viernes, 15 de noviembre de 2013

MIS HOJAS DE APUNTES



Tengo mi mesa llena de papeles y de libros. Los libros se ordenan en montones delante de la ventana. No pueden subir más porque me impedirían abrirla y airear la habitación. En buena parte se trata de los últimos títulos que han llegado hasta mí. Están encima de la mesa sencillamente porque no tienen cabida en ninguna de las estanterías que ocupan las paredes de esta habitación y de las demás de mi casa. Ellos guardan la memoria de muchas de mis lecturas y de muchas de las horas que he tenido como compañía a las historias que en ellos se cuentan y las ideas que siguen guardando. Debo cambiar con calma la tendencia, pues he de ir reciclando las paredes y sustituir las hojas de papel por el almacén digital que ocupa tan escaso espacio; pero me cuesta acostumbrarme, aunque llevo en ello ya varios años.
Al lado de los libros, se amontonan también los papeles, esos papeles en los que voy anotando ocurrencias o ideas que tomo de las lecturas, o de lo que mi pobre mente me va dictando y concediendo. Son los esbozos que después desarrollo en mis poemas o en mis textos en prosa. Les debo tanto a los libros y a estas sencillas notas que de ellos y de mi pensamiento voy tomando…
Poe ejemplo, tomo la hoja que ocupa las últimas anotaciones y leo:
a)      Pintada en la pared de un cementerio: “Los muertos, afuera: la tierra, para quien la trabaja”. 
b)      Las memorias que dejan las ciudades son las pequeñas cosas, no los grandes monumentos.
c)       Descripción lenta de un beso.
d)      El miedo a ser feliz, qué triste llanto.
Es una hoja casi en blanco pero ya con apuntes que me sugieren consideraciones muy diversas para ser desarrolladas, o para que mueran en el mar de los apuntes.
De la primera podría destacar, por ejemplo, la ironía como forma de vida; o la inutilidad de la muerte; o su poder de igualar a todos los seres; o la necesidad de ceder un lugar reservado para los muertos; o…
Del segundo apunte se me ocurre la realidad de las pequeñas cosas como conformadoras de la vida real; la percepción de la realidad siempre de manera parcial y no completa; la realidad según la mirada especial de cada uno; la analogía entre persona y cosa; la relatividad del valor de las personas y de las cosas; el contraste entre el símbolo irreal y lo pequeño real; el…
Del tercer apartado me imagino la descripción minuciosa; la suma de imágenes; el erotismo y el amor; la simetría física y amorosa; la concentración imaginativa y real; las metáforas posibles; los recuerdos aflorados en un beso; la disolución de los elementos reales en algo sensual definitivo y estático; el desgaste y la entrega; el robo del amor furtivo, la…
Del último apunte se me ocurren, a simple vista, los contrastes de sentimientos y de ideas; el estado de zozobra ante el descubrimiento; la posibilidad de no saber estar a la altura; la ilusión por descubrir qué significa ser feliz y el miedo a no saber determinarlo; el contraste entre la realidad y el deseo; el oxímoron de tantas situaciones parecidas en la vida; las diferentes interpretaciones de una misma realidad, los…
Buscarle variables a cada uno de los apuntes, engarzarlos y organizarlos lógicamente o en forma de caos aparente, darles cuerpo formal, eliminar posibilidades, determinar espacios y contextos, aventurarse a ser un pequeño dios para sacar de la nada una realidad inexistente a partir de estos esbozos…, todo esto queda para un trabajo lento y espaciado, que va tomando vida o que se queda oculto para siempre en una lista larga, que duerme en los papeles de mi mesa.

Tal vez por eso me guste tanto sentarme en mi sillón, al amparo de esta mesa tan sólida y amiga, y ponerme a soñar con cualquier cosa. Para bien o para mal, muchas veces me quedo dormido, o soñando, o me voy y me vengo según mi ánimo quiera. Pero siempre seguiré registrando mis apuntes y jugando con ellos al despiste, o a la satisfacción de lo creado. 

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Pues sigue apuntando y escribiendo "obrero de la palabra", nosotros, te seguiremos leyendo.