lunes, 9 de abril de 2012

"Y YÉNDOLOS MIRANDO"


De pronto fue la luz,
que se cuajó en el cielo alborozada,
con esa faz purísima
que desnuda las vestes de la naturaleza
en este mes de abril.

Era el azul muy denso y en la sierra
deslumbraba la nieve en sus destellos.
Las sendas, los caminos, las veredas
fijaban sus carteles hacia el agua
que allá, en el horizonte, entre pinares,
resguardaba los ecos de tu nombre
en los huecos sencillos de tus pasos
que hollaron sus orillas otras veces.

Los robles, los castaños y los pinos
daban ecos de ti, por ti entonaban
los himnos de ternura en verdes claros,
con signos de incipiente primavera.
Allí vimos los troncos que, en sus senos,
guardaban el sentir de tus palabras,
la hermosa dulcedumbre de las flores
de cerezos y prunos,
y aquel olor, recuerdo de humedades
lejanas y dispersas.

 Fue tibia la mañana en el sendero
que llevó nuestros pasos
camino del pantano, pulso a pulso
contra el poder del cielo.
El valle y los regatos dialogaban
mientras nuestros sentidos
veían verterse el sol
hermoso contra el valle y contra el cielo.

Y fuimos otra vez cuerpos al viento,
sencillos en la luz, cerca del agua,
infinitesimales ecos limpios
de un latido sin más de la conciencia
vital y agradecida de la naturaleza.
Nada más, nada menos, solo eso.

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