viernes, 8 de agosto de 2014

MARCAS BLANCAS


Cuando los calores del bolsillo aprietan, se suele acudir a la consumición de productos más baratos, de etiqueta be y de nombres menos rumbosos. Cada casa que se precie, tiene su marca de segunda para menos pudientes. No tengo nada claro que la calidad de esas marcas esté rebajada, pero es que lo que resulta más importante es mantener la existencia de las diferencias entre consumidores, que es lo que permite sacar pecho por ahí: no importa tanto lo de los demás si yo me alzo con una distinción y con algo exclusivo.
Lo malo es que eso de las marcas blancas se puede convertir en plaga y en pandemia. En España da la impresión de que al menos un ministerio anda dedicado a tiempo completo a fomentar las marcas blancas: tantas son las patentes, que asustan y aniquilan a las primeras marcas. Seguro que se confundieron porque ellos decían que fomentaban la marca España, que, se supone, sería siempre de productos de primera calidad.
Pues resulta que le han salido voluntarios por todas las esquinas: Pujol (que da alimento a todos los medios para el mes de agosto), asuntos bancarios, corruptelas a gogó, forrados  a discreción, presidentes que sacan pecho sin ningún pudor…
En los últimos días, tal vez como fiesta fin de curso, les ha salido un escondrijo blanco en el buque insignia de la armada española. Resulta que esos que dan todo por la patria -no confundir con todo por la pasta- se dejaron perdidos por las bodegas del buque insignia de la armada española nada menos que 127 kilos de farlopa blanquita y bien molida. Tal vez pensaban calafatear el barco en alguna de sus paradas por esos mundos para así enseñar un barco limpio y lustroso con una enorme bandera española. Y los han pillado. Vaya por Dios.
Han pasado muy pocos días y todo ha quedado en el olvido. Como si la noche se hubiera tragado los resplandores de la cal y los lugares abisales se hubieran vuelto más claros y resplandecientes. En el nivel del mar y en cubierta todo es silencio y calma. En los altavoces públicos, también.
Veremos qué se les ocurre si algún ilustre soldado tiene que prestar declaración y dar cuentas del alijo. También podrían afirmar que lo iban a usar como detergente blanqueador para el lavado de sus uniformes. Tal vez así les premien por su descubrimiento y aportación a la técnica del lavado.

En este país parece que hay supermercados que abren y cierran a conveniencia sin que la clientela se resienta. Otros trabajan calladamente y nunca se exhiben en las banderas ni en el álbum de cromos. Esta es la escala de valores en la que nos movemos. Esta es la marca España, una marca blanda en caja be. A veces literalmente blanca y triturada. 

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