lunes, 28 de julio de 2014

ECOLOGÍA MENTAL


Con cierta frecuencia me llega hasta la ventana de mi ordenador alguno de esos montajes de texto, imágenes y música que circulan por la red. Las reflexiones, el ingenio y el gusto se suelen mezclar con un resultado muchas veces extraordinariamente positivo. En esas ocasiones, yo me recreo y los visito, pienso y sigo en mis devaneos.
Hoy me ha llegado uno especial. Su base de pensamiento es la idea de la ECOLOGÏA y el uso que de él se hace pensando en el paso de dos generaciones. El fondo de imágenes es toda una pasarela de maravillosas fotografías blancas, sobre todo de animales, y un acompañamiento musical adecuado en suavidad y ritmo. Y se apoya en los ejemplos del uso que se hacía, y se hace, de las bolsas de plástico, de botellas de leche o de refresco, del uso de escaleras frente a los ascensores, del cambio de lugar andando o en coche, de los pañales que se cambiaban y ahora se tiran, del secado de la ropa en tendederos o en máquinas, de la reutilización de ropas de hermanos mayores frente las compras compulsivas, de la existencia como mucho de un televisor y un aparato de radio en la anterior generación, de la manera de moler y de batir antes y ahora, del embalaje en papel de periódicos, de la siega de la hierba a mano o con cortacésped, del ejercicio trabajando frente a los gimnasios, del beber en fuente o en vasos de plástico que se tiran, del recargado de plumas de tinta, del uso de las cuchillas de afeitar, del uso y abuso actual de los coches frente a los transportes públicos, y hasta del enchufe único en cada habitación frente al cableado actual. Delicioso para contemplar y para pensar. Los ejemplos, por supuesto, se pueden multiplicar sin ningún esfuerzo imaginativo. La presentación concluye con la reivindicación del concepto de ecología en un sentido un poco distinto al más común, quizás invitando a pensar en un consumo menor y -esto es lo que realmente me interesa- en qué entendemos por progreso y evolución.
La disminución del consumo como forma correcta de progreso es algo bastante estudiado por la gente que se dedica sin intereses particulares a ello y no vive del sueldo que le paga una industria necesitada de competir con la de al lado para sobrevivir en este mundo tan absurdo de la lucha sin cuartel. Quien quiera leer que busque.
A pesar de todo, la evolución y el progreso como tales son conceptos que son difíciles de negar y de no promover. La curiosidad humana nos lleva a nuevos descubrimientos a diario. que nos sirven para nuestro bienestar. Cualquiera de los ejemplos citados antes se vence seguramente a favor de lo que sucede actualmente por la comodidad y por la ayuda que supone para el ser humano. Yo también me declaro progresista si eso supone ventajas para todos y provoca mejor pasar por la vida.
Pero muy torpes seríamos si nos quedáramos en esa simpleza. Porque el progreso se produce en unas condiciones y con unos actores y beneficiarios o perjudicados, y esas condiciones no siempre son las más adecuadas. Hasta el punto de que nos olvidamos aquí de que el fin no justifica los medios. Lo diré una vez más: progreso sí, pero ¿a costa de qué?, ¿cuánto estamos dispuestos a sacrificar de los seres humanos para conseguir ese supuesto progreso?
Las sociedades actuales suelen resumir la vida en parámetros estrictamente económicos, y eso es empobrecer el concepto de ser humano. Parece que la fórmula funciona como opio para las sociedades tanto en oriente como en occidente, y con una velocidad e intensidad crecientes.
Yo me cago en todos los muertos y en todos los popes del progreso si es a costa de la deshumanización, del egoísmo y de la falta de solidaridad. Y echo fuego por la boca si eso trae consigo que mis seres queridos anden alejados de mí y yo de sus abrazos y de su cariño.
Mi nieta se ha ido de mi lado después de unos días de paraíso, de risas y de cielo; daría media vida por tenerla cerca para abrazarla y para sentirla cerca de mí. Aunque tuviera que lavar la ropa a mano y borrarle con goma las páginas del cuaderno para seguir escribiendo y dibujando.

Volveré por los pasos de los días, sentiré los vacíos del pasillo, se hará denso el silencio, y, en la mesa que llena mi terraza, una silla sin risas me hundirá en la miseria y la tristeza. Será por pocos días: en cuanto vuelva a verla, será otra vez la luz y la alegría.

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