martes, 30 de septiembre de 2014

PALABRAS PARA JOSÉ ANTONIO LABORDETA



Querido “Abuelo”. Como una albada del viento me llega la noticia del homenaje que te han dedicado en Zaragoza, con motivo del cuarto aniversario de tu muerte. ¡Cómo es posible que hayan pasado ya cuatro años!
Recuerdo que la noticia de tu muerte me pilló con los oídos puestos en tus canciones, camino de Ávila, otra provincia y otras llanuras áridas que piden y pedían “agua para el erial y trigo para el secano”. Iba, como tantas veces, a pasar el día con mis hijos y escuchaba con emoción aquellas notas del “adiós a los que se quedan y a los que se van también”, que tú me desgranabas con tu vozarrón al viento. Imagínate, con mis hijos por ahí y yo suspirando siempre por su presencia…
Quizá te lleguen ecos de la emoción que me has hecho pasar siempre con tus invocaciones y de las horas que me has tenido en tensión y con el sentimiento a flor de piel, de las mañanas en las que me has impedido realizar nada que no fuera seguir y seguir pegado a las notas y a las ideas que sustentaban las letras de tus canciones. Te tienen que haber llegado pues sospecho que han sido muchos los que lo han experimentado como yo.
¿Y sabes lo que me ha ocurrido hoy de nuevo? Pues eso, que me has jodido y me has robado todo el tiempo sentado en la emoción y hasta en el lloro. Amigo, cabroncete, agitador total, hermano hombre (como decía tu hermano en uno de sus versos), que me robas el alma en tus canciones y no puedo hacer nada que no sea derramarme en lo que dices. Y es que, si no tus besos, sí tus canciones “me saben a madrugada”, y las busco y las sigo por doquier.
Porque aquí todo sigue igual que siempre: “Y a mí ya me ves, / de casa a la oficina, / luego por las calles, / a ver cómo se pasa / el tiempo en las esquinas.” Y los demás, pues eso: “El tiempo se derrama mansamente / por la iglesia barroca y por la plaza, / mientras los chicos crecen, / se hacen hombres y escapan.” En fin, “lo que sucede y pasa”.
Corren tiempos, amigo, de miedo y de zozobra en este país vario que tú creías tener en la mochila, surcando los caminos y senderos, con aire sorprendido y satisfecho. Es tiempo de volver a alzar la vista, de rabia y de mirarlos a la cara para mandarlos de nuevo a la mierda, por más que el exabrupto les manche la corbata y la conciencia: ”Habrá un día en que todos, / al levantar la vista, / veremos una tierra / que ponga libertad.”…”También será posible / que esa hermosa mañana / ni tú ni yo ni el otro / la lleguemos a ver, / pero habrá que empujarla / para que pueda ser.” Porque “pueblo, niebla, viento y sol” no son solo esencias y misterios de tu tierra querida, sino también de tantas otras que forman esta madre y madrastra que llamamos España.
Voy a seguir dejando que tus cenizas limpias se derramen sobre mis emociones, y será tu recuerdo, y serán tus canciones, y será tu empujón el que me habite durante mucho tiempo.

Amigo, voy a ello. Un abrazo muy fuerte.  

lunes, 29 de septiembre de 2014

EN LA PLAZA MAYOR DE PLASENCIA




Ven que te coja en brazos, mi niña, y que te explique. Para ti todo es limpio y luz y risa y viento.
Estamos en la esquina de esta plaza, viendo pasar las nubes por el cielo, sin rumbo definido, juguetonas, pintando malabares en el viento, como tú los dibujas cuando quieres, en esta tarde gris en que el verano ya se presiente lejos y confuso. ¿No ves aquel muñeco que se empeña en sujetarse todo al campanario, para darnos las horas sin cansarse desde hace no sé cuánto? El Abuelo Mayorga lo llaman los vecinos de estas tierras. Ese sí que se sabe muchos chismes de todas estas gentes. Déjalo allá en lo alto, viendo pasar el tiempo y las cigüeñas.
Y ahora, mira cómo se viene andando por la esquina. ¿Lo ves? Tiene cara de joven y ya es viejo. El tiempo le ha marcado los surcos de su frente y esas arrugas hondas que muestran sus mejillas. Está pidiendo a voces que alguien le dé una ayuda, que ya no puede más, que ha de ser de las últimas pues su cuerpo no aguanta y presiente la noche y el olvido. Fíjate, casi llora cuando nos dice esto. En cuanto alguien se mueve y se preocupa, él se afirma en sí mismo: “No se preocupe, que no voy ni a arrimarme, que yo ya nunca robo, solo quiero que me den algo porque no aguanto más y estoy a punto de morirme.” Ves, alguien le da una moneda y se marcha por una bocacalle murmurando la misma cantinela: “A mí ya me queda poco y estoy a punto de morirme: no tendré que seguir pidiendo más.”
¿De dónde habrá venido hasta esta plaza de este otoño extremeño? ¿Qué pasado le aplasta y le domina hasta dejarlo en brazos de la muerte? ¿Cuántos ratos de luz arrebatada y de oscuras caídas? ¿Cómo se cifra el mundo en su mirada? Seguro que no llega a la treintena y está solo en los brazos del olvido. Su familia es la calle y es la noche y el frío, y su voz no se escucha, y sus ojos no miran con alguna migaja de esperanza. Su vida es solitaria y es pasado, pues su presente es muerte y abandono. Ni siquiera se asoma hasta su cuerpo el eco del miajón de los castúos. ¿Lo ves cómo se pierde por esas callejuelas y se lleva la angustia y el hastío, y el gramo de consuelo y de certeza que anida en sus palabras?

Aunque no estás presente, te tengo entre mis brazos y te aprieto con fuerza y soy tú misma. Mira, Sara, la vida es tan hermosa, que hasta merece la pena vivirla y conquistarla, verla en gozo y ayuda, desde la sensatez pero no desde el miedo, dejándose llenar por lo que sirve y no por lo que mata y anula tus sentidos. Mira cómo nos mira desde arriba el Abuelo Mayorga y cómo lo mira a él mientras se pierde y nos deja ese poso de amargura.

domingo, 28 de septiembre de 2014

QUIETUD

         
Quiero vivir conmigo, gozar de la quietud y estar a solas. Es bueno irse apartando , venir al singular y estar perdido, ver que la tarde ofrece más luz que las farolas que adornan la verbena, que la luz de la noche puede ser más penetrante que los rayos del día y que el silencio atruena si el oído se presta a su conquista.
Cuando desde el sentido asciendo hasta la altura del entendimiento y me llama la luz de las ideas, sé que todo se viene hasta mi encuentro y yo salgo al encuentro de lo que ya me estaba esperando desde siempre. Mejor en la quietud y en el silencio: es el lugar exacto en el que se revelan los misterios y yo me hago consciente de mí mismo, de mis propios silencios y miserias, de mi cuerpo desnudo, del blando discurrir de mis palabras, del proceso volátil que me ocupa en los brazos del tiempo y del espacio.
Y sé que si pregunto, cual filósofo, por la esencia absoluta de la cosa, es decir, “la pregunta por la cosa” me balanceo y subo y me suspendo, y me abato y me hundo y me descubro, siempre tan pobre, siempre tan marcado por los límites simples de mí mismo.
Quiero la soledad, quiero la brisa que me orea y me mira y me sorprende, y me vuelve a la luz de mi conciencia. Desde ese pozo ciego miro el mundo, y la luna me mira desde el fondo, y vienen las estrellas en cuchillos a mirarme también y a darme luz para que yo me mire, me conozca, abra a la luz la vista y sea consciente del poder de mis ojos: las cosas son las cosas simplemente porque yo tengo ojos para verlas, y yo soy otra cosa que se ofrece a otros ojos que existen para verme.

En esa conjunción de luz y sombras, a la quietud sencilla del silencio, me acojo y me abandono, quiero ser transparencia y ser memoria, ojo que arde a la vista y se transforma en luz de soledad, en soledad de luz, en llama que se expande y que se turba, en silencio sonoro y luminoso. 

jueves, 25 de septiembre de 2014

DE NUEVO POR LAS AULAS Y PASILLOS



De nuevo andan los claustros y pasillos repletos de estudiantes. Los cursos se inauguran, se compran los diversos utensilios, los libros se repasan, se protesta su coste tan subido, se conocen las caras de otros días y alguna nueva incluso, se cambian los horarios y rutinas, se formaliza todo, se hacen planes también, se vuelve a la rutina de la repetición y parece que los días nos marcan y nos contienen mucho más que en los meses del verano…Buena parte de la gente anda apuntada al curso y la academia. Hay que apuntarse a algo; por edad o por desempleo, pues la mejor inversión sigue siendo la de la educación.
Y yo que ya ando lejos de las aulas, salvo en el descansillo de la tarde de UNED, me vuelvo cada año con mi vista cansada y mi nostalgia a recorrer con calma sus luces y sus sombras. No debo repetir con tanta insistencia que he gozado en mi profesión, que sigo convencido de que la mejor inversión es la que se hace en educación y de que la mayor riqueza de una comunidad es la riqueza humana, la compuesta por los valores de la inteligencia y solidaridad de sus componentes.
Sí pienso con algo de enfado que seguramente lo pude hacer algo mejor de lo que lo hice, que seguramente la imposición social de ser políticamente correcto y escasamente alborotador me impidió a veces cantar las cuatro verdades del barquero a mí mismo y al contexto en el que actuaba. Y eso que siempre fui un poco avispa cojonera, y a veces hasta un mucho.
Porque aún sigue vigente la toma de conciencia, el plantearse siempre qué significa eso de “enseñar” y “aprender”, cuáles son los sujetos que enseñan y aprenden, y para qué se enseña y para qué se aprende.
Enseñar es mostrar algo que ya existe. Cuando se enseña un regalo, no se inventa uno ese regalo, ya está en la caja y solo espera darse a conocer para que se admire o se tome, se use y se goce. Y en esa toma está el aprender; es el alumno el que toma lo que le interesa y le va formando. El profesor enseña, muestra, regala y regula…, y el alumno toma, aprehende y aprende de las cosas lo que más le conviene y más le forma. Por eso aprender es siempre aprender a conocer, a descifrar y a usar, a quedarse con lo realmente duradero y útil de las cosas, a incorporar a uno lo que le interesa de esas cosas. Aprender los nombres de los ríos de la península solo es hacer concreción de lo que significa río, de toda su riqueza y su valor, de lo que implica el agua y la ribera, del uso que de los mismos se puede hacer en todo tiempo, de la acción duradera de la naturaleza, de su interacción entre el ser humano y el río, del símbolo del río y la montaña…, de todo lo que ya está antes de que se nombre el río que desemboca en el Tajo o en el Duero. Lo que viene después, esa hilera de nombres de los ríos es solo calderilla y poca cosa, ejemplo pobre y simple de lo que ya era importante sin su nombre. Y pongo el ejemplo de los ríos por manido y sencillo, pero toda la ciencia y el saber se someten a los mismos principios.
Alguien bastante sabio dijo que “enseñar no es otra cosa que dejar aprender a los otros”. Cuánta razón tenía.
Y en ese toma y daca de descubrimiento, los que aprenden son los alumnos con el profesor y este con ellos, pues también es seguro que solo puede enseñar el que puede aprender, ese aprendizaje que es descubrimiento continuo de conceptos revelados en las cosas y en el uso y disfrute de las mismas. La única diferencia es que el profesor seguramente aprenderá mejor pues lo hará con más aplomo y experiencia, y con más elementos de relación. ¿A quién le puede extrañar que el valor de la memoria disminuye en importancia según esta concepción?
Sin presupuestos de este tipo y sin una voluntad decidida de desarrollarlos y de practicarlos acaso la enseñanza se nos quede en instrucción y en obediencia, pero no en comprensión, en descubrimiento y en incorporación gozosa al mundo personal de cada alumno y de cada profesor.
Yo no sé si los días en las aulas se ordenarán de esta manera. A mí me gustaría.

Hoy vuelvo con nostalgia la mirada y recuerdo los claustros y pasillos donde anduve un poco despistado y solitario. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

!ATENCIÓN, PREGUNTA!


Hace muy escasos días recibí una llamada de teléfono jugosa. Alguien me llamaba desde la sede de las Cortes de Castilla y León. Tranquilo, ninguna intriga política. Parece que están redactando una ley que se refiere a asuntos de medio ambiente y a concesiones de licencias de tipo medioambiental y sanitaria para establecimientos públicos.
¿Y por qué me llaman a mí si yo no sé nada de esto y cada día soy más vegetariano y me conformo con un buen primer plato?
El asunto iba de precisiones lingüísticas. La procuradora que me consultaba me aseguraba que se sentía confusa porque en muchos artículos se escribía la conjunción “o” entre dos elementos y no sabía si realmente separaba o igualaba a esos elementos. Según fuera el caso, se podría interpretar por ejemplo que se le exigía una condición al elemento “A” y no al elemento “B”, o se podría interpretar que se exigía a ambos elementos, el “A” y el “B”, sean estos por ejemplo una carnicería y un escaparate. Estuvimos unos quince minutos dándole vueltas al asunto y fue otra llamada la que cortó el intercambio de opiniones.
Las Cortes tienen, me dijo, asesores letrados, y a ellos habían acudido, pero sus consejos no eran del todo contundentes.
Lo siento, le dije, pero yo tampoco puedo ser categórico. Intervienen, como siempre, diversos elementos y hay que contemplar distintos enfoques: etimológicos, de evolución significativa, de uso social, de antecedentes legales…
“A” o “B” tradicionalmente implica separación o alternativa, eliminación de uno de los elementos para quedarnos con el otro. Pero ya el diccionario incorpora en una de sus acepciones el valor de equivalencia. Alguien me enseñó alguna vez que fue Vicente Aleixandre quien por primera vez utilizó en poesía la conjunción “o” con valor de igualdad, en su obra “La destrucción o el amor”. En ese caso “A” o “”B” significa la igualdad de “A” y “B”, y por tanto no solo no se eliminan sino que se suplen y se sustituyen con la misma validez.
No dejan de ser dos valores confusos y, en cierto modo, contradictorios. A nadie le puede extrañar que, a partir de estos valores, un abogado “listillo” se aproveche de la literalidad del texto y lleve el agua a su molino mientras se forra como leguleyo.
La procuradora tenía razón y no era una minucia lo que consultaba, a pesar de que pudiera parecer algo insignificante. Por eso le insistí en que al menos dejara constancia de lo que eso implicaba y de lo que se podría producir en la aplicación de la ley.
El caso particular, como sucede casi siempre, me importaba poco, pero se me ocurrieron algunas consideraciones de tipo general:
a)      La importancia de redactar con precisión las leyes.
b)      La necesidad de que, al ladito de cualquier redacción legal, haya siempre algún entendido en palabras que cuide su redacción.
c)      La pobreza, a pesar de todo, de las lenguas y de las palabras, que se aproximan pobremente a los conceptos que de la realidad creamos para intentar apresarla y comunicarla.
d)      La necesidad imperiosa de aplicar siempre la buena voluntad y el sentido común, ese sentido común y esa buena voluntad que proceden del convencimiento de que nada hay absolutamente preciso y definitivo, no los que llegan desde la tontería y la falta de análisis: eso es de lelos e imbéciles.
e)      La diferencia entre la legalidad y el legalismo. Y el mundo de aprovechados que se abre desde el mundo de los leguleyos.
f)       La imposibilidad de que una ley, por muy bien redactada que esté, alcance la realidad a la que quiere referirse con absoluta precisión, con independencia de la pobreza de las palabras.
g)      La conveniencia de acudir a alguien que, teóricamente, sabe algo del asunto para pedir ayuda y precisión. Aunque no sé si no le llevé más confusión en este caso.

h)      Y, por fin, lo diversa que es la vida y su discurrir, esa vida que nos lleva a todos y que tenemos que vivir con ilusión pero sin hacernos demasiadas ilusiones, con pasión pero sin forofismos, con un ojo en nosotros y otro en todo lo que nos rodea.

martes, 23 de septiembre de 2014

PROSTITUIR(SE)


Se celebra hoy el día mundial de la “lucha contra la explotación y el tráfico de mujeres”, eso que por derecho y en una sola palabra llamamos prostitución.
Las estadísticas que se ofrecen acerca del número de personas que se dedican al oficio más antiguo del mundo (y dale con los eufemismos), según se las interprete, causan terror; hasta el punto de que, si uno hace un cálculo de porcentajes y lo traslada a la realidad física de la comunidad en la que vive, tiene la impresión de que asomarse al balcón y divisar lupanares es todo la misma cosa, y andar por la calle y hacer selecciones maliciosas otro tanto.
Me causa cierta extrañeza que el DRAE describa el verbo como transitivo (“prostituir”) y no como como pronominal (“prostituirse”), aunque inmediatamente después de su descripción incorpora la nota “U.t.c.prnl., es decir “prostituirse”.
Y es que esto de la prostitución -como todo lo demás, por otra parte- incorpora diversas consideraciones, variantes y muestras sociológicas. Y a todo ello hay que añadirle la dificultad que tiene la lengua para reproducir con precisión la idea que de las cosas nos hacemos, es decir, los conceptos.
Porque prostituir implica que la voluntad se fuerza, que una persona extraña obliga a otra a vender su cuerpo a cambio de dinero, a permitir que la propiedad más inmediata y cierta que se posee, que es el cuerpo, sea invadido y violado sin consentimiento, degradando de esa manera a la persona y sometiéndola de una manera indeseada a la voluntad de un intruso.
Prostituirse nos deja más perplejos y acodados. Parece como si la voluntad en este caso fuera personal e intransferible y la acción consecuencia de un acto libre y voluntario. ¿Quién tiene poder para intervenir e imponer su voluntad sobre otra persona cuando se trata, otra vez, del acto más personal y de la propiedad más próxima y real? Seguramente aparecerán en este momento los criterios morales y religiosos, los de costumbres y de buen uso, los ideológicos y los de toda índole. Pero siempre a partir de esa realidad primera de voluntad personal individualizada. No sé cuántos se creerán que esa situación individual realmente es libre y no forzada. Tampoco sé hasta dónde ando yo convencido de ello. Pero habrá que admitir que el asunto es complejo.
Hay una segunda acepción incorporada al DRAE que termina por ser la más extensa y la que tal vez interese más: “Dicho de una persona: Deshonrar, vender su empleo, autoridad, etc., abusando bajamente de ella por interés o por adulación”.
¿Cuántos empleos hay por ahí “abusando bajamente de la autoridad” y al amparo de las normas laborales, esas que se dictan bajo el manto y el patrocinio de la Virgen del Rocío, por ejemplo? ¿Y cuánta gente se prostituye (pronominalmente) aplaudiendo ese abuso en ella misma, si no en asuntos laborales sí en asuntos sociales, musicales, deportivos, cinematográficos y similares? La voluntad no es voluntad si no es libre; cuando es engañada es solo estulticia e imbecilidad. Y de esto abunda como abundan las setas en otoño. Tengo la seguridad de que estas estadísticas, más reales aún que las otras, sí que causan pavor y hacen de esta sociedad una casa de lenocinio, o sea, una inmensa casa de putas. “La España de charanga y pandereta. / cerrado y sacristía, / devota de Frascuelo y de María, / de espíritu burlón y de alma quieta”.
La calle Montera se disfraza con muchos arrumacos y se sale a tratar y al chalaneo por todos los caminos, senderos y trochas. Y no todos tienen aceras ni alcantarillado como ella.

Ya sé que es dura la opinión. Pero…

lunes, 22 de septiembre de 2014

¿LEER O NO LEER? ¿QUÉ LEER?


Me causa recelo apuntar algún pensamiento acerca de un hecho que yo he practicado durante miles de horas, sobre miles y miles de páginas y en el mundo escondido de miles de libros. Sin embargo, en alguna ocasión he defendido que el primer mandamiento de un buen decálogo de lectura es el que recuerda el derecho a no leer. Como con la misma intensidad se sigue manteniendo  el derecho a leer y parece que se la lectura se obtienen más beneficios que de la no lectura, me sigo consolando y hasta regocijando por haber dedicado una buena parte de mi vida a este ejercicio. Sospecho que la vista está empezando a quejarse y a recordarme que tal vez debo ir regulando plazos y seleccionando páginas y momentos. En los últimos años no parece que le haga mucho caso precisamente. Qué le vamos a hacer.
Y ya que uno está “condenado” a leer y leer y después a seguir leyendo, ¿cómo ha de hacer la selección de lecturas: qué géneros, qué libros, qué extensión, qué temas, qué tipografías, en qué momentos, en qué edades…?
Imposible ni siquiera esbozar un esquema sobre un asunto tan interesante y que afecta a casi todo el mundo. Ahí habría cacho para toda una serie de programas en los medios de comunicación. Sería bueno sugerirlo para cuando se agote Sálvame de Lux.
Leo una entrevista a Richard Dawkins, extraordinario hombre de pensamiento, divulgador científico de amplísima trayectoria, hombre de ciencia reconocidísimo, sacudidor, con el palo del sentido común, de religiones, supersticiones y asunto similares por todo el mundo…, hombre, en fin, de los que realmente merecen la pena (Yo he devorado varios de sus libros con el hambre de quien come después de varios días de abstinencia). En ella se queja de que a los niños se les lean tantos libros de hadas: “no eduquen a los niños ni en dioses ni hadas.”
Es, en efecto, en esa edad confusa y primigenia en la que se siembran las raíces más profundas, en las que se imprime un carácter ya casi indeleble para el resto de los días, en la que se cava un acomodo que termina por anidar en los genes y hacer mella inmarchitable. Por eso resulta tan importante seleccionar las lecturas para los niños, como es fundamental fomentar los ambientes más propicios para que la personalidad del ser humano se asiente en bases sólidas o en terrenos fangosos y confusos. Y ahí la religión y las costumbres, los hábitos y aficiones…
No me resulta fácil marcar límites entre libros y libros de lectura. La imaginación resulta crucial para desarrollar una vida más rica y esponjosa. Pero es también bien cierto que la imaginación se puede ejercer sobre distintos hechos y darle diversas direcciones. No es lo mismo incitar a la imaginación sobre elementos posibles que sobre conceptos imposibles e irrealizables. Y aquí sí que me sumo a Richard Dawkins. Porque después la vida no va a ser otra cosa que un descenso profundo hacia el abismo, un desengaño imbécil y un enfado continuo, una capa que roce contra el centro o que haga mezcla feliz con la argamasa que ya compone el cuerpo. Eso si se quiere salir del campo del misterio, porque, si no hay agallas, será todo misterio y hágase tu voluntad, fogonazos de luz y sobresaltos, miradas furtivas y aplausos sin condición a las “estrellas” fugaces de la vida…, y un siempre suspirando por lo que es imposible y nos condena a eternos fracasados. ¿A qué tanta princesa y tanto príncipe? Tal vez el mejor príncipe es el que está destronado. La vida es hermosísima dejándola venir hacia nosotros, sin asustarnos de ella, sabiendo que sus leyes nos aluden, que rigen nuestros pasos. Y también que todo lo que nos rodea se halla felizmente a nuestro servicio, como nosotros lo estamos a lo que pida todo. Somos todos príncipes y princesas, y nuestros padres son unos reyes magos magníficos que no tienen que andar en todas las casas en una sola noche, pues bastante tienen con poner su amor y su cariño en los que los rodean; y no necesitamos ser cenicientas nunca pues cada uno tiene su príncipe donde menos lo espera, o acaso en todos los sitios.

Cada vez que voy a ver a mis nietos, les llevo cualquier cosa y siempre un cuento. Tienen a centenares. Muchos reproducen esquemas que no me gustan mucho. Cuando tengo ocasión, leo cuentos a mi nieta. A veces me los invento. No creo que sean los peores que llegan a su oído. 

sábado, 20 de septiembre de 2014

FRUTA PARA EL CAMINO


¿Quién?, ¿dónde?, ¿de dónde? ¿hacia dónde?, ¿con quién?...
El amado se llena de preguntas porque la amada ha aparecido deslumbrante, tras el trueno y la lluvia, en el fragor ardiente de la tarde. No es el camino ahora un inicio de aurora ni un horizonte de crepúsculo; es un rayo que mata y que detiene, es un alto en la faz de la fatiga y un asiento de mármol que invita a hacer un alto y a dejarse inquietar por la palabra.
¿Quién eres?, le pregunta. Y ella se deja ver y anuncia los espejos de su vida, los baúles del tacto y el comienzo escondido del camino. “Recuerda que soy música y soy fuego, que comenzaron siendo un día lejano, y han sido brasa y han sido sinfonía dormidos en rescoldos y en ecos y en chispazos.”
¿Dónde?, le sigue preguntando en medio de la duda y la sorpresa. “En todos los lugares en los que la luna puso sus vestidos y dejó al descubierto mis senos azulados y redondos. También en los caminos espinosos, donde los pies se llagan y se duelen, y el dolor se incorpora con la fuerza del látigo. En las horas del tedio y de las risas. Y en el lugar del llanto.”
Él enciende sus ojos y la mira. Y recuerda y se olvida. Y todo es ya relámpago y sonido que dejan su caricia y su mirada.
¿De dónde y hacia dónde?, continúa el diálogo. “No sé de dónde vengo. Tal vez de los dominios del olvido, de los ríos azules de la infancia, del horto de la luz y de los días, de un ensamblaje dulce de los cuerpos, de los despojos lentos de las horas y del azar sin fin y la sorpresa, del fondo más común en el que todos somos mostaza y levadura y aprendices de algas. Mi camino es incierto. Solo sé que mis pasos son sencillos, que la brisa me orea y en el huerto cojo las rosas dulces, las manzanas que muerdo con mi boca sedienta. Y sé que el horizonte me aguarda con la vida del brazo y con la huella roja de sueños y de nubes. Y quiero el horizonte tomada de la mano, con mis pechos al viento y mis manos abiertas en abrazo, con saliva de besos y muchas flores blancas en mi vientre.”
¿Con quién quieres llegar al horizonte?, le pide mientras llora. “Con quien acerque fuego hasta mis labios y me hiera con llagas de contento; con quien olvide el tiempo y el espacio para ser el principio del principio cuando asome el final de los finales; con quien desdiga su nombre para subir al árbol del pronombre y tirite de asombro frente al viento; con quien mire y eche fuego y se desnude para vivir más limpio en las verdades; con quien apague la luz y encienda el fuego de la llama perpetua, con quien se ahogue conmigo y en el fondo sepa que no nos espera nadie, solo el abismo y el silencio; con quien sepa llagarme y no curarme; con quien, al fin, sea yo misma.”

El camino se abrió y, bajo el descenso lento del crepúsculo, los dos amantes fueron hacia el sitio donde se esconde el fuego y el silencio, donde suena la música más suave, donde nada se sabe pero todo se aprende, donde el pájaro calla entre las ramas y se mece la luz y se olvida el olvido de olvidarse. 

viernes, 19 de septiembre de 2014

SARA DIBUJA Y ME HACE UN RETRATO


La niña dibuja, distraída, sobre una mesa amplia y silenciosa, y los trazos nacen espontáneos, como si de un parto descuidado se tratara. No sabe muy bien qué figura es la que conformará pero los trazos siguen dando forma a algo que busca intimidad y complacencia con la naturaleza. En los brazos de la niña, el concepto no existe lastrado por la lógica y el pensamiento, la cultura no ha embarrado aún la espontaneidad y la inocencia. Porque los trazos que salen de la mano de la niña salen también de un fondo luminoso y vago que se acerca a la materia común y deliciosa, al seno de la forma y los colores, a la línea perfecta y sin complejos, al centro de la nada y del misterio.
Los trazos del dibujo de la niña son la misma niña sin conciencia, la expresión inmediata de un mundo simple y cálido, el magma que se asoma hasta ese cráter con fondo blanco y limpio. Y el mundo se hace espuma blanda y trazo que se afirma en un baile absoluto de puntos y de curvas.
Cuando la niña dibuja, miro sus manos niñas y siento que son también las líneas una prolongación de ellas, en busca de la vida, del parto de la vida, de la configuración en trazos y en líneas asombradas que se ven descubriendo que el caos toma forma y se aparece ante ella. La vida es ahora líneas y figura, una figura tenue y esponjosa, con mirada de niña y asustada. El mundo, de repente, se ha disfrazado de algo, se ha acotado y ha aparecido ante la niña. Es la hora del misterio desvelado, de la aparición, del mundo renovado o concebido.
Porque la niña es anónima y virgen cuando pinta, pertenece a la suma de materia, a la pasión sin forma y a la masa, al alma primigenia y escondida del mundo de lo oculto. Con sus trazos de niña, se aparta de ese magma y viene a ser asombro de sí misma y del mundo que limita y acota entre sus trazos.
Cuando la niña termina la imagen, se mira en el dibujo, se mira en la figura de quien tiene enfrente y le ha servido tal vez de desahogo, y muestra en su sonrisa que ese mundo está en ella, que ella sabe también reproducir el mundo que hay afuera y que está también en ella. El mundo se ha hecho línea y se ha hecho trazo, y se ha empequeñecido y se ha hecho forma. Ya todo tiene límites y puede ser tomado por la niña, ya pertenece a ella y no a la nada.
Después vendrá el concepto y el asunto de los significados, la losa pesadísima del mundo y la cultura, el orden y los cánones, el fuego y el invento del mercado, la huida del placer y la inocencia…

Hoy la niña dibuja felizmente sobre un papel en blanco, inmaculado. El mundo se hace carne, se concreta en figura de hombre, que mira con asombro el milagro glorioso de la niña dibujándolo a él mismo, como eslabón del tiempo, como un asomo limpio al corredor del tiempo, en brazos amorosos de la niña.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

DESDE MI TERRAZA



DESDE MI TERRAZA

Hay olor de septiembre en mi terraza
y el cielo se ha tornado gris y lento,
cuajado por la lluvia y el misterio.
Es la ropa tendida una veleta
que marca la ilusión del horizonte
para que el viento siga su inconsciencia
y el río siga terco monte abajo
y se lleve la vida entre sus aguas.

Resguardan las ventanas
los modestos enseres de la casa:
los libros, que descansan aguardando
mi lectura pausada y sus consejos;
el sillón verde y pobre, que conoce
más de mí que yo mismo y que comparte
tantas horas y sueños y placeres;
unos pequeños tiestos florecidos
al calor de la luz y del verano;
tres cuadros que me miran y me hablan
de lo que quiero oír si los contemplo,
y algunas otras cosas importantes.

Todo parece estar tras los cristales:
la vida, el horizonte, el firmamento,
la montaña y el aire y los vencejos.

Pero yo estoy aquí, como varado,
en este rinconcito de mi casa,
viendo pasar el tiempo, contemplando
lo incierto y lo seguro, lo imposible
de dialogar si no es conmigo mismo.

Aquí voy a seguir y aquí me quedo
vigilando que el agua no provoque

la herrumbre silenciosa del olvido.

martes, 16 de septiembre de 2014

¿PODEMOS?



Se desarrollan en España algunos fenómenos sociales y políticos de esos que marcan la Historia, al menos la de unos cuantos años. Como ahora todo se publica y se publicita, según las tendencias y los intereses de cada uno de los que lo hacen, casi todos los ciudadanos asisten a los sucesos como espectadores o como extras de esta gran película.
Una cosa es ver el partido y otra no igual participar en él. Porque esta modernidad de medios de comunicación nos provoca esta frustración: conocemos los hechos, pero los tenemos que ver pasar sin apenas poder dar un aplauso o lanzar un tomate al escenario.
De entre todo lo que se cuece por ahí, tal vez lo de más alcance sea lo del referéndum en Cataluña y el ascenso y consolidación de Podemos, ese incipiente partido político que se extiende y se extiende como bomba de racimo.
Suceda lo que suceda con el primer asunto, lo peor de todo es que el mal ya está hecho y la mala relación entre territorios y personas, el mirarse por encima del hombro, el no pasarse ni una, la animadversión y hasta casi el odio, será algo que durará por muchos años. No importa cuál sea el resultado final, ni siquiera las formas en las que se termine sustanciando el caso.
Hasta hace no mucho pensaba que el fenómeno de Podemos era algo que se apaciguaría y que no iría mucho más allá en cuanto la situación social y económica encontrara alguna vía de calma y de esperanza. Todavía hoy sigo pensando que hay mucho más de rabia y de protesta que de ideología y de entusiasmo. Pero también observo que los medios de comunicación siguen interesándose por esa conmoción y que con esa ocupación continua la alimentan y le dan alas. Para mí, a día de hoy, el panorama aún no está claro y creo ver en ese batiburrillo de movimiento asambleario mucho elemento de poca enjundia y de mucho desconcierto. No es el caso de los impulsores nacionales pero sí el de otros que se significan en otros lugares. Estoy a la expectativa para ver qué sucede en estos meses próximos y cómo se concreta la ideología y la forma de actuar.
Porque del mismo hecho se pueden dar dos resoluciones muy distintas. La primera es la de la ilusión por la ilusión, sin fundamento y sin trabazón, sin discurso ideológico determinado y al albur de lo que cada reunión vaya dictando. Ese, para mí, no es buen camino. La segunda es la de la ilusión compartida pero formulada y trabada en ideas concretas y en fines claros. Si eso se logra y se consigue dar a conocer con sencillez y cordura, acaso sí que PODAMOS y la comunidad se entusiasme con participar en un cambio real para esta sociedad, en la que lo que importe sea el valor de la persona y el empuje común vuelva a ser una raya clara en el horizonte que marque un camino para recorrer con ganas y en común. Solo la palabra PODEMOS tendrá un sentido real si el ciudadano es capaz de mirar al futuro con ilusión y no solo al pasado con rabia y mala leche.

En la misma tarea tendrían que estar empeñados todos los partidos, fundamentalmente los de la izquierda, pues esa es su seña de identidad. A pesar de toda la losa del pasado que tanto les pesa en las espaldas.

lunes, 15 de septiembre de 2014

ALGUNAS INTUICIONES

                  ALGUNAS INTUICIONES (de sabor kantiano)
.- Quizá la demostración no tenga que partir siempre de la experiencia, pero siempre tiene que volver a ella.

.- Hay que conformarse no con tener razón sino con tener un poquito más de razón que el adversario.

.- Si la experiencia es, por definición, fragmentaria, no sé cómo puedo llegar a algún elemento universal desde la experiencia: solo lo podré hacer (y tampoco sé cómo) desde la razón.

.- La humildad racional es amiga íntima de la sabiduría.

.- Un principio bien establecido es padre de una prole de experiencias interminable. Tal vez por ello merece más esfuerzo que mil actos de caridad particular.

.- Decía Kant que la razón tiene tres campos de actuación, tres objetos: yo mismo, el concepto del mundo y el concepto racional de Dios. Yo no puedo hacer otra cosa que asentir.

.- Y dentro de mí mismo: la libertad de la voluntad (libre albedrío), la inmortalidad y la existencia o no de un Dios referente.

.- ¿Será nuestra idea de Dios un acto de amor, de razón, de compasión o de temor? Al menos, compadezcámonos de Dios.

.- Si la experiencia es fragmentaria y la razón no alcanza, ¿qué funciones les pertenecen a la buena voluntad y al sentido común?

.- Si el filósofo se mueve en el mundo de los conceptos y estos se concretan a través de las palabras, ¿qué parentesco guardan los poetas y los filósofos?

.- Un filósofo no parecerá subversivo, pero terminará siéndolo.

.- Nada incita más mi curiosidad que la conciencia de mi ignorancia.

.- Tan importante es descubrir verdades  como impedir errores, aunque parezca menos atractivo.

.- Serás feliz si haces lo que necesitas para merecer ser feliz. Eso significa que existe una razón moral y que no solo existe el bien sino también las personas que practican el bien y se comportan bondadosamente.

.- Ordena bien estos conceptos: creencia, opinión, saber.
.- No aprendas filosofía; aprende a filosofar.


.- La naturaleza se detiene en lo que es; la razón moral, en lo que puede y debe ser. No son contradictorias, pero no son iguales.

viernes, 12 de septiembre de 2014

ALGUNAS INTUICIONES

                ALGUNAS INTUICIONES

.- Aprende a distinguir el sentido del juicio, pero no abandones ninguna de las dos posibilidades.

.- Acostúmbrate a subir esta escalera: sentidos, entendimiento, razón. Después, bájala de nuevo.

.- Siente, entiende, conoce, juzga. Por este orden y sin precipitarse.

.- Cada nivel de verdad tiene sus reglas, pero estas no deben ser contradictorias.

.- Que una mentira mil veces repetida se convierta en verdad solo funciona para los niveles de la propaganda y hasta del entendimiento, pero no de la razón.

.- Pensar hace más fuerte la conciencia; no sé si más placentera la vida.

.- ¿Qué es el alma sino el ascenso de la sustancia a las ideas y a la consciencia de uno mismo?

.- Mi vida no es otra cosa que un paseo al encuentro con el tiempo y el espacio, de mi comienzo y de mi prolongación en ellos.

.- El yo no es más que la conciencia de mi pensar (Kant dixit).

.- ¿Realmente soy libre en mis acciones o me guían la naturaleza y el destino?
   De otra manera: ¿Qué coños es eso del libre albedrío?

.- La naturaleza muestra lo que es, pero no alcanza a considerar lo que debe ser; es como si el tiempo y la causalidad no tuvieran que ver con ella.

.- La capacidad racional es lo que distingue al ser humano. ¿Cómo lo relaciono entonces en igualdad con el sentido estático de la naturaleza?

.- La libertad, para ser real, tiene que poder romper el principio de causalidad lógica.

.- Lo peor de la ignorancia es su falta de conciencia de que existe la sabiduría.

.- La razón necesita principios claros como el paladar postres dulces.


.- Para relajar: Busco persona con buena ortografía para mantener una intensa relación textual.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

A PROPÓSITO DE...


De nuevo los primeros versos de mi viejo poema: “Estadísticamente, / casi todos las muertes se producen / muy lejos de nosotros…”
Hoy, sin embargo, la muerte se ha parado para golpear la puerta blindada y de caoba de un referente público del mundo en el que vivimos. Ha muerto Emilio Botín, el presidente del Banco de Santander, dicen que el mayor de la zona europea. Moralmente, las condolencias precisas; filosóficamente, la consideración de la brevedad de la vida; y, en términos de comunidad, el deseo de que descanse en paz.
Pero es que este ciudadano era y es el máximo símbolo de una forma de entender la vida que, según me parece, deja mucho que desear. Es, por tanto, el sistema de convivencia, y no tanto la persona, que solo presta el nombre, el que debe someterse a consideración.
La banca en general está concebida para regular los dineros, los mercados y distribuir las riquezas. Pero, ¿de qué manera y en qué condiciones? Como en todo lo que se mueve en este sistema, con el fin de conseguir los mayores beneficios posibles para sus dueños. Con ese motivo, siempre andan rozando el límite de las leyes y saltando al huerto del oportunismo, de los resquicios legales, del tráfico de influencias, de la información privilegiada, cuando no directamente de la distorsión y del aprovechamiento sin matices del más débil del sistema. ¿Hay alguien que piense que los bancos juegan en igualdad de oportunidades con el resto de los ciudadanos? Y, si no se juega en igualdad de oportunidades, ¿cómo se puede después considerar que los resultados son justos? A las direcciones de los bancos, por la dulce oposición de las puertas giratorias, llegan gentes del poder público de las cuales se tiene la certeza moral que han actuado en connivencia con las entidades bancarias. Y, si no fuera así, poco importaría pues los bancos tienen tal dominio, que muy poco les importaría que se promulgaran leyes para controlar su influencia y poder: inmediatamente se inventarían otro procedimiento para tener sometida la voluntad y controlada la vida de los usuarios y ciudadanos. Por si esto fuera poco, cada vez que se produce una crisis en el sistema de bancos y capitales, al primer lugar al que se acude para dar socorro es precisamente al sistema bancario, de tal modo que en muy poco cambian sus preocupaciones cuando vienen mal dadas. De este modo, todo lo que hacen es reciclar el sistema y volverlo a poner a su servicio, mientras el ciudadano corriente se desespera para llegar a fin de mes y se endeuda con ellos hasta las cejas.
Con esta situación lo que se produce es la sujeción de las voluntades, de las costumbres, de los hábitos, de las escalas de valores, y de todo el paso por la vida, a las voluntades y a las decisiones de los consejos de administración de estas instituciones. De esa manera, su poder de decisión en nada se compadece con el poder de opinión y de voto de los ciudadanos normales. El voto del señor Botín valía como el voto de una multitud inmensa de ciudadanos de a pie. La convivencia y la democracia quedan así oscurecidas y casi anuladas y el progreso anda subvertido y a la espera tímida y asustada de lo que decidan ellos. Las personas, en esta situación, no valen lo mismo, y sus decisiones tampoco.
El señor Botín será ensalzado por los botafumeiros del sistema y de él predicarán que trabajaba mucho. A todos ellos les responderé que no lo hacía más horas que cualquier albañil que tenía que venir desde Albacete todos los días a trabajar a Madrid y volverse para casa reventado y a la espera del autobús tempranero de la madrugada siguiente. Los resultados no han sido precisamente los mismos.

Valga pue el árbol del señor Botín, que, como persona, merece los mismos respetos que cualquiera otra, como atalaya para ver el bosque, ese en el que se cruzan los caminos diarios de todos nosotros que, como personas, hemos adquirido una dignidad que de ninguna manera pueden alcanzar las cuentas bancarias de señor Botín ni de ningún otro banquero.

martes, 9 de septiembre de 2014

UNA PRECISIÓN LINGÜÍSTICA




Andaba esta mañana enfrascado, de la mano de Kant, en hincarle el diente a la diferencia de algunos conceptos: infinito / indefinido; entendimiento / razón; libertad / naturaleza…, cuando un e-mail me bajó a la realidad y al suelo cotidiano. Me mandaban un correo en el que, por persona interpuesta, se me pedía opinión acerca del uso de dos palabras: “reusar” y “reutilizar”. Resulta que un doctorando se había atascado en el uso de ambas porque la primera no la encontraba en la lista del DRAE, y, para la segunda, quería distinguir si un objeto se volvía a usar con las mismas condiciones (para él sería entonces “reusar”), o en condiciones diferentes (para él sería entonces “reutilizar”). Vaya por Dios, pensé enseguida. Hay gente que tira con bala. O tal vez, visto desde otro ángulo, hay gente que se ahoga en un vaso de agua.
Lo cierto es que se trata de una tesis doctoral de tono científico y ya se sabe que en estos contextos conviene precisar todo lo que se pueda para no dar lugar a ambigüedades
Pero es más cierto que el ejemplo de nuevo me llevó a considerar el carácter móvil y variable de cualquier lengua, lo verdadera que es su comparación con un ser vivo cualquiera, que nace, crece, se desarrolla y cambia en cada momento, y en un día como tantos… descansa bajo la tierra. Y me volví a mis latines para precisar la etimología, criterio primero y principal que sirve de base a todas las demás variantes, y repasé el verbo “utor”, con aquel sentido de usar pero en beneficio propio, o incluso “abutor”, o “refutare”, y nuestro refutar o rehusar, con los que tan fácilmente se puede confundir. Y en ellos encontré la base de ambos términos castellanos. Y me imaginé la separación de ambos para especializarse en contextos distintos. Y constaté la aparición de realidades diferentes (por ejemplo las de los reciclados o los motores mecánicos que estudia la tesis). Y entendí que al doctorando le entraran algo así como las prisas y le subiera algo así como el sarampión y se plantara y dijera esto lo arreglo yo porque aquí falla algo y no es precisamente el motor. Y constaté de nuevo la cantidad de factores que intervienen en el sustento y en el cambio de una lengua. Y me volví a convencer de que no siempre conducen los cambios los que más conocen las tripas de su interior sino los que más andan en la pasarela pública. Y consideré un rato y aquí apunto lo fantástico que es el sistema de comunicación lingüístico para la existencia humana, hasta el punto de que lo configura y le da carta de naturaleza frente al resto de los seres…

Y le envié un correo calmando sus ansias de perfección lingüística, pero felicitando su preocupación por manejar con tino esta herramienta de tan extraordinario poder como es la lengua en la que concretamos el mundo y con la que nos damos a conocer a nosotros mismos y a los demás.

domingo, 7 de septiembre de 2014

FIESTAS Y FESTEJOS


Jueves, día cuatro. Al atardecer, nos vamos a dar un paseo para burlar los calores y respirar aire serrano. En cuanto salimos de casa, llegan rumores que enseguida se hacen sonidos y rápidamente ruidos y bullicio. Desde la Corredera parten ruidosos grupos de adolescentes vestidos con camisetas de fiesta. Detrás de ellos también caminan con aire festivo algunos grupos de gente madura, sin duda pertenecientes a alguna peña festiva. Eran los prolegómenos de las fiestas patronales de esta ciudad estrecha y me contaron que hacían un pasacalle para acudir al pregón que se proclamaba en la Plaza Mayor como cada año. Lo peor de todo ello es que cada grupo empujaba un carro, traído de alguna superficie comercial, que iba cargado de botellas y garrafas de líquido y de alcohol. La sensación me resultó tan deprimente, que me aparté calle Libertad abajo rumiando el significado de la palabra “fiesta” y el sentido que a la misma parece que se le quiere dar en esta estrecha ciudad.
Como participar en reuniones numerosas no es lo que más me atrae, me pongo en guardia por si mis opiniones resultan demasiado subjetivas. Y, a pesar de todo, no se aleja de mí un sentimiento que mezcla la rabia, la pena y el desaliento social.
Con frecuencia confieso que me gustaría tener un espíritu festero y un ánimo de jota para olvidarme de todo, sumergirme en ese ambiente y dejarme llevar por la corriente hacia donde sople el aire; de esa manera me ahorraría cierto malestar y desasosiego. Pero sería mentiroso conmigo mismo y no puedo.
Me contaron que el ayuntamiento había subvencionado a cada peña con la cantidad de 500 euros. Supongo que así se aseguran su presencia donde quieran y un bullicio suficiente. Pero me pregunto si es bueno que se dé dinero para fomentar el botellón público y el descontrol general. ¿Es en eso en lo que piensan que consiste la fiesta? Qué pobreza, qué torpeza, qué estulticia, que analfabetismo, qué manera de destruir lo que tanto cuesta integrar en la escala de valores de los adolescentes y de los jóvenes. Luego se quejarán y se darán golpes de pecho pidiendo cultura del esfuerzo, educación en valores y sumisión al orden y a la norma. Qué cinismo. Mentalmente volví a mis años en las aulas. Nada de lo que veía en las calles tenía cabida en mi trabajo y en mis empeños. En las calles de Béjar veía la certeza de que el mayor enemigo estaba de las puertas del aula para fuera.
Supongo que los que programan lo harán con la mejor voluntad. Solo faltaba. El asunto no está ahí, el meollo está en la escala de valores que anida en el ánimo y en la formación social y política de cada uno. Lo demás no es otra cosa que dejar que la fuente mane, que se concrete aquello que inconscientemente nos habita. El acervo popular lo expresa muy bien con aquello de “la cabra tira al monte”. Véanse, si no, la lista de algunos de los festejos que jalonan estos días de asueto: toros, procesiones, Malenes Maureaux, elección de reyes y reinas… y toda una ristra de muestras de altura intelectual, de la altura del basurero, por supuesto.
Como sucede siempre, unos tienen más responsabilidad que otros, pero el conjunto hay que compartirlo y cada cuál sabrá en qué medida, por acción o por omisión, deja que corra la bola y que casi todo se contabilice por el ruido y por los botellones en una comunidad.
A mí me parece esto muestra de una pobreza moral acusada y una muestra evidente de otra crisis más profunda y grave que esa económica de la que tanto se habla, de una crisis de valores. Por ello, aunque solo sea en forma de apunte, dejo expresado mi disgusto. Cada uno sabrá lo que quiere. Este, desde luego, no es mi modelo de fiesta, ni de festejos, ni de festividades.

Ah, por cierto, yo también soy pechero y contribuyo con mis impuestos. Me gustaría verlos dedicados a otros menesteres.

sábado, 6 de septiembre de 2014

COMO UN CUMPLEAÑOS


Me pregunto si cumpliremos años cuando la luz ya no nos alumbre ni tal vez el recuerdo se compadezca de nosotros en las mentes de los demás. La vida es un cuchillo que divide en trocitos la tarta del paso inexorable del tiempo. Pero el tiempo sigue ahí como a priori cuando ya no estamos. Tal vez entonces los cumpleaños los celebren los minerales, las hojas que reviven cada año, la lluvia que contempla los paisajes repetidos, el sol que no se cansa de alumbrarnos, o ese animal a ras de tierra que guarda alguna célula prestada de nosotros.
 En todo caso, seguro que los cumpleaños no tendrán los mismos días y tal vez se hagan lentos y perezosos, o quién sabe si se parte una tarta o se canta un bolero en el recuerdo.
Conservo el original del libro de familia con la fecha del cumpleaños de todos mis hermanos y con frecuencia me olvido de decirles algo cuando llega su día. Perdón por ello. Hoy me llegó de rondón el recuerdo del cumpleaños de un poeta al que yo admiro mucho; se trata de Ángel González, hace tan poco y a la vez tanto tiempo fallecido..
En su recuerdo y aún más en el recuerdo de todos los que quiero, anoto unos versos del poeta asturiano que me sirven de reflexión en esta tarde gris de comienzos de septiembre en la que reposo de los caminos y de las heridas de guerra que la pérdida en el monte me han causado.

Cumpleaños de amor

¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
—prolongándome, vivo, hacia la muerte—
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.

viernes, 5 de septiembre de 2014

EL MUNDO CONTRA MÍ



Sin entrar en disquisiciones filosóficas, podemos dar por hecho que el mundo me llega y lo repongo con las armas escasas de mis sentidos y la capacidad de elaboración que mi inteligencia me ofrece. Por eso se afirmaba aquello de “yo soy yo y mis circunstancias”, o simplemente yo soy mis circunstancias. Y es que la realidad se enfrenta conmigo y yo con ella en una lucha cuerpo a cuerpo diaria y tal vez desigual. La realidad externa se concreta y se limita en los hitos que marcan mi alcance, en las lindes que mis sentidos le conceden. O sea que, así mirado, aparentemente, el mundo es mi mundo.
Pero tal vez solo aparentemente. Acaso sea esta una mirada un poco egoísta y un encuadre demasiado reducido. Y ello por dos razones. La primera porque, si la mirada se alza y el zoom se amplía, se verá que no es la vida un instante sino la suma de los instantes que llevamos cumplidos, la trayectoria que tenemos gastada. No asegurar la perspectiva tal vez nos dé un álbum de fotos algo distorsionado y nos haga reaccionar de manera un poco injusta. La segunda se refiere también a la conveniencia de levantar la vista y entender que la vida son también los otros, y son sus circunstancias, y son sus altibajos, y que el conjunto forma un sistema un poco más extenso que el de la realidad individual y personal.
Por ello tal vez, sin dar de lado a la lucha personal del mundo contra mí mismo y de mí mismo contra el mundo, vendría bien considerar si no es tan importante la lucha del mundo contra el mundo, la lucha del mundo contra todos los que lo componen y el enfrentamiento diario de todos ellos contra el mundo. Y poco importa que el fenómeno lo veamos en sentido negativo o en una perspectiva positiva. Porque el mundo es suma de individuos pero tal vez uno más uno sea algo distinto a dos y la red de relaciones que se establece entre un conjunto de individuos acaso se mejorará o empeorará en una visión completa y sistemática.
Yo lucho cuerpo a cuerpo con el mundo, como todo hijo de vecino; el mundo me ha tratado a su antojo y de manera muy desigual según las épocas (dices tú de mili… si yo te contara…); si contemplo el conjunto, quiero sentirme un privilegiado porque tengo curiosidad, tiempo libre y puedo comer unos puñados de arroz. Pero querría conservar la perspectiva y el ojo en la atalaya. Desde ella me gustaría contemplar con mirada amplia lo que sucede en lo que abarca el horizonte y hurgar con curiosidad en las carreteras que vertebran el sistema. Tal vez solo para mirar en qué me puedo aprovechar de él. Tal vez. Pero sé que existe ese peligro y me gustaría poder superarlo. Quizás porque estoy convencido de que es mucho más importante y trae más beneficios a más gente arreglar una vía de comunicación que el patio de mi casa.

Frente al mundo me veo diminuto y pobre; con el mundo el cielo se despeja y brilla un poco más el sol. Hay una lucha mixta de singulares y plurales que a veces quiero verla en solitario y a veces rodeado de gente que persigue algo plural y colectivo.  

jueves, 4 de septiembre de 2014

ALGUNAS INTUICIONES

             ALGUNAS INTUICIONES
.- Ser con suerte: era criador de cuervos y aún no le habían sacado los ojos.

.- El camino es curiosidad, la meta es pasmo.

.- Un fósil en el páramo no es más que un predicador del tiempo.

.- El fracaso solidifica, pero no conviene tener demasiado cemento en el suelo.

.- Solo sé que te quiero si tú me dices que te quiero.

.- Sí supiera qué es la vida, acaso la vida no me apasionaría tanto.

.- La belleza es perenne ; la pasión, efímera.

.- Déjame, Señor, caer en todas las tentaciones: ya veré la forma de salir de ellas o de
quedarme en ellas.

.- ¿Por qué quiero mantener algunas dudas si cada día me acerco más a la certeza de su inconsistencia?

.- Si me busco cuando estoy perdido, me hallo en la búsqueda.

.- Matar y morir: dos verbos que no son antónimos en el amor.


.- El dinosaurio que permanecía allí cuando despertó tenía cara de tiempo.

martes, 2 de septiembre de 2014

EL FALSO QUIJOTE


Supongo que en nuestra literatura no hay otro caso de imitación tan sonado como el llamado falso Quijote, o Quijote de Avellaneda. No estoy seguro de que lo haya leído mucha gente, pero sí que se han gastado ríos de tinta en dar con el rastro seguro de su creador, como si el nombre fuera realmente algo importante.
Este asunto ejemplifica, mejor que casi ningún otro, el valor y consistencia de las imitaciones en la vida, al menos las del mundo de la creación literaria. Habría que saber al menos dos cosas fundamentales. La primera es que en los siglos de oro las imitaciones se consideraban de manera positiva, como un intento de llegar a la altura del original. La segunda es que, en el mundo de los héroes de caballería, la saga era algo casi obligado. Seguro que solo esto ya mitiga bastante algo que, visto varios siglos después, suscita rechazo y hasta enfado.
He dedicado los últimos días a las páginas del falso Quijote y mi opinión es que, aunque no resiste ni por asomo la comparación con el cervantino, encierra valores dignos y atesora un estilo que a mí me ha resultado divertido y no de segundo orden. Y no puedo decir menos de su estructura, más cuajada que la del original. Lo que en el nivel léxico es fárrago para algunos, para mí es competencia lingüística del autor y dominio de la palabra, por citar solo un nivel.
Pero echo en falta, muy en falta, los gracejos continuos del Sancho original, las conversaciones entre escudero y caballero sobre todo lo humano y lo divino, la proximidad a lo inmediato y tantas cosas más. Y rechazo el abuso de rigorismo propio de algún gerifalte eclesiástico, al que la reforma religiosa le había caído como losa sobre los hombros, y tantas cosas que dejan en evidencia una obra que se sostiene pero que mira a otra gigante y colosal. De tal manera lo hace, que el pseudoquijote se queda en el mundo trasnochado de la caballería andante, mientras que el original cervantino alcanza todos los principios que mueven y moverán al ser humano en cualquier tiempo y lugar.
No me extraña que Cervantes hiciera morir a su héroe mientras que el desconocido autor de la imitación lo encerrara en un manicomio toledano y lo dejara en cura para salir de nuevo “por tierras de Castilla la Vieja… llevando por escudero a una moza soldada.”
Tengo para mí que hemos gastado mucha tinta en indagar acerca del nombre del segundo autor y menos en el valor mayor o menor de las imitaciones, imitaciones de entonces, de ahora y de siempre. Qué buen asunto para una tertulia. O para un ensayo sesudo.
Por cierto, hay imitaciones, y casi copias, del segundo autor a Cervantes, pero hay imitaciones y comentarios abundantísimos de Cervantes al segundo autor, en un juego fantástico que divierte al lector muy mucho.

Hoy no es el día pues el calor puede derretirnos el caletre.