domingo, 28 de julio de 2013

TARDE EN GRIS


           
Hay días en los que la terraza se vuelve más oscura y neblinosa y parece que se apaga el horizonte, que tal vez todos los pájaros a una se quedan en silencio y no quedan sonidos que templen el ambiente. Entonces la mirada se vuelve hacia más dentro, se hace más personal y más cercana, y el tono de sentir de la terraza se torna más de al lado, como de tono débil e inmediato.
Siempre aspiro a dejar algo que se vista de primera persona pero que alce su vuelo y sirva de reflexión para alguien más, de modo que la flor se convierta en olor y el tallo en rama. Si no fuera así, no creo que tuviera mucho alcance esta ventana.
Pero hoy se me queda la mirada, y acaso el sentimiento, aquí mismo, a mi lado, en el círculo estrecho que más quiero, tal vez en el contorno de mi mismo. Y es que se juntan cosas, se reúnen elementos, se concitan razones, se encuentran circunstancias, que dan un colorido más gris de lo esperado.
He pasado unos días con los míos, con mi nieta y mis hijos, con la familia entera, con lo que yo más quiero y voy a querer siempre, y todo han sido risas y contento, felicidad o casi. El campo ha seguido siendo mi aliado y mi expansión más lúcida. En fin, todo apuntaba a decir “esto me basta”.
Tan bien me encontraba que ni siquiera he escrito una palabra durante estos días.
Pero todo se acaba. Y hoy estamos solos otra vez. Y el cielo se ha nublado y ha puesto su vestido de otras fechas. El país sigue como encogido mirando esos vagones de la muerte. Y pasan los amigos y tal vez no se  paran ni un ratito. Y ha fallecido Pedro Martín –Mateos Chapinal a sus 61 años, y me ha puesto la muerte más de frente.
Y, coño, se me han ido las fuerzas no sé dónde. Y ando aquí señalando que esta tarde la risa me ha esquivado.
Con Pedro compartía pocas cosas, pero había echado ratos de juventud y cánticos. Y aquello no se olvida fácilmente. Y es que la muerte le ha visitado pronto, demasiado pronto. Y todo en revoltijo me traído la flojera.
Sé de sobra que todo forma parte de la vida. También la muerte. Y la ausencia. Pero yo soy muy débil y muy frágil. Y como sigo pensando que solo me interesa lo hermoso de querer y ser querido, pues me veo con frecuencia en estos valles que a veces son oscuros.

Volverá a sonreír otra alborada. Mañana es otro día. Prometo ser más fuerte.

4 comentarios:

Gelu dijo...

Buenas tardes, profesor Gutiérrez Turrión:

Este fin de semana, como otros anteriores, estuve leyendo los poemas de su libro ‘Diario de la tarde’.
Me llamó la atención, al igual que el primer día que lo vi, el dibujo de la portada: una persona inclinada, trabajando, con una pala.
En el mármol de esta entrada, en el ángulo inferior derecho, también hay un hombre haciendo lo mismo con esa herramienta.
Siento lo de su amigo Pedro.

Abrazos.

Antonio dijo...

Los trabajos y los días, querida amiga. Y en los trabajos, los manuales y los del amor. Y en los días y las edades, la tarde y la madurez. Algo de eso hay en la portada y en las páginas del libro. Feliz verano y un abrazo.
Antonio

Anónimo dijo...

La muerte de Pedro ha sido otro gran mazazo. Uno más, tras la desaparición, hace apenas nada, de Maribel García. Con los dos compartí un tiempo de juventud y el placer de la música. A Pedro hace muchos años que no le veía; con Maribel, absolutamente llena de vida, y con Guille, su esposo, me encontré no hace mucho por Monfragüe.
Eran demasiado jóvenes, la muerte no respeta edades; es tiempo de estar preparados. Vaya mi abrazo para ambos, allá donde estén.

Antonio Merino

mojadopapel dijo...

Uno nunca se acostumbra a la muerte aunque la presienta,pero tenemos vida Antonio..y amistad, y naturaleza, y buenos ratos que compartir entre los tuyos y los que te quieren... entre los que me incluyo... y juega con tus sentidos.