martes, 28 de febrero de 2012

LOS MEDIOS SIEMPRE

Leo estos días textos de una de las voces del primer 98, Ramiro de Maeztu, recogidos en su obra “Hacia otra España”. Más de un siglo después, me parece que los asuntos siguen siendo casi los mismos, aunque sean aplicados a realidades temporales y bélicas diferentes.
Aquella sacudida de la pérdida de los últimos casi recuerdos de la grandeza imperial de España se esfumaban y se desangraban a borbotones por las venas de Cuba o Filipinas. Los portavoces interesados de la sociedad alardeaban un día de lo que al día siguiente denostaban. Todo vale para el convento con tal de extraer réditos económicos, de vanidad o de ascenso social y político. Era algo así como la opinión pública, tan poco coincidente, por desgracia, con la opinión publicada. Las grandes mayorías populares eran conducidas emocionalmente desde los púlpitos de los medios, de las iglesias y de las plataformas políticas. Nada diferente a lo que sucede en nuestros días, a pesar de todos los aparentes medios con los que cuenta el individuo ahora.
Así opinaba Maeztu acerca de los medios de comunicación, entonces prensa sobre todo: “¡Prensa omnipotente, señora del mundo, tú que dispones de la paz y de la guerra, tú que posees, como Dios, el don de cegar a los pueblos a quienes perder quieres, tú que formas y reformas Gobiernos, tú que llevas escuadras poderosas al fondo de los mares y enloqueces a los hombres más cuerdos, continúa impertérrita tu marcha, amontona catástrofes, haz que abracen en las arenas tropicales los soldados de tierra a los marineros muertos!... ¡Cuando todo se haya hundido, tú te erguirás de los escombros, arrojando, como Júpiter, rayos, inculpaciones y responsabilidades sobre los supervivientes… y los últimos ahorros de las madres, anhelosas de conocer el género de muerte de sus hijos, estas últimas monedas de cobre entrarán en tus arcas!”
 Y en otro artículo que no se refería a la guerra colonial sino al crimen: “Quiero creer que las gentes no obedezcan a la sugestión de los periódicos; quiero creerlo, porque no se oyen dos conversaciones en las que no se maldiga de la prensa; quiero creerlo, porque si los gobiernos fueran a ser dóciles a las indicaciones de los periódicos, nuestra España sería ya una pluma arrojada a los vientos que soplaran por las contadurías periodísticas…”
Se me ocurren ejemplos actuales a puñados: Caso Urdangarín, 11-M, ETA, Víctimas del terrorismo manipuladas vergonzosísimamente, Jueces inculpados, Políticos perseguidos sin pruebas, Mentiras a gogó, Programas para analfabetos… Y siempre, o casi siempre, con la única bandera de individualizar casos y de crear así morbo con héroes y villanos según corresponda al día y a las necesidades de hacer caja. Lo dice mejor Maeztu: ”nuestra España, una pluma arrojada a los vientos que soplaran por las contadurías periodísticas.”
Por supuesto que hay escalas en las desviaciones y que no todos los medios son la misma cosa; por supuesto que son necesarios los medios; por supuesto que los medios tienen el derecho a la opinión. Pero también por supuesto que estamos en una melodía monocorde y asfixiante; y por supuesto que no puede ser que ningún cuerpo interior tenga el poder de dominio sobre la suma total del cuerpo social. Su poder es tan grande y sus intereses son tan egoístas…
  N.B. Por si hubiera dudas, se anota que Maeztu fue hijo de familia acomodada, que estuvo en Cuba y que fue periodista y terminó en tradicional católico. Por si acaso.

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