martes, 6 de marzo de 2012

SOCIEDAD Y LENGUAJE

2012-03-06                           SOCIEDAD Y LENGUAJE
Ya era hora de que algún asunto que tenga que ver con las palabras y su uso se alce con un puesto en los medios de comunicación. En algunos, por supuesto, otros no tienen tiempo para estas ´minucias´ pues necesitan todas sus energías para realizar periodismo de investigación con el que llenar sus barrigas de dinero y completar en positivo las cuentas de resultados. Y para eso, ya se sabe, hay que andar a la caza del morbo con el que elevar al trono a la persona concreta para que se visualice y el populacho se ría cuando se le deja caer de la torre y se le abandona a la intemperie. Los medios. Algunos medios. Casi todos los medios.
El caso es que anda parte del patio encendido desde que, en El País, se ha publicado un informe de Ignacio Bosque, aprobado por parte de los académicos de la RAE, sobre Sexismo y Lengua.
Se cruzan tantas variables en el asunto, que es imposible en mis pocas líneas siquiera hacer índice de materia, pero el contenido me apasiona y no puedo sino dejar algunas notas al respecto.
a)      Analizar las indicaciones de la Academia respecto de elementos de uso del lenguaje no parece mala cosa. A mí no me merecen la misma confianza todos los académicos; no me merecen la misma confianza por ejemplo Luis María Anson que el propio Ignacio Bosque (aquel en negativo y este en positivo), ni me merece el mismo respeto en estos temas José Antonio Pascual que Juan Luis Cebrián. Técnicamente, lo que venga de Ignacio Bosque debe ser analizado con respeto.
b)      La lengua es el mejor reflejo que yo conozco de la forma de ser de la sociedad. En unas cuantas líneas se confiesa cualquiera más y mejor que en los antiguos confesonarios (¿siguen existiendo?).
c)       Es verdad que no existe correspondencia absoluta entre estructuras lingüísticas y sociales, pero sus semejanzas sí son absolutamente reveladoras.
d)      Cuando la norma se olvida de la realidad social, está avocada al fracaso y a la inutilidad.
e)      La lengua es lo que usa la gente. Su cambio es constante y no es bueno oponerse a ese cambio. Sí es absolutamente necesario que esas modificaciones estén guiadas por los que saben algo más de esto y no por los famosetes de los medios de comunicación, muchos de ellos absolutamente analfabetos funcionales y hasta reales.
f)       Jerarquizar elementos y leyes nos ayudará siempre a sobrevivir y a vivir mejor. En la lengua deberíamos tener claro algo así como esto: Primero la claridad, después la economía lingüística y a continuación el orden y la coherencia. Esta afirmación, que parece muy teórica, tiene infinitas concreciones siempre que usamos la  estructura lingüística.
g)      La mejor manera de modificar en cualquier dirección el uso y la normativa lingüísticos  está en la modificación de la sociedad que la usa y la renueva.
h)      Si la sociedad en la que vivimos es evidentemente machista, ¿cómo se puede negar que la lengua -su mejor reflejo- no lo es?
i)        El señor Bosque sabe que tiene razón al ponernos en guardia acerca de las exageraciones y de los caminos equivocados para esos cambios, pero debe tener cuidado también él, porque conoce muy bien el género, en colocar al otro lado de la balanza al menos tantos ánimos para propiciar los cambios como manifiesta para corregir exageraciones.
j)        ¿Hace falta realmente apabullar con ejemplos del paralelismo entre valores sociales y estructuras lingüísticas? Cualquiera lo podría hacer. Ahí está el léxico taurino metido en nuestra vida diaria, hasta el punto de que parecemos el país de las metáforas del cuerno. Ahí se desparrama el lenguaje bélico en los deportes. Por aquí y por allá anda el léxico religioso, como si aquí no hubieran existido otras posibilidades. Por ahí corren expresiones fosilizadas que siguen anunciando lo que hemos sido y lo que, en buena medida, seguimos siendo (pagar una cantidad por barba; adiós; estar católico; “sí hombre”, como signo de confirmación dicho a una mujer… ). Y así miles de ejemplos cotidianos
k)      No estoy seguro de que muchas mujeres no contribuyan en gran medida a la permanencia de todos estos latiguillos que reflejan lo que reflejan.
l)        No hay solución más justa y duradera que la de modificar con tiento pero sin descanso la escala de valores de todo tipo: sociales, económicos, de moda, políticos, religiosos… ¿Andamos dispuestos a ello o nos quedamos en tres gritos del momento que no hacen otra cosa que provocar el efecto contrario al que se busca? Cada cual sabrá. Y sobre todo cada cuala.
Cómo me gustaría intercambiar opiniones en público acerca de estos asuntos. Unas líneas no me dan ni para un esquema.

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