martes, 13 de marzo de 2012

A REPONERSE, BUEN CABALLERO


Entre sequías meteorológicas y enfados mediáticos, resulta que tengo a don Quijote de nuevo en casa, reponiéndose de sus andanzas, de sus cansancios, de sus frustraciones y de sus casi agotadas ilusiones. Casi agotadas porque sospecha -y sospecho con él y con su escudero- que ha de volver a tomar armas y rocín y se ha de echar de nuevo al camino en busca de lo imposible pero de lo más real de todo: el mantenimiento de la ilusión y de la esperanza en que otra realidad es posible si un ser humano se lo propone.
Si ya ha logrado hasta entusiasmar al mismísimo escudero, que anda más animoso que él mismo en la idea de otra nueva salida a pesar de todas las experiencias que lleva ya en sus espaldas.
Hasta un simple cabreo le ha zurrado la badana. La realidad mostrenca lo ha zarandeado a su gusto. Poco importa. Ahí sigue en lo más alto. Que lo diga, si no, Sancho: Cap. LII 1ª parte: “-Oh flor de la caballería, que con solo un garrotazo acabaste la carrera de tus bien gastados años! ¡Oh honra de tu linaje, honor y gloria de toda la Mancha, y aun de todo el mundo, el cual, faltando tú en él, quedará lleno de malhechores, sin temor de ser castigados de sus malas fechorías! ¡Oh liberal sobre todos los Alejandros, pues por solos ocho meses de servicios me tenías dada la mejor ínsula que el mar ciñe y rodea! ¡Oh humilde con los soberbios y arrogante con los humildes, acometedor de peligros, sufridor de afrentas, enamorado sin causas, admirador de los buenos, enemigo de los ruines, en fin, caballero andante, que es todo lo que decir se puede! (…) “Volvamos a mi aldea en compañía de estos señores que su bien desean, y allí daremos orden de hacer otra salida que nos sea de más provecho y fama.”
Como procuro hacer siempre, extiendo la mirada en el presente, contemplo a mi alrededor el paño que se corta, y me aparecen figuras animosas y de la mejor voluntad; a su lado veo otras figuras malignas y dañinas, preocupadas de su éxito como única ocupación y dejando por su camino un rastro negro de cadáveres en forma de ignominias, de infundios, de insultos y de enfrentamientos.
Me sigo quedando con la fuerza de la compasión que me producen las personas que no hacen el mundo maniqueo y que acampan al lado de la buena voluntad y del deseo de ver el mundo en positivo.
Así que me cito con el caballero y con su escudero para iniciar la segunda parte del libro en su tercera salida. Por cierto, la más interesante para mí, tanto literariamente como en sus demás aspectos.

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