martes, 30 de diciembre de 2014

FIN DE ETAPA



Me toca nuevamente cerrar este capítulo anual de mi Diario Menor. Notas a pie de página. Desde mi terraza.
Nunca sé si va a ser el último. Porque algún día me cansaré o me surgirá algún impedimento insalvable que me cierre esta ventana desde la que veo pasar el tiempo y desde el que le mando recados al espacio y al futuro. Creo que ya hace como el número catorce o el quince -que empiezo a perder la cuenta- y atrás dejo demasiadas páginas que tratan de poner, al menos en índice, muchas notas acerca de ideas o acontecimientos de la vida, de mi vida, de la que voy construyendo paso a paso. En realidad, por ahí quedan perdidas todas las notas de una sinfonía incompleta pero que deberían dar jugo suficiente para saber qué escala de valores me ha preocupado y en qué fregados ha andado ocupada mi mente. Ya me pesan los tomos en los anaqueles.
Porque ha sido siempre preocupación mía el intento de que, a pesar de no dilatarme en más de tres, cuatro o cinco decenas de líneas, esas líneas trascendieran del hecho concreto y se alzaran hasta el nivel de la idea y de la alusión general. No me interesa nada la figura del pequeño Nicolás, por ejemplo, sino las implicaciones que su caso suscita y el nivel de chapucería que para la vida española se desprende de sus acciones. Y así hasta con los detalles más aparentemente personales y concretos. Si alguno quiere leer estas líneas desde la intención del autor, me gustaría que lo hiciera sabiendo lo que yo mismo, en primer término, quería al idearlas y al concretarlas. Las demás interpretaciones son legítimas, pero no son las mías.
Existen formatos más tradicionales o novedosos en los que el autor glosa una historia en doscientas o trescientas páginas, o lo hace en pocos caracteres. El primero ha sido el de siempre, el de la Historia, el del libro; el segundo es el de hoy mismo, el más inmediato e improvisado. Si un autor no publica en el primer formato, parece que no existe como tal y apenas se le considera. Si un autor lo hace en el segundo, menos todavía.
Este formato del blog, con su extensión buscada por mí, no es precisamente el que más conocimiento ni reconocimiento produce. Pero eso no importa demasiado: con eso ya se cuenta; lo fundamental es que a mí me ofrece la oportunidad de mostrar mi perfil acerca de muchas cosas, y me lo permite solo en lo fundamental y escueto, dejando de lado el ochenta por ciento de las páginas de un texto largo, que, con demasiada frecuencia, me parecen repetitivas y que sobran.
Nada tengo contra los demás formatos, en absoluto, sencillamente predico el acomodo que para mí supone este del blog. En él y por él he pasado muchas horas abriendo la ventana de esta terraza, he pensado en numerosas variantes de la vida –seguro que sin solucionar ninguna- y he dejado algunas líneas cuyo tono -perdón por la inmodestia- no me disgusta del todo.
Hay aristas personales y próximas que aparecen menos y que cualquier día pueden hacerse más presentes. El tiempo dirá. Y lo hará sin aspavientos, sencillamente respondiendo a la invitación que yo les haga o que el contexto me haga a mí mismo. Ya no tengo edad para plantearme otra meta que no sea mantenerme en el intento de querer y de que me quieran, pues mi única obligación en la vida es intentar ser feliz a ratos. Claro que me gustaría serlo viendo que los que me rodean y los más alejados también lo son. ¿Alguien me ofrece una ocupación mejor?

Un año más se va envuelto en el tiempo. Otro nuevo coge el relevo y se abre a todas las posibilidades. Por ello debo estar dispuesto para todo lo que existe, porque siento, percibo, canto y vivo. En mi existencia, en mis sentimientos, en mis cantos y en mi vida, que son los de todos los demás. 

1 comentario:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenos días, D. Antonio Gutiérrez Turrión:

Sepa que valoramos sus escritos y le agradecemos los que deja en el blog y los que ha publicado en papel.
Y sepa, también, que se le quiere.
Los mejores deseos para el Nuevo 2015 y muchos años más, para usted, su familia, sus preciosos nietos y para la buena gente que en el mundo hay. Y en especial, para Manuel Casadiego y todos los amigos de BÉJAR.

Abrazos.

P.D.: Le dejo parte de un poema de Miguel Hernández, cantado por Serrat.