sábado, 3 de agosto de 2013

DE LO QUE TAL VEZ FUE O AÚN SIGUE SIENDO

DE LO QUE TAL VEZ FUE O AÚN SIGUE SIENDO
Tal vez las campanadas, en un eco lejano,
esos golpes que hieren y anulan el pasado
pero abren la cancela
al tiempo inevitable del futuro;
acaso fue también la brisa heráldica,
como anuncio feliz de un nuevo día,
que acunaba las hojas de los árboles:
o una lucha callada entre las sombras
dormidas de la noche
y la invasión sencilla de la nueva luz.

Yo me sentí dormido en la ladera,
en la piel al desnudo de las piedras,
mirando cara a cara la faz del firmamento,
ansioso en solventar algunas dudas
frente al lejano dios de las estrellas
-¿Dónde el dios de la duda
cuando la duda es duda y no certeza?-,
seguro del placer de la intuición
y del peligro real de las certezas.

Quise poner el oído a ras de tierra
para escuchar el son de las palomas
y el roce de los vientos sobre las peñas negras,
me ungí con los primeros
rayos de luz tan tenue y asustada,
vi moverse a la luna y ocultarse
detrás de cualquier gasa allá en el cielo,
y se encendió una hoguera en todas partes
y el tiempo fue otra vez tiempo distinto,
con sus raíces alzadas y sus frutos
aromando los campos
y llenando de fresco las grutas y los valles.
Hoy vuelvo a mis raíces
y envuelvo la memoria en algodones
de noches que se rinden
a la primera luz de la alborada:
las horas de las luces de mis días,

las tinieblas muy hondas de mis noches.

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