miércoles, 9 de octubre de 2013

LA EXACTA REALIDAD

LA EXACTA REALIDAD
Si me dueles, existes. Si consigo
que el tiempo y el espacio te limiten
y toda tú seas actos que se asoman
hasta la piel y el peso de mi cuerpo,
sabré que ya la vida se me ofrece.

Si te sueño tan solo y no te tengo
en tacto y en detalle, en ropa blanca,
por las aceras tibias de la tarde,
de una tarde con lluvia, por ejemplo,
mojándonos los dos y sin paraguas,
todo será apariencia, sombra y nada.

Si me llamas y lo haces con mi nombre,
sin la inútil presencia de atributos
y juntos de la mano nos vamos calle abajo
tejiendo pormenores y sonrisas,
seré un sabio y el más grande filósofo.

Si traspaso los límites del tiempo
y te concibo diosa y absoluta,
sin el blanco vestido que limita
la  frágil inocencia de tu cuerpo
y no puedo abrazar lo que me ofrece,
nada tendrá la fuerza de lo auténtico.

Son menudas las manos que me tocan,
pero son sus caricias lo infinito;
el tacto es una nube que precisa
llover sobre mi piel y que las gotas
dejen huella en mis poros y en mi cuerpo.
La exacta realidad, lo más certero,
es lo más inmediato y diminuto,
es la presencia viva de ti misma

lejos de los conceptos y los juicios.   

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