viernes, 3 de octubre de 2014

DÍA TRAS DÍA


DÍA TRAS DÍA

Vuelve la noche y se renueva el viento,
las farolas se encienden a la hora
que estaba previamente convenida
y la luna se asoma y nos invita 
a violar sus indicios de ternura.

Vuelve la aurora y deja atrás el sueño
con sus ramas desnudas y confusas,
se pone en pie la vida y en las calles
vuelve a sentirse el gris de las pisadas,
los semáforos altos, los vehículos
(celdas volantes); vuelven
esos ruidos del niño y de la madre
que conjugan la paz y la alegría.

Se suceden las horas y los días,
todo fluye sin ganas, como en sueños.
Yo, sin saber por qué, busco una causa
que me sujete aquí, tras la ventana,
que me dé consistencia, que me empuje
a salir a la calle
y a no tirarlo todo
en el contenedor de la basura.

Te miro y nos miramos.
También nosotros somos sin remedio
un río que se marcha monte abajo,
camino de la mar y del olvido;
y somos, y no somos
los mismos que hace un rato nos besábamos
hasta gastarnos juntos,
dejándonos llevar por ese aliento
que apareció sin causa,
y tiene que seguir emocionado,
sorprendiéndonos siempre

como nuevos y viejos conocidos.

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