sábado, 11 de junio de 2011

GAVIOTAS EN EL CIELO


Debería haber salido al campo y no lo he hecho. Tendría que haber estado en la constitución del Ayuntamiento, al lado de los que más lo necesitaban, y no he acudido. Me quedé en casa velando mi ciática que no remite del todo. Menos mal que esta tarde me ha dado tiempo de acudir al Buen Pastor donde unos muchachos de PREMISA han estado divirtiéndose un rato y haciendo pasar una buena hora a parte de los residentes. Esto me compensa de otros sinsabores.
Pero he visto noticias de tomas de posesión en muchos sitios. Hoy era y es alta fiesta democrática, al menos de nombre. Vale, enhorabuena para los premiados y ánimo a los no premiados que se sientan en los otros bancos.
Hay quien se niega a apellidar el concepto de democracia y se asusta cuando alguien habla de democracia real frente a democracia formal; lo mismo que cuando uno hace referencia a libertad formal o libertad real. Lo hacen, claro, los que mejor asentados van en el carro de la vida.
No estaría mal que comenzáramos con el significado etimológico de la palabra: demos + cracia = pueblo + poder. Ya se ve que al menos tienen que cumplirse, pero de verdad, dos requisitos: que exista verdadero poder, y que este lo ejerza de verdad el pueblo. Y me muero de la risa si empiezo a considerar o a mirar si el pueblo ejerce el poder sobre mi vida. Yo al menos no lo siento así; noto sobre mi cabeza los poderes de los banqueros y de los que dominan los medios de comunicación, por ejemplo, pero ni me roza el que sobre mí podrían ejercer los que apenas llegan a fin de mes. ¿De qué poder me están hablando entonces? Y, aun si habláramos de poderes, ¿cuáles se visualizan más? Porque los hay económicos, religiosos, políticos, sociales, culturales, comunicativos, familiares… Parece que no se puede discutir que cualquier voto vale lo mismo, pero ¿se vota en las mismas condiciones?, ¿se ha puesto a cada elector en las mismas condiciones intelectuales, morales o sociales? A robar a Sierra Morena, y a engañar a otro sitio. ¿Y depositar un voto significa entregar el poder de decisión durante cuatro años a los representantes? ¿Eso también es democracia en estado puro?
¿Y el asunto ese del “pueblo”? ¿Quién es el pueblo? ¿Es cualquiera que pasa por la calle o vuelve a ser el señor Botín o el director de un periódico o de una televisión? Y algunos todavía argumentan: “Pues crea tú un periódico o una televisión”. Y se quedan tan anchos, como si hubieran descubierto el Mediterráneo. Payasos.
¿Es esa, entonces, la democracia? ¿No hay argumentos para andar vigilantes y exigiéndole que se comporte cada día y cada hora? Cuántas veces echo de menos el valor etimológico de las palabras y cuántas más aborrezco del uso social de las mismas, uso impuesto tantas veces a su favor por los que detentan el poder.
El cielo de este país se ha cubierto de colores azules y de vuelos marinos de gaviotas. Nada que oponer a los criterios formales, sí, y mucho, que disentir en lo que a criterios reales se refiere. En esta ciudad, por ejemplo, se ha comprado a dos partidos con tal de sumar votos, por ejemplo. Nadie lo ha castigado. Me siento desconcertado y triste, no entiendo cómo es posible que no se castigue la falta de honradez. ¿Qué criterios oscuros se superponen a estos? Prefiero no hurgar para no desazonarme.
Expreso aquí un deseo de difícil cumplimiento: la experiencia me avala. Que gobiernen los que han ganado, que para eso tienen el mandato. Pero, por favor, que no se lo tomen como si fueran los jefes absolutos de cualquier fábrica. Lo representantes de la oposición deberían tener el mismo derecho a expresarse, de manera que todo el que quiera pueda tener su opinión acerca de lo que se esté dilucidando. Después los votos decidirán, que para eso están. Ya digo, no tengo mucha esperanza.
Por lo que a mí respecta, si con los más próximos tampoco se me invitaba mucho a la participación, con los de otros esquemas no es esperable nada precisamente mejor. Qué le vamos a hacer.

1 comentario:

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:

Me ha recordado usted al bueno de D. Luis, de la película Bienvenido Mister Marshall que "ya sabemos que se enfadaba por todo".
Me alegro de volver a ver sus escritos, después de estas vacaciones -obligadas- por las goteras de los aparatos informáticos.
Espero que lo de su ciática se le arregle pronto.

Saludos.