miércoles, 5 de febrero de 2014

LAS AFECCIONES PRIMARIAS


Otra vez a vueltas con los pensadores que aspiran a entender cuál es el impulso que nos empuja ciegamente a mantenernos cada instante en el camino confuso de la vida, cuál es el empuje constante que no nos permite pararnos y decir basta. Es la pregunta del millón y no es fácil dar con la respuesta. Los más sesudos lo han intentado y cada cual ha llegado con sus fuerzas hasta la pared final del precipicio.
Muchos lo han ordenado todo desde una causa mayor y superior que embelesa al ser humano y que lo embauca en un sueño feliz y lo potencia en sus actividades. Ahí estarían sobre todo las religiones. Muchos otros se han parado en el ser humano y han buscado en sus miserias y en sus glorias para partir de ellas y volver a ellas. También hasta donde buenamente han podido y sabido, con la misma buena voluntad que los otros. La mayor parte ha mezclado ambos planos y ha nadado y guardado la ropa con mayor o menor acierto. El conjunto de todas las posibilidades forma la pléyade de escuelas filosóficas, éticas, morales, religiosas… que han sido y que serán.
Ayer citaba a Espinosa, Espinoza, Spinoza o Spinosa, y hoy lo vuelvo a hacer. Ya se ve que me ocupa estos días y que ando dándole vueltas a su propuesta ética. No era precisamente tonto, y confrontar con los que más saben no es mal ejercicio. Desde luego su ejercicio anda muy lejos de aquella simplificación realista y de andar por casa (lo que no le quita ni le pone ni un gramo de verdad o de falsedad) del de Hita: “El hombre por dos cosas trabaja, la primera / por el sustentamiento, e la segunda era / por haber juntamiento con fembra placentera.”
Espinosa concluye que la esencia de la actividad humana, en cuanto respuesta a las afecciones que recibe, se concreta, en “alegría, tristeza y deseo”, Parte tercera, Proposición XI. Desde estos tres afectos primarios, se desgrana todo un racimo de afecciones secundarias, que se explican y se entienden desde estas tres elementales y básicas: esperanza, miedo, seguridad, satisfacción, amor, odio, asombro, indignación, envidia, misericordia, estima, humildad, arrepentimiento, vergüenza…, y todas sus contrarias…
Alegría, tristeza, deseo. Y todo a partir de ahí. Todos nuestros cambios de estado y de ánimo para andar un poco más alegres, tristes o para mantener el deseo de actuar y de conseguir. Después vendrá la racionalización de estas afecciones, para no actuar como brutos irracionales y para no dejarnos llevar por los impulsos primarios. Qué esquemático parece esto, pero qué profundo.
Y casi todos nosotros perdidos en nuestros días sin saber qué nos empuja ni qué nos condiciona en nuestra actividad de cada momento. Andamos por la vida sin conciencia real de lo que hacemos, y mucho menos de por qué lo hacemos; nos cegamos en los esquemas que nos dan impuestos y que nos ocupan todo el tiempo y todo el esfuerzo. Y las explicaciones las dejamos para el tiempo que está fuera del tiempo, o sea, para nunca. Por eso el tiempo para casi todos es un simple discurrir monótono y sin sentido, al menos sin sentido personal y reflexivo. Y tal vez por eso la división del tiempo sigue siendo automática y a la defensiva.

En la Proposición X, Parte cuarta, afirma Espinosa: “Experimentamos por una cosa futura, que imaginamos ha de cumplirse pronto, un afecto más intenso que si imaginamos que el tiempo de su existencia está mucho más distante del presente, y también somos afectados por la memoria de una cosa, que imaginamos haber ocurrido hace poco, más intensamente que si imaginamos que ha ocurrido hace mucho.” Hoy me he enterado de la situación de dos amigos; uno de ellos está afectado (positivamente) por la memoria de algo que le ha ocurrido  hace poco; otro anda a cuestas con una afección intensa por algo que ha de cumplirse muy pronto (también espero que de manera satisfactoria, pero, como es futuro, tan solo es deseo). En ambos se cumple el paso hacia la alegría o la tristeza, y siempre desde el deseo de seguir positivamente en la brega y en la vida. Yo también siento hoy un poco más esa intensidad en esas sensaciones. Y las espero todas positivas. Para ellos y para mí. 

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