosotros.

No será poco que, al menos en la repetición, nos demos cuenta de que algo se mueve y de que hay algún resquicio para poner en orden ciertas cosas, aquellas poquitas que dependen de nosotros y en la medida en que dependen de nosotros.

viernes, 23 de enero de 2015

CARTA A UN SER DESCONOCIDO


PLEGARIA A UN SER  DESCONOCIDO

Que nuestras vidas sean nuestro mejor mensaje,
nuestra mejor herencia y posesión;
que el miedo y el orgullo no sean vallas
que alejen de nosotros el amor;
que todo lo que puebla nuestro mundo
se reconcilie en nombre del perdón;
que conozcamos todos a los dioses
por lo que son, no por lo que no son;
que no haya tanto altivo funcionario
que dice hablar en nombre de ese dios
y firma los papeles a destajo
para esparcir el miedo y el dolor;
que no se ofrezcan siempre las verdades
desde el mundo irreal de la ficción;
que las horas del día sean las notas
de una alegre y eufórica canción;
que se duerman los malos entendidos
en lo más escondido de un cajón;
que nunca la desgana  y la acedía
se vendan como plantas de interior;
que los lentos espejos de la naturaleza
me enseñen con franqueza lo que soy;
que diga lo que quiero y cuando quiero
y haga lo que haya dicho con razón;
que me invada la risa como láudano
de lo más insufrible del dolor;
que no me desconcierten las mentiras
de un mundo sumergido en la ambición;
que me olvide el camino de la plaza
y me gane el que lleva al corazón;
que sepa descubrir sencillamente
mi talla y mi pequeña dimensión;
que sea un jardín de calma y de silencio
donde crezca el aroma de la flor;
que nunca me halle solo, pobre y débil,
pero sí en soledad y en reflexión;
que el tren que me conduce hacia la muerte
tenga asientos de clara aceptación;
que tenga la experiencia del misterio
y la viva como un hermoso don;
que aprenda a convivir con el respeto
de la presencia extraña del dolor;
que entienda que la muerte es un regalo
de paz eterna y de liberación.

¿A quién puedo enviar esta plegaria?

¿Cuál es la calle y cuál la dirección?

jueves, 22 de enero de 2015

UN MITO CLÁSICO


“Al cruzar un río poco profundo, Cuida tomó un poco de barro mojado y comenzó a darle forma, meditando acerca de lo que había creado. Había cogido el barro del cuerpo de la Tierra y pidió a Júpiter que le infundiera espíritu. Cuida deseaba dar su nombre a este nuevo ser. Pero tanto Júpiter como la Tierra reclamaban su derecho a ponerle nombre. Saturno, el padre de Júpiter, resolvió la disputa diciendo que el nombre sería homo, pues estaba hecho de barro, humus o tierra. Cuando muriera, la Tierra recibiría el cuerpo y Júpiter el espíritu. Sin embargo, el nuevo ser pertenecería a Cuida mientras viviera, pues ella era la que le había dado forma.”
No debería estropearlo con ninguna explicación. Si acaso propondría otro nombre para ese ser femenino que cruzaba el río y que engendró del barro ese nuevo ser y para el que solo se insinúa la labor de cuidarlo por un tiempo. Labor de padres, labor de cercanos, labor de cada ser al ir conformando su propia personalidad y su propio camino por la vida.

El asunto invita a un poema. Pero hoy dejaremos la rosa como está.

miércoles, 21 de enero de 2015

RENOVACIÓN DE VOTOS


RENOVACIÓN DE VOTOS

Llegados a ese punto kilométrico
que no mira hacia arriba porque estamos
en lo alto de la cima,
con área de descanso y con espacio
para mirar la cuesta y el abismo,
me propongo a mí mismo no negarme
a abrir de  par en par la puerta
que anuncie cualquier pista
de otro nuevo principio o aventura.

Todo ha de ser distinto, con la fuerza
de lo que aspira al otro lado de lo desconocido,
de aquello que me vaya sorprendiendo
con la revelación de cada día,
como si nada hubiera sucedido
como si se inventara la luz en cada esquina.

Aspiro a que me queme lentamente
el fuego que da vida y purifica,
el fuego creador, el que ve más,
el que enciende la luz del corazón.
Quiero seguir soñando,
quiero seguir ardiendo cada tarde
cuando se ponga el sol y la costumbre
me impulse hacia la inercia del olvido,
quiero ser aprendiz de toda cosa,
alumno sorprendido ante toda sorpresa,
ciego que abre los ojos y descubre
que todo está aguardando mi contacto.
Y si hay sombras oscuras que me asombran
por la presencia gris de la injusticia,
que también todas ellas me acaricien
los poros y me llenen la conciencia
para seguir sintiendo su amargura.

Hoy de nuevo soy joven y renuevo
con firmeza mis votos y promesas

de fe en los privilegios de la vida.

lunes, 19 de enero de 2015

FÁBULA DE LAS HORMIGAS



FÁBULA DE LAS HORMIGAS
(También para Sara y Rubén)

Sara y Rubén observan las hormigas:
insectos himenópteros, de color negro o rojo,
alados y sin alma,
con dos estrechamientos en su cuerpo.
Son niños y es verano. Las hileras
perfectas bajo el sol, de piedra a piedra;
el mismo afán, la misma simetría;
y un empeño infinito por no romper el orden.
¿Quién las manda y dispone?
¿Por qué no se rebelan y se buscan
la vida cada una por su cuenta?
¿Es temor lo que impide su arrebato?
¿A quién?, ¿por qué?, ¿hasta cuándo?

Ahora Rubén y Sara juegan en el parque.
Hay niños a su lado y hay personas mayores.
(Hombre: ser animado, racional,
vertebrado, capaz, libre, sesudo).
Hay también toboganes, escaleras,
y tubos y columpios y areneros.
Pero todos se empeñan
en el juego imposible de pelota.
Sara y Rubén observan
que hay voces a destiempo y que los padres
no guardan las distancias
como vieron que hacían las hormigas.

Sara y Rubén ignoran
que esos seres que gritan y se enfadan
a veces se dan golpes, se exterminan,
y cuidan de su nido en solitario,
rompiendo filas y agitando puños.

Yo los miro y vacilo:
no sé si guardar cola  en otro juego
o llevarlos de nuevo a las hormigas,
y sentarme con ellos a mirarlas

cómo siguen alegres en su empeño.

viernes, 16 de enero de 2015

INVITACIÓN


INVITACIÓN

Dame la mano y vamos
a buscar el camino de la infancia.
Éramos casi niños. En lo alto
jugaban las cigüeñas. Los senderos
eran todos abiertos y gozosos.

Recuérdalo sin prisa y en silencio.

Descubre en mí tu huella y tu camino,
levántate tú misma en mi estatura,
revisa las tormentas y los vientos,
las épocas de sol y de bonanza
de mis días pasados: son los tuyos.

Yo seré tu camino, tú mi senda.
Mi voz será tu voz y, cuando digas
“amor” sabré que yo amo y que tú aguardas

el eco agradecido de mi voz.

miércoles, 14 de enero de 2015

ALGUNAS DUDAS


Cansado como ando de proclamar la necesidad de querer y de ser querido, como contexto imprescindible para la supervivencia, me surgen, sin embargo, dudas ante diversas situaciones. Por ejemplo
.- Cualquier tipo de rito o costumbre nos rinde y nos adocena un poco, nos incluye en la masa pero nos hace menos críticos y responsables, y, con frecuencia, nos olvidamos de plantearnos si lo que hacemos tiene sentido o es pura inercia. Es un querer y ser querido flojo y pendulón.
.- La lógica pide acudir a los lugares en los que somos bien recibidos y desaconseja hacerse presente en los que no somos bien venidos. Pero ¿eso no nos empuja a la inacción y al inmovilismo, al desánimo y al acomodo más egoísta?
.- A pesar de la afirmación general del principio, a veces queda como un cierto regusto agridulce precisamente cuando no somos comprendidos por algunas personas. En esos casos, lo que realmente se esconde es un cierto desprecio a la capacidad del otro para estar a la altura en la comunicación.
.- Aspiramos al dominio de la razón porque la consideramos un elemento común y al alcance de quien quiera dominarla y ejercitarla. Con ella creamos el pensamiento, que es un territorio común. Pero, si la razón es común, ¿por qué aspiramos al pensamiento propio y particular como elemento distintivo y ennoblecedor del ser humano?
.- Para querer y ser querido se necesita la presencia al menos de dos elementos. No hay forma de concebir la existencia del yo sin la presencia del tú, porque solo desde el tú se puede reconocer el yo. Entonces, querer reafirma tanto el yo como el tú. Lo mismo sucede con ser querido.
.- ¿Querer y ser querido es lo mismo en cualquier situación personal o colectiva?

Tengo muchas más dudas, pero no me apeo de la necesidad general porque me parece una aventura extraordinaria, y no está de más recordar que uno es poco serio si no se aventura, y también es poco respetable si no se toma cada aventura en serio.

martes, 13 de enero de 2015

RAZONES PARA UN AMOR VERDADERO

RAZONES PARA UN AMOR VERDADERO
Tener el corazón sin presupuesto
y despertar oliendo la nostalgia,
recordar el amor como el tranquilo sitio
donde comprar la casa de los sueños,
leer todo tu cuerpo lentamente
como un iluminado que contempla
cómo vas emergiendo de tus ropas,
rodearte la cintura con mis ojos,
jurarte que tu cuerpo es una fiesta
que no se acaba nunca,
tocar tu piel y alborotar mi pulso,
sacar sobresaliente en el examen
de acceso en libertad a tus caderas,
descorcharnos el sexo para amarnos
y que el tiempo se olvide de nosotros,
abandonar las velas de mi barco
ancladas en las costas de tu cuerpo…


Compruebo que he vivido entre paréntesis

y necesito amor a fuego lento.

lunes, 12 de enero de 2015

"COMPENDIO DE UN PASADO"


             “COMPENDIO DE UN PASADO”
Para Higinio Mirón Fernández
(Con motivo de su libro Compendio de un pasado)
He leído con gusto el libro “Compendio de un pasado. (República convulsa, rebelión militar represiva, personaje valorado)”, que has tenido a bien regalarme. Sabes que otras obligaciones me impidieron asistir a su presentación en Béjar. Gracias por ello.
Te he dicho varias veces que, en mis manos, los libros corren el “peligro” de ser leídos rápidamente. Parece una broma, pero no sucede lo mismo en todas las manos. Pues dicho y hecho. Fin de semana y lunes, y ya lo he terminado. La jubilación da tiempo libre y en mí ha aumentado aún más las ganas de seguir gastándome los ojos en las páginas.
Pero lo que importa es su contenido, no que yo lea o no.
Tengo que felicitarte por el trabajo realizado, por el esfuerzo puesto en el mismo y por el resultado conseguido. Sé que supone para ti el fin de un anhelo, la meta de una larga carrera y la satisfacción de una misión cumplida. El mandato de honrar a los padres no es, por supuesto, privativo de la religión cristiana; lo es de cualquier cultura, y del sentido común. Dedicarles todo el esfuerzo que tú le has puesto cumple con nota muy alta este mandamiento. Sobre todo porque de las páginas de este libro (como también de la “Antología de su legado documental”) se desprende un cariño intenso y una admiración muy definida. Esto te honra, y, sobre todo, horna la memoria de tu padre. De él seguro que has aprendido el ejemplo de la honradez, del comportamiento, de la bondad de los ideales, de la importancia de la justicia, de la igualdad y de la bondad como líneas de comportamiento en la vida. Con la publicación de este libro has conseguido que también sea ejemplo de todas esas virtudes para los lectores de buena voluntad. ¿No te parece algo admirable?
Me quedo con las palabras que copias en la página 298 acerca de las intenciones con las que has escrito el libro, pero quiero añadirle la sensación que me deja de ese amor de hijo, de esa presentación no en primera persona sino en tono familiar, de la falta de cualquier tono de revancha y del entusiasmo por recoger cualquier elemento que sirva para completar un retrato completo de lo que puede simbolizar tu padre para vosotros sus familiares y para todos los demás.
La primera parte del libro a mí me interesa menos, aunque  comprendo que le pone marco y contexto a la vida concreta de Pedro. Son datos más generales y sabidos. Lo que me llega a la fibra (no te imaginas lo llorón que soy y la cantidad de veces que me emociono) es la intrahistoria, la presencia de personas que dejan su vida desde cualquier puesto sencillo y normal al servicio de algunas ideas que las empujan en el comportamiento de cada día. Hay muchas, más de las que imaginamos. Tu padre fue, sin duda, una de ellas.
Siéntete orgulloso de él y que él se sienta orgulloso de ti.
No des ninguna importancia a las erratas (que las hay, claro que las hay, y siempre me dices que no te riña por ellas): hay elementos mucho más importantes que esos. Un día, tomando un café, te señalo algunas.
El escrito de Belén es para enmarcar; también el de Felipe Comendador. El ejemplo de Norman Bethune es estremecedor: conozco su vida porque un amigo malagueño le ha dedicado muchas horas y muchas páginas.
Que las encinas extremeñas sigan reproduciendo por sus campos los ecos de los ejemplos de sus gentes de buena voluntad y que asciendan serenamente hasta estas montañas bejaranas.

domingo, 11 de enero de 2015

TIRAR LA IMAGEN


Parece que casi cuatro millones de ciudadanos se han manifestado en París a raíz de los atentados cometidos por islamistas hace apenas unos días. Seguramente habrán sido muchas más personas las que lo habrán hecho en otros lugares del mundo. Muchos de ellos han sido de religión islámica.
Está bien que esto suceda, pero en su entorno se mueve todo un abanico de variables, de intensidades, de búsqueda de causas, de consecuencias y hasta de precisiones léxicas.
No es fácil dar con la tecla que realmente afine el concierto. Creo, sin embargo, que, también en este asunto, hay consideraciones más importantes y variables de menor recorrido.
Yo quiero insistir en el hecho mensurable y comprobable con la simple lectura de que en el Corán se habla y se recoge la presencia y la conveniencia de la yihad en numerosas ocasiones. Olvidarlo es falsear la realidad y no querer ver la tormenta cuando te está cayendo el chaparrón encima. Es verdad que después las interpretaciones pueden ser más o menos rígidas, pero la masa para hacer el pan es esa y no otra.
Enseguida nos apresuramos a afirmar que la mayor parte de los musulmanes es gente de paz, como si con ello descubriéramos el mediterráneo. Pues claro, solo faltaba. Como en cualquier religión. El asunto no es el de las personas sino el de los textos y el de las teorías en las que se basan ciertas actuaciones y ciertos comportamientos en la vida. Si no aprendemos a diferenciar una cosa de la otra, andaremos siempre en la superficie de la cebolla.
Porque si identificamos a las personas con las religiones, entonces, cada vez que pongamos en cuestión una idea o una teoría recogida en los textos de esa religión estaremos poniendo en cuestión a las personas que la practican. Y entonces la consecuencia es inmediata: lo que se ha de mover en el nivel del respeto a la persona se convierte en un miedo invisible y continuado en el que nos sumergen y del que no nos dejan salir. Sucede con cualquier religión, sobre todo con aquellas que se identifican con la totalidad de un Estado o con un período largo de la Historia en el que esa religión ha sido o es única o predominante. La costumbre, la cultura general, los dogmas, los prejuicios y toda una retahíla de prácticas adquiridas, nos llevan a sentir miedo ante la posible crítica de cualquier texto, de cualquier principio y hasta de cualquier práctica de esa religión. Por desgracia, no sucede nada similar en el sentido contrario.
¿A quién se le puede escapar que hay gente a la que le parece ridícula y de nula calidad racional e intelectual la existencia de cualquier religión, y mucho más la existencia de ciertos dogmas o de ciertas prácticas litúrgicas? ¿No se le echa un carro de improperios encima a aquel que se desliza un poco en la broma o en la burla, en sociedades en las que esa religión es la más extendida? ¿Hace falta salir de nuestras fronteras para constatar esta realidad? Ni siquiera del pueblo o ciudad en la que vivimos. Las religiones viven mejor en el misterio y en el silencio; cuando se ponen a la luz y se razonan sus principios, entonces se les caen muchas hojas a sus libros.
Pues hay que sacar a la luz -con respeto y educación, pero sin miedo- cualquier duda y opinión que nos susciten esos textos, sean la base del islam, del cristianismo o del judaísmo. Ese es el mejor respeto que podríamos mostrar a los que practican esas religiones: comentamos sus textos, extraemos consecuencias razonadas y razonables y procuramos hacer la convivencia un poco más soportable y menos misteriosa y asustada. ¿Por qué no puedo yo hacer análisis sobre el Corán o la Biblia y sí lo puedo hacer sobre un soneto de Quevedo? ¿Y por eso no respeto a sus seguidores? No se puede confundir el respeto con el miedo, y mucho menos con el temor a cualquier castigo social o religioso. Nos jugamos tanto como nuestra dignidad como personas. Ellos también se la juegan y por eso queremos comentar y opinar. Por eso el respeto total a las personas y el menor miedo posible a razonar acerca de los textos. Por muy sagrados que sean.
Tengo un amigo que descubrió, después de muchos años, que tenía guardada una imagen de la Virgen. Decidió tirarla a la basura porque estaba ajada. Cuando fue a tirarla, no se atrevió. Algo atávico funcionó en su interior para prohibírselo. Yo creo que ese algo no estaba muy lejos del miedo. Lo mismo le sucede a otra persona muy próxima que no se atreve a rechazar amablemente la imagen de una virgen que circula por las casas y que de vez en cuando le llevan hasta la suya.

Que se abran las ventanas, que entre el sol, que se crucen sin miedo las ideas, que no se anule al hombre como ser capaz de pensar y de decidir su futuro, que no se atemorice a nadie con anuncios de castigos. Repetiré los versos de otro día: “Siempre la claridad viene del cielo. / No confundáis el cielo con los dioses.”

viernes, 9 de enero de 2015

CONTRATO INDEFINIDO


CONTRATO INDEFINIDO

Que mi máscara vuele con el viento
y me quede desnudo entre las sombras
de la página en blanco en la que escribo.

Aquí será el silencio y el misterio,
el primitivo griterío del verso,
yo a solas, ni conmigo ni con nadie,
al servicio exclusivo
de esculpir en la nada la palabra.

Hasta que el viento olvide que me viste
un azul de alegría y de contento,
que mis manos no esculpen si no cantan

esa nada que muerde en cada instante.

jueves, 8 de enero de 2015

LOS CUENTOS VERDADEROS


A mi nieta Sara le gustan mucho los cuentos; y le gustan también las películas de dibujos animados. Si son en tres dimensiones, entonces ya ni pestañea. Cuando voy a verla, o cuando me visita, procuro sentarme con ella para pararme también ante esos mundos de aventuras y de magia. Yo tuve pocas oportunidades cuando tenía su edad y ahora recupero algo el tiempo, aunque a veces tenga que realizar algún esfuerzo añadido. Cuando aparece alguna escena en la que el personaje malo realiza algo contra el bueno, Sara se da la vuelta y no quiere ver la pantalla hasta que termina la escena. Yo aprovecho entonces para abrazarla y para darle un buen achuchón, para indicarle que estoy allí como guardia de seguridad, que nunca le fallaré si algún día se siente desprotegida.
Pero cuando me siento más cómodo es cuando, vencida por la continua actividad del día, Sara comprende que tiene que dormir. Entonces buscamos un cuento y ella selecciona a un lector, pues siempre tiene varios voluntarios para leerlos. Cuando me toca -y procuro que sean muchas veces-, me siento, abro el libro y empiezo a representar. El tono, la intensidad, el timbre, los silencios, los gestos…, todo procuro que sea lo más adecuado para que ella imagine, sienta y sueñe. En ese contexto, sus sueños se asoman y la acompañan durante toda la noche. A la mañana siguiente, ella sabe que tiene brazos abiertos que la esperan para empezar otro nuevo día. Como si su vida entera fuera un cuento. Qué pena que no sean tantos los días que estoy junto a ella.
Y es que yo, que prevengo contra el tipo de personajes que aparecen en bastantes cuentos, porque me parece que van dejando un poso de elementos demasiado tradicionales y hasta retrógrados, también quiero reivindicar la potencia de la magia en los cuentos y en las historias imaginarias.
Cuando se abre la puerta del “érase una vez”, todas las posibilidades se convocan para crear un mundo en el que refugiarnos, una realidad que no es la de cada día sino otra en la que nos gustaría instalarnos para no salir de ella. En esa realidad, el tiempo y el espacio se alejan de nosotros y se miden de otra manera pues sus límites se pierden en las nieblas de nuestra imaginación. Y en esas coordenadas, los personajes ya están capacitados para realizar cualquier cosa que a nosotros nos parece imposible. Por eso los animales hablan, los montes corren, los árboles vuelan o las casas se construyen con elementos diferentes. ¿Cómo no vamos a sentirnos atraídos por esa nueva realidad soñada? Por si fuera poco, los espacios y la naturaleza nos acompañan y nos protegen en su seno, como si fueran un camino de iniciación y de misterio.
En ese contexto, el niño -y el menos niño- empieza a entenderse a sí mismo y comienza a relacionarse con los demás. Aquello que ve desarrollarse en los personajes del cuento es posible que también se pueda despertar en su corazón. Ahí empieza la empatía y ahí crecen por primera vez sus deseos y sus anhelos, sus temores y sus alegrías. Son sus primeras catarsis, sus primeras prolongaciones más allá de los abrazos, de los besos y de las caricias de las personas que los rodean. O su vuelta a las caricias y a la seguridad de los brazos de sus próximos, si se sienten amenazados.
Un cuento infantil es siempre una excepcionalidad, una forma de vida diferente y nada usual. Pero cada uno de ellos está cargado de un simbolismo que debemos trasladar en pequeñas dosis al niño que lo lee, que lo ve o que lo escucha. Esa será la mejor manera de ir creando un espacio sólido para que maduren tanto la realidad más mostrenca como la realidad soñada, para que embridemos los deseos pero también para que no dejemos de indagar y de aspirar a mundos mejores para nosotros y para todos los demás. Cada cuento nos enseña algo interesante, nos sumerge en un sueño que merece la pena vivirse.

Tengo ganas de volver con Sara para ver alguna peli de las que ella selecciona, pero sobre todo para leerle algún cuento mientras ella me escucha y, a veces, se deja ir al mundo de sus sueños. Ahora empezamos a tenerlo más fácil porque ya ella también lee y podemos irnos juntos al mundo de la fantasía, al de los cuentos verdaderos. 

miércoles, 7 de enero de 2015

"EN EL NOMBRE DEL DIOS CLEMENTE Y MISERICORDIOSO"



Esta es la fórmula con la que comienzan las CXIV suras del Corán.
“Doce muertos en un atentado contra un semanario satírico en París. Tres hombres armados encapuchados han disparado con armas automáticas esta mañana contra la sede de Charlie Ebdo. Además de los doce muertos hay cuatro heridos muy graves. La revista publicó en 2006 las caricaturas de Mahoma y tiene una gran tradición crítica y reivindicativa.” Es noticia que transcribo del diario El País. En el mismo diario se recogen unos gritos de los terroristas cuando huían: “Hemos vengado al profeta Mahoma.”
Ya se ve que tengo poca vara alta en estos asuntos pues no hace nada pedía como regalo de reyes que los dioses se pusieran de acuerdo, que no se enfadaran y que no montaran, o que no dejaran que montaran en su nombre, estos desaguisados. Es mejor que lo dejen en manos de los hombres porque nos ponemos de acuerdo con más facilidad, a pesar de nuestras evidentes limitaciones.
El común de los mortales se asusta con estas noticias y despotrica contra los que cometen estos actos tan desgraciados. Yo también lo hago. Pero, de nuevo, esto me parece muy poco, sobre todo si se nos olvida en cuanto los medios dejen de apabullarnos con imágenes y datos del asunto. Los familiares y allegados se quedarán más tiempo en el contorno del atentado; y no seré yo quien se lo reproche; pero a los demás les ruego una mirada un poco más panorámica y una búsqueda de las causas que provocan y de las consecuencias que de él se derivan.
Yo confieso que he leído el Corán. Y, o yo no sé leer, o hay afirmaciones que me aterran y que me parece que soportan hechos parecidos a los que después vemos que suceden. No soy especialista en este libro. Me gustaría verlo explicar a los que hayan dedicado más tiempo a su lectura y que hayan reflexionado más acerca de sus enseñanzas y sus incitaciones. Y que lo hagan en público, en un diálogo sereno entre los que sean más favorables y menos propicios. Si puede ser, que se abstengan los clérigos de todo tipo, por contaminación y por ser jueces y parte. Solo después podremos hacernos una idea más exacta del contenido y del alcance de sus páginas. Mírense, por ejemplo las siguientes suras y versículos: II,23; II,59; II.78; II,158; II,183; especialmente desde II,186 a II,193, II,220; II,222… y tantas otras. Es que en ellas se dice lo que se dice y no lo que se quiere leer. Es verdad que en otros apartados se dicen otras muchas cosas que firmaría cualquiera, pero en el sentido común y sin necesidad de ser profeta ni coño que lo fundó también se afirman y se concluyen ideas de solidaridad, de ayuda, de amor, de justicia y de paz.
Para que todo esto no se encone, aparecen los intérpretes más calmados y menos talibanes. Como siempre que ocurre algo parecido, se apresuran a decir que el libro hay que entenderlo de tal o cual manera y que estas no son formas. Pero es que todos hacen panes con la misma masa, y no todos son templados y moderados.
Es elemental pensar que todo esto se produce en un contexto que explica pero no justifica los horrores que sufrimos. Porque ahí están las relaciones de los mundos oriental y occidental; y están las escalas de valores de este lado de acá de la raya, tan poco atractivos para ellos, y para algunos de nosotros; y están sus valores, tan poco dados a la razón y tan atrasados en nuestra visión occidental; y están tantas y tantas cosas.
Cuánto mal siguen produciendo las religiones a lo largo de la Historia. Y cuánto mal van a seguir produciendo. Porque la lógica sigue diciendo que este desvarío va a continuar. Y, por desgracia, este país de la piel de toro anda en el punto de mira más cercano. ¡Y todo en el nombre de Alá, “el Dios clemente y misericordioso.”  !Qué barbaridad!, ¡qué locura!, ¡qué desatino!, ¡qué animalidad!, ¡qué deshumanización! Tener dioses para esto…

Uno mira para la historia del más acá y no se consuela demasiado porque también en el nombre de este dios se siguen cometiendo barbaridades sin cuento. Menos mal que al menos parecen un poco menos salvajes y menos antediluvianas.  

martes, 6 de enero de 2015

OTRA MAGIA MÁS REAL


Pocas fiestas me producen sensaciones tan contradictorias como esta de Reyes. Por una parte está todo el ambiente de la magia, de la sorpresa y de la ilusión del mundo de los niños; por otra todo lo relacionado con el trasiego comercial que con ella se produce.
¿Quién podría poner reservas a que un niño viva momentos de ilusión y de magia? Para que mi nieta, o cualquier niño, se emocione, yo estoy dispuesto a vestirme de rey, a declararme monárquico, a organizar una cabalgata, a aburrirme soberanamente toda una tarde de compras y hasta a afirmar que el día es la noche o viceversa.
Pero no estoy muy seguro de que el mundo de la emoción y de la magia se consiga solo con este ritual al que asistimos casi todos complacidos y sin poner ningún pero. Momentos de magia y de ilusión se pueden crear de muchas maneras y en cualquier día del año, con cosas pequeñitas y elementos más visibles y próximos al niño, más creíbles y educadoras. ¿A qué nos lleva la costumbre de unos reyes, de oriente, desconocidos, sin continuidad y con fecha segura de caducidad? Yo creo que a contento momentáneo pero a desilusión posterior, a desengaño en esos momentos en los que el niño empieza a sospechar que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Parece como si quisiéramos ordenar la vida en un orden decreciente desde lo sublime hacia lo más mostrenco y desengañado; como si quisiéramos afirmar algo así como déjate llevar por la magia que después la vida ya se encargará de darte palos por todas partes. El panorama, así visto, no se presenta demasiado halagüeño. Yo apostaría por una educación más sencilla y próxima a lo verosímil y abarcable por el ser humano. No es poco si lo pensamos bien. ¿Por qué no pensar, por ejemplo, en lo que significa compartir entre los seres con el reparto de regalos? No necesitamos ni reyes, ni príncipes, ni ministros… Nada. Nosotros mismos lo podemos organizar sin aspavientos y con resultados más positivos, educativos y duraderos. ¿Para qué necesitamos engañar a nuestros niños con algo que no resiste ni el más mínimo razonamiento? ¿No es más fácil enseñarles que no hay magia que consiga repartir regalos en todos los hogares del mundo en una sola noche? Pienso que no se pierde nada y que se gana mucho. Pero sé que es un camino pedregoso y que ataca sentimientos y costumbres muy arraigadas.
El resto me resulta mucho menos atractivo. Todo es comercio y publicidad, dominio del dinero e imposición del poderoso. Para paliar el asunto (o acaso por acabar de completar el negocio) se suman las campañas caritativas de los mercadillos beatíficos de ningún niño sin un regalo y todas esas cosas que envuelven el mundo por unos días en una atmósfera de cuidados paliativos, mientras nos lanzamos a la cuesta de enero con toda su crudeza y realidad. Claro que, para ello, ya se ocupan de recetarnos la medicina de las rebajas, otro señuelo más hasta que el Corte Inglés dé la salida de “ya es primavera” y nos sitúen en una nueva etapa de un ciclo interminable. ¿Por qué supeditar todo al dinero si es evidente que se pueden hacer muchas cosas sin su concurso o al menos con menos del que nos empujan a conseguir? Después llegan los fracasos y los enfados, las situaciones de desesperación y las protestas porque el sistema no nos acomoda según nos gustaría.

¿Por qué no pensamos alguna vez si no será el sistema el que nos descoloca a casi todos y si no será necesario cambiarlo o al menos modificarlo profundamente? Tal vez proponer esto el día de Reyes sea atrevido. Tal vez. Pero es en estas ocasiones en las que mejor se puede ver si merece o no merece la pena. 

lunes, 5 de enero de 2015

LA SORPRESA DE LA NATURAL(EZA)


En esta representación del mundo, tan cargada de oropeles y de apariencias, con cierta frecuencia, la sorpresa de toparnos con la belleza  nos la da la propia naturaleza.
En cualquier tipo de manifestación artística, o simplemente diaria y repetitiva, parece que, en cuanto un fenómeno se ha repetido unas cuantas veces, decae en su atractivo y en su encanto y ya esperamos solo la manera en que la próxima vez ese fenómeno aparezca revestido de ropajes diferentes y con unas dimensiones externas distintas. Cuando se trata de la creación, entonces la novedad formal se transforma casi en la esencia de lo que va a ser más valorado y considerado. Rarísima vez esas novedades son tales, pues suelen repetir elementos que ya en anteriores períodos se habían estimado pero que, por la fuerza de la necesidad del cambio, habían caído en desgracia, cuando no en el olvido. La historia de las corrientes artísticas se explica fácilmente como una lucha pendular, como un vaivén de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, incorporando simplemente aquello que el discurrir de la Historia transforma en elemental y general, naturalmente. Así en literatura, en pintura, en música, y en otra manifestación cualquiera.
Si la reflexión la trasladamos a la moda y a la publicidad, entonces la afirmación se hace tan evidente que apabulla. Cualquier listillo sabe que la camisa que se dejará de llevar a final de temporada volverá con fuerza al cabo como mucho de un par de ellas más, si acaso con la incorporación de un botón más grande o más pequeño. Y lo mismo ocurrirá con los zapatos y con los vestidos… De tal manera que el que quiera comprar barato no tiene más que esperar a las rebajas y guardar una temporada. Y que gasten en novedades los tontos del lugar, que, desgraciadamente, son demasiados.
La naturaleza repite sus ciclos sin prisas y aparentemente sin cambios notables, todo parece que le importa un rábano desde las prisas de los seres humanos, su paso no es el nuestro y no parece conocer el atractivo de lo distinto o de lo novedoso. El frío llega y se acortan los días cuando tienen que hacerlo, y se estiran y se abren a la luz cuando llega la hora, ni antes ni después. ¿Para qué? parece preguntarse.
Y es entonces, en la contemplación de esa natural(eza), en la reflexión con esa natural(eza), cuando uno puede comprender que, oh milagro, se produce precisamente la magia de lo natural, de lo más clásico, de lo que menos engaña, de los parámetros controlables, de las sensaciones complacidas, de la certeza de pertenecer a un conjunto de elementos amplio y duradero, más importante y hondo que uno mismo. Ahí anida la sorpresa y con ella la admiración y hasta la exclamación. A veces incluso hasta aquella evocación del “cesó todo y dejeme, dejando mi cuidado…”
Son tantas las prisas, es tanto el acoso de la novedad, el empujón por comprar y rozar cosas engañosamente nuevas, el engaño ante la sensación de que lo “nuevo” es lo válido, que una mirada atenta, una consideración templada, un paseo tranquilo, un paisaje variado, un cielo contemplado, una conversación serena y reposada, una fuente que mana y deja la continuidad del sonido en la taza, un camino que apunta hacia lo lejos, una bandada de pájaros que dibuja piruetas imposibles en el aire, el tiempo y el espacio que nos llevan, un jardín o una huerta cultivados con mimo, el trago de una bota cara al cielo, la charla sobre todo y sobre todas las cosas… terminan causándonos sorpresa y apareciéndose como la novedad, como lo insólito, como la belleza más sabrosa y como el elemento salvador ante tanta urgencia, ante tanta impaciencia y ante tanta mentira y apariencia.

Todavía lo natural está en la naturaleza. Parece una obviedad decirlo pero causa sorpresa. Y descubrir su existencia y rumiar sus leyes nos sitúa a todos ante el milagro continuo de la vida, de la vida real y verdadera, del valor sin valor de la belleza.

viernes, 2 de enero de 2015

VALS DE LA DESMEMORIA



VALS DE LA DESMEMORIA

Está deshabitando su memoria
a una velocidad incontrolada.
Primero fue la bolsa de la compra,
que se quedó en la tienda sin notarlo;
después, pasos marcados en dirección contraria;
luego no supo cómo
se limpiaba la mesa sin mancharse…;
y, ahora, sencillamente, no sabe que no sabe.

El, para acompañarla y consolarse,
saca del saxofón las melodías
que llenaron las horas de la infancia
y los días azules en los que se besaban,
y sueña que bailaban agarrados
al son de las canciones en los bailes.
Por eso ese concierto tan sentido
que le ofrece al llegar cada mañana.

Llora el saxo y a veces
se calla y se refugia en el silencio.
Yo lo escucho y escucho en mi terraza
los pasos de ese baile acompasado
que se marcan
buscando inútilmente en sus miradas
la música y los besos
que el tiempo ha arrebatado
anulando la luz de su memoria.

Escucho, siento, sueño,

pienso, y a veces lloro con su baile.

jueves, 1 de enero de 2015

MI PASEO NOCTURNO EN NOCHEVIEJA


Comencé de nuevo el año con mi paseo  acostumbrado por la oscuridad de la noche. Pero la oscuridad y el silencio buscados solo lo fueron a medias pues el bullicio y las prisas lo llenaban casi todo.
Brindé con mi familia con los mejores deseos, oí los primeros ruidos en la calle y salí para sumergirme en el silencio de la noche. Nada más salir me atronó el ruido de un coche que circulaba a ochenta o noventa kilómetros por una calle en la que es obligado no pasar de los treinta. En su interior iba un joven en un estado indefinido. MI primer enfado. A los diez segundos lo volví a oír en dirección contraria y a la misma velocidad. Alcé las manos como muestra de protesta y desapareció. ¿Qué buscaría el pobrecito? ¿Quién le habría llevado a considerar aquello como algo normal? ¿Qué sociedad es la que permite y hasta aplaude semejantes manifestaciones de instinto animal?
Mientras descendía por la calle Olivillas, los ruidos de petardos seguían atronando desde distintos puntos de la ciudad, y los coches, a menor velocidad que el primer loco, iban y venían en ambas direcciones. La luz y el sonido estridente me acompañaban, Yo solo deseaba quedarme solo en la oscuridad.
Lo conseguí a medias en el paseo que va desde el puente de la vía del tren hasta la carretera general, que asciende, mirando a la ciudad, por la cara norte de la ladera del monte. La nueva barriada construida en aquel paraje parecía tranquila en medio de la noche.
Cuando alcancé la Fuente de doña Elisa, aún cruzaban coches por la carretera, pero ya era yo mismo el que podía recrearme en mi interior y en el exterior, a través del pensamiento y de la vista. Es verdad que las luces iluminaban los hogares en el cerro alto en el que está asentada la ciudad estrecha, pero yo las miraba y me miraba, y miraba también hacia lo alto donde brillaban las estrellas en una noche clara y misteriosa.
Pensé entonces en las gentes de enfrente, en aquellas que vivían la noche desde el interior del ruido, cada una según sus necesidades y según sus apetencias. Yo quería estar solo y lo estaba, deseaba pensar unos minutos y pensaba, deseaba soñar y soñaba.
La nostalgia me llevaba hacia atrás, hacia el año que se despedía y hacia alguno de los acontecimientos que lo habían jalonado. Había en esa nostalgia elementos externos y elementos más personales e internos. Imaginaba cuáles podrían ser compartidos con las demás personas, cuáles serían considerados importantes en la misma medida y cuáles serían importantes para algunos y sencillamente despreciados por los demás. No sé cuántos sería capaz de compartir con la mayoría, tal vez muy pocos.
Y entonces volví a mí, a mi persona y a mis alrededores, a ese trocito de camino en el tiempo que para mí también se había terminado. Y seleccioné. Y me quedé con el nacimiento de Rubén como regalo extraordinario de la vida. El resto de mi tiempo será ya también un poco del resto de su tiempo. Y me sentí feliz y emocionado por tanta suerte.
Y pensé en mi familia, en todos los que me rodean y me quieren. Yo los quiero también. Y me sentí orgulloso con mis hijos, contento con mi esposa y sereno y gozoso con mis nietos. Y noté que el contento me llenaba la piel y me daba calor en medio de la noche. Es probable que a nadie le importen estas cosas. Qué le vamos a hacer: es mi mundo, mi año, mi festejo, mi brindis y mis uvas. Yo era tierno y vulnerable en medio de las sombras.
Después miré para el cielo y vi que lo de siempre me aguardaba, en la misma postura y con el mismo aplomo. Las estrellas colgadas en lo alto, como mostrando calma y dándome la luz y hasta el sosiego. Todo de nuevo en calma, como el año ya viejo y como el año próximo.
Y yo me sentí nada, como ínfima parte de un todo apabullante y no abarcable, como un pálpito mínimo de la conciencia de todo el universo, como un caminante inseguro, que se va sin remedio al corazón de todo lo creado. Y entonces la conciencia de todo lo del cielo y lo del suelo me abrazó y me dio su calor y su cariño.
Después seguí la senda dando vuelta hasta casa, con las gentes en fiesta, con los jóvenes prestos para mostrarse hermosos en la noche, y las chicas al aire, con el porte de sus breves vestidos y sus cuerpos desafiantes, que provocan a todo el que los mira.

El futuro es el año, este nuevo año que ahora empieza y que aguarda en sus meses y en sus días. Veremos la manera de no andarlo perdidos. Ya veremos.