lunes, 3 de marzo de 2014

LAS MAESTRAS DE LA REPÚBLICA


En efecto, he dedicado algo más de una hora a ver el documental titulado “Las Maestras de la República”. En la carátula se escriben con mayúsculas las palabras Maestras y República. Y me gusta verlas realzadas. Las dos. Porque creo que se lo merecen y que incluso deberían imprimirse con moldes dorados.
Es un reportaje de parte pues está realizado por FETE-UGT y como tal hay que verlo y juzgarlo. Naturalmente que en él se refleja sobre todo el extraordinario trabajo de las mujeres de este sindicato. Pero enseguida hay que hacer dos aclaraciones: a) Este era el principal sindicato junto con la CNT; b) El ser parte no implica la nulidad del trabajo: yo incluso creo que es demasiado neutral pues busca un fin solo didáctico.
Con la advertencia de este fingido peligro, me he engolfado en él para comprobar -una vez más- la importancia de ese corto periodo en el aspecto educativo. Y específicamente, la labor de la mujer en la enseñanza.
Aquellas mujeres asimilaron las bases sobre todo de la Institución Libre de Enseñanza, se empaparon del valor de la función que estaban realizando, se entusiasmaron con los principios que las animaban, comprendieron bien la ruptura que aquello suponía, se embarcaron con todo su entusiasmo en su labor, lograron en muy corto espacio de tiempo lavarle la cara a los niños de casi toda España, abrieron los ojos a muchas personas en el camino de la libertad, de la igualdad de sexos y de la solidaridad, dignificaron de manera sobresaliente la escuela pública, y sufrieron en demasiadas ocasiones la incomprensión de demasiadas personas: de gente de sus propias familias, de todas las fuerzas reaccionarias que le salieron al paso y de los ambientes de la enseñanza religiosa, que vieron en ellas enseguida un contrapoder y un competidor fundamental.
Todo ello generó casos particulares heroicos, pero, sobre todo, un ambiente de entusiasmo y de liberación, primero de ellas mismas en muchísimas facetas (formativas, de costumbres, de modas…), pero también de la sociedad que las acogía o que las rechazaba.
La guerra incivil cortó de raíz todo aquel movimiento extraordinario con cara femenina. Y llegaron las represiones, las expulsiones masivas, los exilios, los desprecios y los abandonos de la sociedad y de las estructuras educativas y administrativas. Y llegó sobre todo el olvido.
La Historia, la buena y verdadera, está hecha a  golpes y empujones, con vagidos e impulsos, con gritos  y con voluntades, con ganas sobre todo.
Cualquier día de estos se celebra el día de la mujer trabajadora. Qué buen ejemplo el de esta generación de impulsoras de la educación en la República, gente con ideales que no aspiraba tanto al botellón como a la alfabetización de las comunidades, convencidas sin duda de que la mayor fuerza de una sociedad está precisamente en la formación de sus integrantes. No es difícil sospechar que para ello acaso se necesite la presencia de algún ideal colectivo y plural, algún fin en común, algo de esperanza en la salvación compartida y solidaria. O sea, de alguna ideología definida que aliente y dé fuerzas cada día.
Inevitablemente, recordaba mientras veía el documental las palabras del maestro en la película (esta no recibió ningún Oscar, ni puta falta que hizo) “La lengua de las mariposas”. No son textuales pero la idea era más o menos esta: En cuanto consigamos la formación de una sola generación ya será imposible retroceder en las libertades y en el adelanto de los pueblos. La película está ambientada en la época de la República y de estas maestras del documental.

Me gustaría pensar que la realidad no desmiente ni a las Maestras de la República ni al actor maestro en la película, Fernando Fenán Gómez, ni a Manuel Rivas, el escritor que concretó la idea. Me gustaría.

No hay comentarios: